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Editorial

Contra un mar de obstáculos

El nombre de Alpha Crucis es lo suficientemente sonoro y sugestivo como para ser el protagonista central de una saga. A decir verdad, esta combinación de dos vocablos latinos, traducible aproximadamente como cruz alfa, denomina a la estrella más brillante de la Cruz del Sur; que por cierto, es aquélla que representa a São Paulo en el firmamento simbólico de la bandera brasileña. Pero en este caso estas palabras se refieren al nuevo buque oceanográfico de la Universidad de São Paulo, que en mayo de 2012 arribó al puerto de Santos, luego de ocupar durante meses el centro de una historia llena de peripecias, que implicó la superación de mil y un obstáculos técnicos y burocráticos: desde su refacción en un astillero estadounidense hasta el viaje a Brasil, país al que ahora pertenece. La narración suministra una muestra ilustrativa de los sinsabores que no rara vez deben enfrentarse a la hora erigir una sólida, moderna y avanzada infraestructura de investigación científica en el país, combinada con un enorme esfuerzo y la persistencia individual que tantas veces se requieren para sortear ese sinnúmero de obstáculos. Hasta no hace mucho tiempo, el Alpha Crucis se llamaba Moana Wave, tenía bandera estadounidense y estaba al servicio de la Universidad de Hawái. Ahora constituye una importante plataforma de la investigación científica brasileña sobre la biodiversidad, los cambios climáticos y la exploración de la capa presal. Esta aventura, con sus protagonistas y sus antagonistas, emerge muy bien contada a partir de la página 12.

Otro destacado de esta edición nos lleva a constatar que aún subsisten algunas dudas entre los neurocientíficos con respecto a la real importancia de la determinación exacta de la cantidad y la distribución espacial de las neuronas para el avance del conocimiento de uno de los más fascinantes objetos de investigación científica en cualquier tiempo: el cerebro humano. La cuantificación y el mapeo de estas células pueden seguramente ayudar a entender el funcionamiento del mismo. Pero parece insuficiente detenerse en dichos datos para develar aquello que es intrigante en este órgano que un científico como António Damásio, por ejemplo, procura apasionadamente escrutar en su libro Y el cerebro creó al hombre, al recurrir –sin para ello preocuparse con las fronteras entre las disciplinas– a todo el arsenal de conocimiento disponible que le permita avanzar en su intento. Todo esto es tenido en cuenta en el reportaje que se inicia en la página 26, donde se advierte sobre la importancia –más que de las neuronas en sí mismas– de las conexiones efectivas que estas células establecen para crear redes de procesamiento de información distribuida. Así queda contextualizada científicamente la técnica brasileña que allí se enfoca, que hizo posible un nuevo y más preciso conteo de las neuronas y de otras células cerebrales humanas, con la consiguiente embestida contra algunos dogmas de la neurociencia.

Algunos estudios científicos brasileños en las áreas de astrofísica (página 44), geología (página 48) y biodiversidad (página 32), y avances
tecnológicos que apuntan al control biológico de las plagas agrícolas (página 62) constituyen otros temas con los cuales la revista de la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo (FAPESP) intenta en esta edición ofrecerles a los lectores de todo el
mundo una muestra consistente del panorama de la producción del conocimiento científico y tecnológico hecho en Brasil.

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