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Ciencia

Las células de mil caras

Equipos brasileños utilizan la terapia celular para tratar experimentalmente enfermedades autoinmunes y lesiones cerebrales

En Brasil, no solamente los portadores de problemas cardíacos disfrutan de los beneficios -aún en fase experimental- que brindan las células madre adultas, que están siendo objeto de gran interés, pues son capaces de diferenciarse de las células de algunos tejidos del cuerpo, tales como los del corazón y los del cerebro. Tras los experimentos pioneros de Alberto Marmont, en el Hospital San Martino de Génova, Italia, y de Alan Tyndall, en Basilea, Suiza, el uso de este tipo de células madre o células tronco cuenta ahora con otra aplicación: es en el tratamiento de las llamadas enfermedades autoinmunes, cuando el sistema inmunológico ataca a los tejidos y órganos sanos del propio organismo.

Desde 1996, cuando Marmont y Tyndall anunciaron las conclusiones relativas a sus pruebas con seres humanos, los experimentos con células madre se han propagado por centros europeos, norteamericanos y brasileños. En la Facultad de Medicina de Ribeirão Preto de la Universidad de São Paulo (USP), Júlio César Voltarelli concluyó nueve transplantes de células madre, con el objetivo de tratar enfermedades autoinmunes. Las intervenciones fueron realizadas con la colaboración de médicos de dos hospitales paulistanos (de la ciudad de São Paulo), el Albert Einstein y el Sirio Libanés, y uno de Belo Horizonte, el Socor. De acuerdo con lo informado en un artículo que será publicado en breve en Bone Marrow Transplantation, cuatro de los pacientes eran portadores de lupus eritematoso sistémico, una inflamación grave que afecta a la piel y las articulaciones, y provoca daños progresivos en los riñones.

Otros tres sufrían de esclerosis múltipla, una afección en la que las células de defensa destruyen la vaina de mielina, una membrana que protege a las neuronas (las células nerviosas). Esta enfermedad deriva en una incapacidad física progresiva. Otro paciente padecía esclerosis sistémica, una enfermedad que ocasiona la pérdida de la elasticidad de la piel y de órganos internos, y lleva a la muerte por insuficiencia respiratoria. Además de sufrir de esclerosis sistémica, el noveno paciente tenía lupus.

En el marco de un trabajo vinculado al Centro de Terapia Celular, uno de los Centros de Investigación, Innovación y Difusión (Cepids) apoyados por la FAPESP, Voltarelli administró a los pacientes una quimioterapia a base de medicamentos llamados inmunosupresores, que eliminan células del sistema inmune. Al mismo tiempo, aplicó dosis de una hormona que estimula a las células madre para que migren de la medula ósea -en donde se concentran- a la sangre, que a su vez fue filtrada para separar a las células madre de las restantes. Luego de aplicar una dosis más alta de inmunosupresores, el investigador repuso nuevamente las células en la sangre de los pacientes.

Voltarelli cree que las células madre reemplazan a las células sanguíneas, y así ayudan a restaurar el sistema inmunológico debilitado por la quimioterapia. De la nueve personas tratadas, tres murieron -un hecho que los médicos atribuyen a las complicaciones generadas por la quimioterapia y a la gravedad de la enfermedad que presentaban. Las otras seis mejoraron, aunque permanecen bajo seguimiento médico. Cinco de éstas no necesitan tomar más medicamentos que inhiban al sistema inmune, y tan solo una recibió una nueva dosis de inmunosupresores. “Poco a pocos vamos avanzando”, dice Voltarelli, que integra el equipo que prepara los primeros estudios en el área de otros dos problemas de salud humana, la artritis reumatoide y la diabetes.

Neuronas lesionadas
En otra serie de experimentos, Rosalia Mendez Otero y Gabriel de Freitas, de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), y Maria Lucia Mendonça, del Hospital Pró-Cardíaco, lograron reducir -por ahora únicamente en ratones- los daños resultantes de la muerte de parte del cerebro, por falta de oxígeno y de nutrientes. Este problema, conocido como accidente vascular cerebral isquémico (AVC) o isquemia cerebral, puede llevar a la inmovilidad de brazos y piernas, e incluso a la pérdida del habla. Privadas de sangre, las neuronas mueren y segregan glutamato, una sustancia química encargada de hacer la comunicación entre las células nerviosas. En concentraciones elevadas, el glutamato se vuelve tóxico y mata a las células vecinas, propagando los daños.

Rosalia observó que, al inyectar células madre en la sangre de ratones con isquemia cerebral, estas células se dirigen a la región lesionada, en donde se instalan y permiten la recuperación de las neuronas ubicadas alrededor del área muerta -por lo que todo indica, debido a que liberan sustancias químicas que contrabalancean la acción del glutamato. En caso de que investigaciones futuras confirmen este resultado, el uso de células madre se puede convertir en una forma eficaz de impedir, o al menos disminuir los efectos secundarios, que únicamente aparecen algunos días después de la isquemia cerebral. Los medicamentos disponibles actualmente disuelven el coágulo que bloquea el flujo de sangre, pero solamente reducen los daños si se los toma durante las tres primeras horas después de la isquemia. Lo que se pretende con las células madre es extender el período en el cual aún es posible reducir los daños ocasionados por la falta de irrigación del cerebro.

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