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Los dos locos

Los descubrimientos de Watson y Crick desaf

Carlos Haag

Ellos ya fueron descritos como ?dos locos?, y efectivamente, ese dúo, tan célebre como el modelo de hélice que revelaron, catapultó a la biología al país de las maravillas. ?¿Si nos dimos cuenta en aquella época del significado de nuestro descubrimiento? Bueno, Jim Watson recuerda que anuncié en The Eagle, el pub local, que habíamos descubierto el secreto de la vida?, afirma Francis Crick en un texto concedido con exclusividad a la revistaPesquisa FAPESP . ?La mañana del sábado 28 de febrero de 1953, Jim estaba moviendo perezosamente los modelos de ADN en metal que habíamos construido y notó que un par AT tenía un formato parecido al de un par CG. Automáticamente nos dimos cuenta de que los pares de bases obedecían a esas reglas?, dice.

?Los modelos tenían la simetría correcta, unidos por un eje doble perpendicular al eje de la hélice?, recuerda. Curiosamente, a Watson no le agrado la idea. ?Intentó infructuosamente construir una espina dorsal, como si las dos cadenas fuesen paralelas. Pero eso exigía una rotación de 18 grados entre un nucleótido y otro, demasiado estrecha, al paso que las cadenas antiparalelas requerían 36 grados y la rotación era más fácil?, dice. Estaba revelada así la Piedra de Roseta de la configuración genética.

?La doble hélice inició una cadena explosiva de descubrimientos referentes a cómo funciona la vida; las nuevas revelaciones llegaron muy rápidamente?, observa Victor McElheny, ex director del Cold Spring Harbor Laboratory, profesor visitante del programa de Ciencia y Tecnología del MIT y autor del recientemente lanzado libroWatson and DNA: Making a Scientific Revolution . Con inusitada modestia, Crick hace una salvedad al referirse a la importancia de su trabajo.

?Sin lugar a dudas, fue fundamental. Pero nosotros no previmos el secuenciamiento del genoma humano. Como máximo, vislumbramos el código genético, aunque hayamos pensado erróneamente que el ARN ribosómico fuese el ARN mensajero?, dice Crick. ?Pensábamos que secuenciar el ADN sería algo muy difícil y que demandaría mucho tiempo. Tampoco pudimos prever el ADN recombinante?, sostiene. ?Pero eso forma parte de la ciencia. Raras veces se puede vislumbrar algo correctamente más de diez o quince años antes. Los descubrimientos inesperadas pueden, con frecuencia, alterar el cuadro completamente?, evalúa el investigador.

McElheny reconoce que el futuro actual, debe mucho al empeño de Watson. ?Watson forzó todo hacia adelante. Jim sabía que era preciso hacer que la gente entendiera que aquello era y es una revolución basada en grandes problemas. E hizo que muchos jóvenes talentosos fueran al campo para trabajar sobre el descubrimiento del dúo. Watson enseñó a generaciones de científicos cómo pensar la biología?, observa el investigador. ?Watson quería que todaslas secuencias de As, Ts, Gs y Cs del ADN humano, más de 3 mil millones, salieran a la luz en el cincuentenario del descubrimiento del modelo, cuando él cumple 75 años?, revela el autor de la biografía del científico.

?Es una pena que buena parte de las celebraciones de este año se concentren en el descubrimiento en sí, en el estado presente de la ciencia del ADN y en las esperanzas y temores relativos al uso del conocimiento biológico?, advierte. ?Se da poca atención a la cascada de descubrimientos, muchos de ellos sorprendentes, realizados en el transcurso de estos 50 años, que llevaron al actual saber genético. Pero no dudo que el deseo de Jim Watson se cumplirá y que tendrá ese hermoso regalo de cumpleaños.?

?¿El futuro? Pueden notar que, al menos en términos de procariotes, la determinación de la secuencia, del ADN al ARN y la proteína (aquello que Jim denomina incorrectamente Dogma Central), es, en términos de información, un proceso que se autoalimenta?, acota Crick. ?A decir verdad, para el futuro, somos confrontados no con un proceso de esa índole, sino con sistemas dinámicos no lineales, cuya teoría es fragmentaria, compleja y confusa. Esto y las interacciones de los grupos de proteínas en grandes compuestos son los problemas que nos esperan en adelante?, evalúa el científico.

?Parece que no hay límites para las cuestiones que nos aguardan, pero no viviré para ver sus soluciones. Pero muchos de ustedes lograrán presenciar el nacimiento de técnicas radicalmente nuevas, y llegarán a nuevos descubrimientos. Buena suerte?, dice Crick.

