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REDES DE CONOCIMIENTO 

El ADN de la innovación en las metrópolis

Un investigador mapea cómo influyen las grandes universidades sobre la economía y el ambiente de las regiones urbanas donde se encuentran instaladas

Publicado en noviembre de 2015

La Zona Metropolitana de São Paulo, que figura tan sólo por detrás de las megalópolis de Shanghái y Pekín, en China, y de Seúl, en Corea del Sur, aparece en el 4º puesto en una lista de conglomerados urbanos donde el conocimiento generado por las universidades creció en forma acentuada durante los últimos años, multiplicando sus interacciones con empresas y organizaciones de la sociedad y modificando la economía y el ambiente de las ciudades. Este ranking fue presentado en junio por Méric Gertler, docente del Departamento de Geografía y Planificación y actual rector de la Universidad de Toronto, en Canadá, en el marco de un foro bianual que reúne a líderes de universidades de investigación, el Glion Colloquium, en Suiza. El director científico de la FAPESP, Carlos Henrique de Brito Cruz, quien participó en el encuentro, comentó: “Fue una agradable sorpresa asistir a la conferencia brindada por Méric Gertler, que se llevó a cabo al día siguiente de la mía, y comprobar cómo se destacó a São Paulo como clúster de producción científica”.

Referente internacional en estudios sobre geografía de la innovación, Gertler recopiló datos sobre la producción científica en conglomerados regionales, extraídos de la base de datos Web of Science, de la empresa Thomson Reuters, y analizó redes de cooperación vinculadas con esa producción. Luego, comparó el desempeño de cada región entre 1996 y 2013. En esa clasificación, que muestra la evolución de la producción científica en las últimas dos décadas, São Paulo, con un aumento de más del 400%, y las metrópolis asiáticas (Shanghái registró un crecimiento del 1000%) figuraron en los primeros lugares, delante de regiones tales como Múnich, en Alemania, Boston, en Estados Unidos, y Londres, en Inglaterra. También presentó un ranking de regiones basado en el volumen de las publicaciones científicas entre 2011 y 2013. En dicha lista, São Paulo figura en el puesto 32º, con alrededor de 40 mil publicaciones, detrás de regiones consolidadas como lo son San Francisco, Tokio y Berlín, pero delante de grandes regiones como en los casos de Múnich y Manchester-Liverpool.

Los datos sugieren que las universidades de investigación le aportan dinamismo a las regiones que las albergan, impulsando la economía, la innovación y la creatividad. Entre las 50 universidades mejor ubicadas en el ranking de la Times Higher Education, según reveló el rector, tan sólo siete se encuentran en conglomerados con menos de un millón de habitantes, mientras que entre las 43 restantes, la existencia de una universidad de categoría internacional está ligada a alguna gran región metropolitana, cuyas empresas e instituciones se benefician del conocimiento y de los recursos humanos que genera la academia, al mismo tiempo que proponen demandas que implican desafíos para el ambiente académico. El conglomerado urbano de São Paulo se define, según el análisis de Gertler, como la megalópolis con más de 30 millones de habitantes integrada por la capital paulista, Campinas y São José dos Campos, donde se encuentran universidades tales como la de São Paulo (USP), la de Campinas (Unicamp) y las federales del ABC (UFABC) y de São Paulo (Unifesp), así como el Instituto Tecnológico de Aeronáutica (ITA), además de tres institutos de la Universidade Estadual Paulista (Unesp). Tan sólo la USP, cuyo campus principal se encuentra en la capital paulista, es responsable del 22% de la producción científica brasileña, según datos de Web of Science. “Ese polo brasileño ostenta una trayectoria notable. Hace solamente 25 años, era poco conocido y altamente especializado. Hoy en día se ha transformado en una fortaleza global”, le dijo Méric Gertler a Pesquisa FAPESP. “De acuerdo con datos bibliométricos de Thomson Reuters, en 1990, la USP colaboraba con 350 instituciones en 28 países. En 2014, esas instituciones ya eran más de 6.500, en 145 países. Eso es algo extraordinario”.

