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Tecnología

Abono natural

La soja y crotalaria enriquecen el suelo con nitrógeno e impulsan un incremento de la producción de arroz, caña de azúcar y maíz

De los suelos paulistas sale sin lugar a dudas mucho alimento. Pero en el transcurso de los años, y debido principalmente a la práctica del monocultivo, las tierras cultivables han ido perdiendo su capacidad productiva. Una de las soluciones a este problema puede estar en un trabajo recientemente concluido por el investigador del Instituto Agronómico de Campinas (IAC) Hipólito Assunção Antônio Mascarenhas y sus colaboradores. Dicho estudio analizó el desempeño de los cultivos de maíz, arroz y soja plantados en áreas antes ocupadas conCrotalaria juncea , una planta utilizada como abono verde y en la fabricación de papel de cigarrillos, sogas y alfombras. Y los resultados confirmaron las sospechas de los investigadores: los cultivos anuales de maíz y arroz se vuelven más productivos cuando se los siembra después de la crotalaria o de la soja, dos representantes de la familia de las fabaceas, o las leguminosas, tal como se las conoce más comúnmente.

En el caso del arroz, las pruebas revelaron que el hecho de cultivarlo seguidamente en un única área tiene una interferencia directa en su desempeño. “En tres años en promedio se obtuvo un aumento del 88% en la producción de arroz cuando se lo cultivó después de dos leguminosas (la crotalaria y la soja), si se lo compara con el cereal plantado sin rotación”, comenta Mascarenhas. Con relación a la soja, el estudio mostró que la rotación y la sucesión de cultivos no ejercen influencias sobre su desarrollo y su productividad. No obstante, tales prácticas son recomendables para controlar el ataque de nematodos (un tipo de gusano), una plaga de gran importancia económica para este cultivo. Otra constatación indicó que el uso de variedades de soja, maíz y arroz tolerantes a la acidez del suelo es primordial en su manejo, principalmente en áreas de baja fertilidad.

Las leguminosas poseen una característica peculiar, que las transforma en grandes aliadas del agricultor. En presencia de ciertas bacterias del género Bradyrhizobium , éstas son capaces de absorber el nitrógeno de la atmósfera, enriqueciendo el suelo con uno de los nutrientes más importantes para el desarrollo de las especies vegetales. Dependiendo de las cantidades fijadas de este elemento, se puede incluso dejar de lado el abono químico nitrogenado – con sulfato de amonio o urea – tanto para la soja como para los cultivos posteriores.

El uso de la Crotalaria juncea como abono verde es una práctica bastante difundida en las plantaciones de caña de azúcar del estado de São Paulo, especialmente en terrenos degradados, que puede así ser recuperados. Al margen aportar nitrógeno al suelo, esta planta ofrece ventajas tales como la provisión de la masa verde que protege la tierra durante su ciclo vegetativo y la materia seca, que al ser incorporada al suelo combate la erosión e impide la proliferación de malezas al final de éste.

Plantíos alternados
A sabiendas de las ventajas que brinda la crotalaria, el equipo del IAC resolvió probarla en rotación de cultivos. Este sistema ya era utilizado antes – desde hace al menos tres mil años –, y en la actualidad los expertos son unánimes al afirmar que la alternancia de plantíos de diferentes especies en una misma área contribuye efectivamente para la mejora de las condiciones físicas, químicas y biológicas del suelo. Otro beneficio es la disminución de la incidencia de plagas y enfermedades en el campo. Éstas aparecen porque las plantas de las misma familia botánica son en general susceptibles ante la aparición de las mismas plagas. Así, al intercalar el plantío de especies de familias diferentes, se rompe el ciclo de los enemigos naturales de estas plantas que, al quedarse sin alimento, no logran sobrevivir hasta que el anterior cultivo sea nuevamente plantado.

Pese a que la rotación de cultivos no constituye precisamente una novedad, las informaciones sobre el manejo de granos en los suelos paulistas son siempre bienvenidas. De allí la relevancia de la investigación del IAC, que tuvo en cuenta áreas representativas de la agricultura de São Paulo para verificar la validez de sus modelos. Dos campos experimentales se instalaron en el noroeste paulista, en las localidades de Votuporanga y Pindorama, y otro en Mococa, en el norte del estado, en el límite con Minas Gerais. Estas dos áreas agrícolas, aunque tengan suelos con características diferentes, presentan semejanzas, tales como la deficiencia de calcáreo, un elemento esencial en el combate contra la acidez del suelo y una de las causas de la baja productividad de los cultivos. La degradación de la tierra provocada por décadas de manejo inadecuado es otro punto en común entre los tres campos probados.

Esta investigación, financiada por la FAPESP, se extendió a lo largo de tres cosechas agrícolas: 1999-2000, 2000-2001 y 2001-2002. Los campos experimentales recibieron el abono necesario, y las semillas de soja, maíz y arroz utilizadas eran tolerantes a la acidez del suelo. Las áreas fueron subdivididas, en esas parcelas se probaron las posibles combinaciones de cultivos, con y sin el plantío de Crotalaria juncea en invierno. Asimismo, se reservaron terrenos para el cultivo de maíz, arroz y soja sin rotación.En todas las situaciones analizadas los resultados demostraron que los cultivos de maíz y arroz sembrados después de la crotalaria tuvieron un desempeño superior a los demás en lo que se refiere a productividad, tamaño y calidad de los granos.

La rotación de cultivos también demostró ser la mejor opción. “Este proyecto confirmó mis trabajos anteriores relativos a la importancia de la racionalización del uso del suelo. En tal sentido, las leguminosas desenvuelven una función esencial”, dice Mascarenhas.El investigador siguió el comportamiento de la oleaginosa en el campo, y tuvo cuenta sus propiedades para la fijación del nitrógeno en el suelo. En 1977 inició un trabajo que se extendió durante cerca de diez años. Mascarenhas y sus colegas del IAC notaron que los residuos de nitrógeno existentes en el suelo aumentaban durante los años de cultivo de soja. Una vez hecha esta constación, los investigadores dieron inicio a las pruebas, con la rotación de la soja con maíz, arroz, trigo, sorgo y caña de azúcar.

El estudio demostró que la necesidad de nitrógeno puede contemplarse íntegramente a partir del primer año de rotación con la soja. De acuerdo con el investigador, una hectárea (un área de 10 mil metros cuadrados) de soja plantada fija 160 kilos de nitrógeno en promedio, mientras que el arroz, el trigo, el sorgo y la caña necesitan 200 kilos de sulfato de amoníaco por hectárea. Cien kilos de este producto le cuestan 52 reales al agricultor. Entretanto, el maíz es más exigente: necesita entre 300 y 600 kilos de fertilizante para abonar la misma área. En todos los casos se aplicaron distintas cantidades de abono químico, lo que aumentó su participación en la nutrición de las plantas año tras año. “Los datos nos demostraron que en las áreas de rotación con soja, este nitrógeno no redundó en un aumento de productividad, lo que prueba que no era necesario”, informa Mascarenhas.

Aunque esta investigación fue concluida al final de los años 80, continúa manteniéndo su actualidad. Y más aún en un época en la que la soja se ha convertido en el gran producto de exportación brasileño, y el usarla en rotación con gramíneas como el arroz, el maíz y la caña puede generar ingresos extras para los agricultores.

El Proyecto
Efecto de la Rotación de Cultivos y el Abono Verde en Parámetros de Suelo y Productividad de Arroz, Maíz y Soja
Modalidad
Línea regular de auxilio a la investigación
Coordinador
Hipólito AssunçãO Antônio Mascarenhas – IAC
Inversión
R$ 36.953,00

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