Un juego fácil

El periodista Kevin Davies, editor de la revistaBio-IT World y autor deDescifrando el Genoma , se hace eco de las declaraciones de Francis Crick. ?Si pensamos que la genética es como un partido de fútbol, con seguridad estamos en el primero tiempo. La genética del siglo XX se inició con el redescubrimiento de las leyes de Mendel, y terminó con la secuencia del genoma. Pero nosotros tenemos otros cien años para realmente entender cómo esta información puede ser codificada en términos de salud y enfermedad?, analiza. Si hay muchas promesas para el futuro, ¿qué podemos realmente esperar en las nuevas fronteras de la investigación? ?El enfoque reside todavía en los genes, en especial en cómo éstos se modifican, por ejemplo, en los cánceres. Pero muchos ya se han volcado al estudio de la proteómica. No obstante, los científicos advierten que los genes son un juego fácil comparados con las proteínas?, cree Kevin Davies.

?Hoy en día, la vasta ciencia del ADN afronta muchas nuevas cuestiones. Ahora que la secuencia humana del ADN está casi completa, surge la necesidad de hacer un diccionario completo de todas las proteínas que son ?especificadas? por el ADN, y también necesitamos crear una gramática de la forma en la que esas proteínas interactúan unas con otras. Los biólogos pugnan para darle algún sentido al descubrimiento reciente de un análisis de pequeñas moléculas de ARN que tienen muchas funciones en el control de los procesos de la vida?, advierte McElheny. No son infundadas las palabras poéticas de Watson: ?Nosotros crecimos pensando que nuestro destino estaba en las estrellas.

Ahora sabemos que en buena medida nuestro destino está en los genes?.?Preste mucha atención en ese ?en buena medida?: incluso Watson coincide en que los genes no determinan completamente nuestro comportamiento y nuestra personalidad. Pero, al determinar las variaciones claves en nuestra secuencia única de ADN, podremos decir, en un estadio muy inicial, si usted está destinado a sufrir de Alzheimer, cáncer u otra cosa?, refuerza Davies. ?La ciencia del ADN, en el campo de la medicina, seguramente va a ayudar a prolongar la vida humana y a hacerla menos dolorosa. Esta ciencia fue crucial para identificar el virus que causa el Sida y para obtener algunas drogas que ayudan a combatir la enfermedad. El trabajo del ADN encubre los aspectos genéticos de las enfermedades humanas: los genes que interactúan con nuestro ambiente para causar cáncer u otras afecciones?, continúa McElheny.

El ambiente es otra palabra clave en la visión futura del ADN. ?Ya tenemos un dilema moral a causa del mapeamiento de los genes. Al descifrar ese mapa y establecer la vinculación entre los genes y el comportamiento, podemos depararnos con verdades indeseables?, cree el sociólogo Francis Fukuyama, que, preocupado con aquello que caracteriza como ?una falta de consideración de algunos científicos con respecto a cuestiones éticas relativas al futuro de la manipulación genética?, lanzó el año pasado, el estudio intituladoOur Posthuman Future: Consequences of Biotechnology Revolution (que debe llegar a Brasil traducido y publicado por editorial Rocco este año).

?Somos presas fáciles de los científicos desde los tiempos de Francis Bacon, al creer, tal como ellos creen, que todo el progreso de la ciencia es para nuestro bien. Hasta ahora, lo que mantiene en pie el fundamento de la igualdad entre las razas, los sexos y las personas es nuestra creencia en que no existen diferencias entre ellos. En el momento en que los mapas disequen esas diversidades, estaremos delante de un dilema moral que puede ?darles la razón? a ciertos prejuicios ya vencidos?, analiza el investigador.

James Watson es conocido por sus detractores como un científico inflexible, que denuncia cualquier intento de cerrar una cuestión de investigación biológica a causa de sus riesgos y de dilemas éticos. ?Al igual que los biólogos de los tiempos de Mendel y Darwin, Watson rechaza totalmente la idea de que la vida es y será siempre, de alguna manera, algo quedar desconocido. Asimismo, Watson detesta la hipótesis de que al desmembrar problemas en pequeñas piezas que puedan solucionarse y resolver el todo se viole algún principio holístico?, defiende McElheny. ?El intentar reglamentar procedimientos futuros es un riesgo absurdo.

La gente cree que tiene elección cuando el tema es la manipulación genética, y eso ya no se discute. La investigación genética es inevitable?, coincide Gregory Stock, director del programa de Medicina y Tecnología de la Universidad de California (UCLA). ?Estoy absolutamente persuadido de que, en menos de una década, habremos hecho amplios estudios poblacionales asociando ciertos patrones genéticos con atributos relacionados con la salud y la longevidad?, dice el investigador norteamericano. El propio James Watson no lo habría dicho mejor.

