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Estrategias

Bush apuesta al área biomédica

La primera previsión presupuestaria del presidente George Bush para 2002, enviada al Congreso en marzo, dejó contentos a los investigadores del área de la salud de Estados Unidos. La Casa Blanca les propuso a los legisladores aumentar en un 13,8% las partidas destinadas al Instituto Nacional de Salud (NIH). Eso significa agregar 2,8 mil millones de dólares a la cifra actual, de 20,3 mil millones. Aunque haya motivos de sobra para celebrar dentro del NIH, la iniciativa desagradó a buena parte de la comunidad científica americana. La Fundación Nacional de Ciencias (NSF) y la Nasa, la agencia espacial, obtuvieron apenas un pequeño aumento, del 1,3% y el 2%, respectivamente. Pero menguaron los presupuestos del Departamento de Energía (DoE), en -3,6%, y de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), en -6,4%. La directora de la NSF, Rita Colwell, pedía desde septiembre de 2000 un aumento del 15% (cerca de 4,4 mil millones de dólares) para 2002. La idea era invertir en investigación en las áreas de nanotecnología, computadoras más potentes y simulación de terremotos. El DoE pidió un 15% más para un proyecto de economía de energía en las residencias e incentivo al uso de combustibles renovables. El departamento contaba también con un aumento en la subvención a la investigación universitaria sobre uso de energía. Todos esos planes deberán quedar para más adelante. También la agencia de estudios geológicos (USGS) perdería un 11% o más de su presupuesto.

Según observadores de la política estadounidense, George Bush pretende construir una sólida imagen de hombre que cumple con lo que promete, aun cuando sus acciones parezcan irracionales. Como dijo durante la campaña presidencial que aumentaría las inversiones en salud, Bush decidió destinar la mayor parte del dinero disponible para investigación a ese sector, no importándole si otros programas científicos se verían perjudicados. De cualquier manera, el futuro no es totalmente desalentador para los investigadores ajenos al área biomédica. El republicano Jim Walsh, de Nueva York, cree que existe una chance de que la situación se revierta. “Es el Congreso quien decidirá cómo gastar el presupuesto de 2002 y no solo el presidente por sí solo”, dice Walsh. Aunque insatisfechos con las prioridades de Bush, los científicos evitan criticar abiertamente su propuesta. Prefieren hacer lobby con los congresistas para revertir la situación y hacer que el presupuesto de 2002 sea más equilibrado.

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