En su opinión, la cooperación con las universidades les resulta crucial a las ciudades para reinventarse económicamente. Y cita como ejemplo el sendero recorrido por Pittsburgh, estado de Pensilvania, que logró transformarse, de principal polo siderúrgico estadounidense, en una región próspera y diversificada, siendo ahora una referencia en actividades tales como educación, tecnología, salud y servicios financieros. “Pittsburgh sacó enorme provecho del impacto de la Universidad Carnegie Mellon, de la Universidad de Pittsburgh y de otras 35 universidades y facultades. Del mismo modo, regiones metropolitanas como Boston, San Francisco, Raleigh y Austin se beneficiaron de la influencia del MIT, de las universidades Harvard, Stanford, de California [en San Francisco], de Carolina del Norte-Chapel Hill, Duke, de Texas [en Austin], y otras escuelas menores y menos famosas”, afirmó Gertler. “Lo mismo vale para Canadá, en sitios tales como Toronto y Vancouver, y otros de todo el mundo. Piensen en Singapur o en la región de São Paulo, incluyendo São José dos Campos y Campinas, por ejemplo”.

Muchos países reconocen el valor de la participación en redes globales de conocimiento y seleccionan algunas de sus universidades líderes en investigación para concentrar inversiones, algo que ayuda a atraer y retener estudiantes e investigadores talentosos. “Eso deriva en enormes crecimientos de las publicaciones, citas y colaboraciones, y es una buena noticia para todos”, dijo Gertler.

El estudio adopta una metodología utilizada por otros grupos de investigación, según el cual, los indicadores bibliométricos también sirven para señalar, aunque en forma indirecta, el vigor de las actividades económicas y de la sociedad civil que naturalmente se conectan con las universidades. “La investigación científica es, por definición, una actividad creativa e innovadora y en sí misma se constituye en motor del desarrollo urbano”, escribieron Christian Wichmann Matthiessen, investigador de la Universidad de Copenhague, Annette Winkel Scwarz y Soren Find, de la Universidad Técnica de Dinamarca, en un artículo sobre ciudades globales publicado en 2009 y que empleó la misma metodología utilizada por Gertler. “El administrador de un fondo de capital de riesgo fue directo a punto tal de enunciar: el dinero fluye hacia donde fluyen las ideas”, afirmó Gertler, quien advierte, no obstante, acerca de las consabidas limitaciones del uso de indicadores bibliométricos, que, en general, dicen mucho sobre la cantidad, pero no necesariamente sobre la calidad.

Méric Gertler dedicó buena parte de su carrera académica al estudio de las economías de las regiones urbanas y el rol que las grandes instituciones, como en el caso de las universidades, desempeñan en su desarrollo. En su opinión, existen varios medios a través de los cuales las universidades de investigación intensiva impulsan regionalmente la innovación, la prosperidad y la reinvención de la economía. Y sostiene que, en primera instancia, las universidades son fuentes de dinamismo y resiliencia para las economías de las regiones urbanas. Ellas administran presupuestos abultados y fomentan la investigación cooperativa con industrias, instituciones y organizaciones sin fines de lucro. “Este tipo de investigación basado en colaboraciones conduce con frecuencia a nuevos hallazgos en ciencia básica y aplicada. Cuando los colaboradores locales trabajan con una universidad, los docentes y los alumnos son tanto proveedores como beneficiarios de las nuevas ideas. Además, gran parte de la investigación que se realiza dentro de nuestras instituciones encuentra su camino en el mercado a través de canales tales como acuerdos sobre licencias de tecnología, patentes y startups”.