O sí: ?Entender la naturaleza humana es, creo yo, uno de los grandes objetivos de este siglo: en qué medida somos realmente controlados por genes. Ésa es la gran pregunta?, analiza Watson. ?Usted deberían conversar con la madre de Francis Crick para saber que él no es un producto de su creación. Ella era excelente, pero entre ellos no había nada en común. La singularidad de Francis proviene de cualidades que yo consideré muy amables. ¿Cuánto de ello proviene de los genes? No lo sé, pero mi pálpito me indica de que no sería mucho?, bromea.

Todo se complica más aún cuando somo informados, como lo fuimos, de que existen semejanzas genéticas notables entre nosotros y nuestros parientes primates más cercanos; y eso sin hablar de nuestra cercanía genética con otras especies. ?¿Qué es lo que nos hace únicos? Ésta es una gran cuestión, que explica la razón de que los científicos estén ansiosos por secuenciar el genoma de los chimpancés, pues dividimos con ellos el 98,5% de nuestro ADN. Pero las diferencias del 1,5% pueden revelar las pistas para la clave de las diferencias genéticas que nos separan de nuestros primos primates?, evalúa Kevin Davies. ?Buscar lugares en el ADN en los que hay diferencias pequeñas y específicas de una persona a otra ayuda a lograr el objetivo de llegar a una medicina más ?individualizada? que la de hoy?, dice McElheny. ?Somos poco diferentes, ¿y? Basta observar un poco para notar cómo en verdad somos diferentes?, cree Watson.

Pero los dilemas éticos también incluyen la explotación de la manipulación del ADN con fines materiales. ?Los problemas éticos derivados de las nuevas habilidades para alterar semillas o diagnosticar enfermedades genéticas no son muy diversos de los antiguos dilemas éticos de la medicina. Todos se refieren a cómo se define la ?buena vida? y cómo se logra hacer que toda la gente tenga acceso a comida abundante y a cuidados médicos modernos. ¿Es ético impedirles a los productores que utilicen semillas genéticamente modificadas que son resistentes a las plagas? ¿Es ético dejar que nazca un feto que viene con genes capaces de generar un defecto físico catastrófico??, se pregunta McElheny.

?La ciencia siempre puede usarse para hacer el mal. La cuestión es: ¿mejoramos nuestra vida en los últimos cien años? No es preciso pensar mucho para decir que sí, y creo vehemente que en los próximos cien años vamos a lograr que ésta sea mejor todavía. Creo fervientemente que un desastre crucial es imaginar el retorno a nuestro medio de alguna enfermedad infecciosa. Imagínese si algo así acabase con la mitad de la población mundial: estaríamos en una recesión que duraría décadas. Creo que el conocimiento es una cosa buena y que las personas, al menos buena parte de ellas, y por buena parte del tiempo, intentan utilizar ese conocimiento en forma constructiva. Pero, aun así, con seguridad, el futuro nos reserva más Hitleres, Stalins e Idi Amins?, explica Watson.

¿Debemos entonces esperar un futuro glorioso y genético, como en los buenos libros de ficción, o temerle a la ?sociedade post-humana? de Francis Fukuyama? ?La biología es siempre inquietada por fantasías ficcionales sobre seres humanos creados para ser esclavos. Ya tenemos una esclavitud en gran escala, sin ninguna manipulación de nuestros genes. Los reales problemas humanos son mayores que las fantasías, y están con nosotros desde el principio?, dice McElheny.?El ADN es un ícono celebrado, pero es importante que tengamos en mente que éste no controla todo en el comportamiento humano o que no temamos cualquier manipulación de su estructura. El ambiente es crucial y, pese a todas las promesas de la genética, no cabe duda de que una fracción de todo el dinero que se gastó en el proyecto genoma podría salvar muchas vidas si se lo gastase en enfermedades que afectan al Tercer Mundo, como la malaria?, dice Kevin Davies. La doble hélice, o el dúo de científicos, entonces, no nos deben causar miedo. Al fin y al cabo, cómo resistir al candor con que Watson describió el descubrimiento del secreto de la vida, anunciado en el pub The Eagle, hace 50 años: ?¡Francis y yo solamente somos famosos porque el ADN es tan bonito!?. Y, por supuesto, nadie lo duda.

Lea más

50 Years of DNA , de Julie Clayton y Carina Davis.Nature Palgrave, R$ 116,14

DNA: The Secret of Life , de James Watson. Knopf, R$ 167,55

Estos dos libros serán publicados este semestre en EE.UU. e Inglaterra. Pedidos anticipados a: Livraria Cultura, teléfono (005511) 3170-4033

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