Universidad de Toronto El rector de la Universidad de Toronto, Méric Gertler: un referente internacional en estudios sobre geografía de la innovaciónUniversidad de Toronto

La formación de capital humano, afirma Gertler, representa el principal aporte de las universidades para sus regiones y países. “La educación de los estudiantes es, por mucho, la forma más importante de transferencia de tecnología de las universidades. Éstos constituyen una poderosa inyección de creatividad, compromiso y energía en sus comunidades”, dice el rector. Y eso funciona para todas las áreas del conocimiento. “Muchas veces oímos que nuestros países precisan mayor cantidad de profesionales en ciencias, tecnología, ingeniería y matemática. Está claro que esos campos son cruciales. No obstante, hay que aclarar que los graduados en ciencias humanas y ciencias sociales generan dinamismo y resiliencia en la misma medida. Las ciencias humanas y sociales nos permiten pensar en forma amplia y profunda sobre nuestros problemas y los valores que nos impelen a crear soluciones”. En la era digital, a su juicio, resulta necesario ser capaz de analizar las informaciones en forma crítica y creativa, de ordenar los puntos claves para generar argumentos persuasivos, de escuchar y aprender con otras perspectivas.

Las universidades de investigación también funcionan como portales de conexión de sus regiones con el mundo y viceversa. “La cooperación entre investigadores y las publicaciones en coautoría se van incrementando con el tiempo y, cada vez más, son de carácter internacional. No se distribuyen en forma aleatoria. Las colaboraciones internacionales se pactan con mayor frecuencia entre instituciones de elite, localizadas en otras grandes regiones urbanas. Tal como se afirma en un editorial reciente en la revista Nature, la excelencia busca la excelencia, por eso las universidades nacionales de elite también lideran la cooperación internacional”, afirma el rector. Ello reviste importancia, dice Gertler, porque la prosperidad presente y futura de las universidades depende de su capacidad para acceder y utilizar no sólo el conocimiento producido localmente, sino también aquél que se produce en otros de los principales centros de investigación e innovación en todo el mundo.

En conclusión, las universidades ejercen una influencia estabilizadora en su vecindad. “Tomando prestado un concepto comercial, nuestras instituciones son como ‘tiendas ancla’ en las comunidades. El tamaño de nuestras instituciones genera un impacto económico sustancial en toda la región, mediante la creación de empleos, los ingresos fiscales y los emprendimientos”, dice Gertler, quien también señala el impacto local positivo de las actividades de extensión que ejerce su cuerpo docente, empleados y alumnos en las comunidades vecinas y en los barrios. Un ejemplo: los estudiantes de odontología de la Universidad de Toronto atendieron a 78 mil pacientes durante el año pasado, como parte de las actividades de extensión.

Las universidades también contribuyen en la reconstrucción de la infraestructura física de las ciudades y, a menudo, desempeñan un rol de liderazgo en la regeneración de la trama urbana. “No es casual que tantos municipios recurran a las instituciones de educación superior para insuflarles vitalidad a sus centros urbanos envejecidos”.

La ciudad de São Paulo surgió por la convergencia de movimientos económicos favorables, tales como el del café y la industrialización, la diversidad cultural promovida por los procesos migratorios y el desarrollo científico fomentado por las grandes universidades, dice Leandro Medrano, docente de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la USP. “Su liderazgo regional se encuentra ligado a esa eventualidad singular que transformó una villa en la mayor megalópolis de América Latina en menos de un siglo. Tal diversidad y la pujanza económica impulsaron ciclos continuos de innovación en diversos sectores, tales como la ciencia, la cultura y las artes”, sostiene. A juicio de Medrano, la mayor amenaza para dicha estructura la constituyen la violencia urbana y el deseo de aislación de una parte de la sociedad. “La proliferación de condominios cerrados, verticales u horizontales, y centros comerciales, podría dividir a la ciudad en microsistemas vallados. Y así dañaría su potencial como centro de innovación. Por suerte, esa tendencia de los años 1980 y 1990 parece estar tomando otros rumbos. En São Paulo podría estar iniciándose un nuevo ciclo de avance en relación con sus virtualidades urbanas”, dice.

El profesor Renato de Castro Garcia, del Instituto de Economía de la Unicamp, recuerda que la región de São Paulo sufrió un proceso de fuga industrial hacia regiones con costos menores y facilidades logísticas. “Pero las soluciones tecnológicas de las empresas presentan mayores obstáculos para descentralizarse, porque la proximidad física y geográfica con la generación del conocimiento tiene un peso importante”, afirma. Castro Garcia dirigió la tesina de maestría que defendió la economista Ariana Ribeiro Costa en la USP, quien analizó la dinámica de las empresas de tecnología de la información de la Zona Metropolitana de São Paulo. “Las empresas que se concentran en la ciudad y en regiones aledañas a ella son intensivas en conocimiento”, dice Ribeiro Costa. Su análisis llega a la conclusión de que esas empresas siguen concentrándose en los alrededores de la capital paulista porque, más allá de los costos, encuentran en la ciudad los eslabones para su consolidación y oportunidades de intercambio de conocimiento. “El contacto cara a cara y la diversificación productiva ejercen un rol fundamental en esa concentración y en el intercambio de conocimiento generado en esos ámbitos”, afirma Robeiro Costa, quien emplea el concepto de conocimiento tácito, bastante estudiado por Méric Gertler en sus estudios sobre los conglomerados económicos. El conocimiento tácito, que es opuesto al conocimiento codificado en libros, es aquél que no es fácilmente transferible y depende del contacto personal, la interacción regular y la confianza para su transmisión.

El trabajo de Ribeiro Costa ayuda a brindar una explicación acerca de por qué la capital paulista fue la única metrópolis de América Latina en la lista de la última edición del informe Global Startup Ecosystem Ranking 2015, que analiza el ambiente para el desarrollo de empresas nacientes de tecnología, las startups. La ciudad de São Paulo ocupa el 12º puesto, siendo superada, por ejemplo, por el Silicon Valley (California), Nueva York, Los Angeles y Boston, en Estados Unidos. En el caso de São Paulo, el estudio señala como puntos fuertes el hecho de que sea la capital económica de América Latina, además de la financiación a las empresas nacientes de tecnología en actividad, cuya cantidad se estima que llega a 2.700. En 2014, las inversiones de fondos de capital de riesgo en startups tecnológicas de São Paulo fueron mayores que las que realizadas en empresas de Seattle, en Estados Unidos. “São Paulo detenta más talentos que cualquier ecosistema de empresas emergentes de Sudamérica”, resaltan los autores del estudio.

La pujanza de los conglomerados de innovación se opone a la idea de que, por medio de la globalización, el mundo se tornó plano, propuesta en un libro del periodista estadounidense Thomas Friedman, sostiene Veneziano de Castro Araújo, docente de economía de la Universidad federal de São Paulo (Unifesp).

“Si bien es cierto que la globalización condujo a una convergencia que les posibilitó a países tales como China y la India su ingreso en la cadena global de provisión de servicios y productos, aún subsisten punto en los cuales la competencia se aglutina incluso dentro de esos países”, sostiene De Castro Araújo, quien en 2013 defendió su tesis doctoral en la USP, también bajo la supervisión de Renato Castro Garcia, abordando los efectos de la proximidad en la dimensión local de la innovación en Brasil.

Y cita como ejemplo la creación de la Unicamp. “La universidad comenzó a formar ingenieros bastante calificados y su entorno atrajo empresas que ampliaron la demanda de esos profesionales. La necesidad de las empresas también exigió que los ingenieros aprendieran tecnologías que no se hallaban disponibles y promovió colaboraciones con la universidad. Y otras empresas que deseaban radicarse en Brasil escogieron Campinas para instalarse, atraídas por la buena interacción entre la universidad y las industrias”, explica. “Otro ejemplo que surgió a partir de la mano de obra capacitada en el ITA es Embraer, aunque ahora asimila a ingenieros graduados en la USP y en la Unicamp. Eso es posible gracias a la cercanía, la especialización y el conocimiento tecnológico de la región”, afirma. Esos factores no impiden, dice De Castro Araújo, que se intensifiquen las interacciones entre investigadores y empresas de regiones distantes, pero las mismas no fluyen con la misma velocidad que las colaboraciones dentro de esos conglomerados.

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