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AERONÁUTICA

Alas del Sur

Dos nuevos fabricantes de aviones se instalan en Santa Catarina

Modelado electrónico del avión U-Xc, de Novaer, que se ensamblará a partir de 2015 en la fábrica de Lages (SC)

NovaerModelado electrónico del avión U-Xc, de Novaer, que se ensamblará a partir de 2015 en la fábrica de Lages (SC)Novaer

Con capacidad para dos tripulantes, el monomotor Wega 180, construido en carbono, vidrio y resina de alta calidad, fue el destacado en la segunda más importante exposición mundial de aviación, la Sun’n Fun, realizada en abril de este año en Lakeland, Florida, Estados Unidos. La pequeña aeronave, de tan sólo 6,5 metros de longitud, atrajo la atención de los visitantes por su diseño y desempeño, y fue objeto de reportajes en periódicos y revistas especializadas. La potencia del motor es de 180 HP, el equivalente a la de tres automóviles Gol 1.0. Durante los días que duró el evento, el empresario Jocelito Wildner recibió dos pedidos de compra y respondió alrededor de 300 correos electrónicos solicitando información. Wega, cuya sede está radicada en Palhoça, en la Región Metropolitana de Florianópolis, es la primera fábrica de aviones instalada en Santa Catarina y el embrión de un polo aeronáutico que cuenta con el apoyo de la Federación de Industrias del Estado de Santa Catarina (Fiesc) y de la gobernación del estado. Un segundo fabricante, Novaer, con sede en São José dos Campos, en el interior paulista, suscribió un protocolo con el gobierno catarinense para instalarse en el estado. La empresa planifica iniciar la construcción de una fábrica en Lages, en la sierra catarinense, el año que viene, para comenzar a producir a finales de 2015 las primeras unidades de sus avionetas de dos y cuatro plazas, que aún se encuentran en fase de desarrollo.

“Santa Catarina es un estado con fuerte vocación industrial y, por ello, resulta atractivo para este tipo de inversión”, dice Glauco José Côrte, presidente de la Fiesc. Más allá de los incentivos e inversiones, el estado cuenta con un conjunto de instituciones de enseñanza, investigación y desarrollo de tecnología e innovación. “Los aviones de Wega representan nuestra capacidad para fabricar bienes de alta tecnología que mejoran la competitividad de la industria catarinense”, dice Côrte. “Santa Catarina será la cuna del segundo polo aeronáutico de Latinoamérica”, expresa.

064-067_Novos avioes_210_1Los retos para concretar tal objetivo no son pocos. Según los expertos, un pilar fundamental para el establecimiento de un polo aeronáutico, como el existente en São José dos Campos, que nació junto al Instituto Tecnológico de Aeronáutica (ITA), es la capacitación profesional y la existencia de mano de obra especializada. Pensando en ello, el Servicio Nacional de Aprendizaje Industrial (Senai) de Santa Catarina creó, en 2009, una escuela de mecánica de aviación en São José, un municipio cercano a Florianópolis. La propuesta radica en capacitar profesionales que dominen los conceptos básicos de la actividad. Como fruto de las negociaciones llevadas a cabo durante la feria en Florida, alumnos y docentes de aviación del Senai también podrán realizar intercambio con la Central Florida Aerospace Academy (CFAA), una escuela especializada en el sector aeronáutico en Estados Unidos. También se cuenta con la carrera de ingeniería aeroespacial de la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC).

Como empresa pionera del polo catarinense, Wega constituye la concreción del sueño de su emprendedor, el mecánico de aeronaves Jocelito Wildner, graduado en la escuela de Varig, que fuera la mayor compañía aérea brasileña. Apasionado por la aviación, a sus 12 años construyó junto a un hermano un ala delta y se lanzó desde la terraza de su casa, en Ijuí, Rio Grande do Sul. En 2006 fundó Wega con el objetivo de fabricar kits de aeronaves livianas en compósito (un material compuesto por dos elementos que adquiere nuevas propiedades) utilizando técnicas y componentes de última generación. “Se trata de aeronaves pequeñas, experimentales, que se utilizan para recreación. Es algo así como un jet ski, pero que vuela”, bromea Wildner. La comparación puede inducir la idea de que los aviones de Wega son de “juguete”; pero se hallan lejos de serlo. El monomotor es capaz de volar durante seis horas y media, cubriendo grandes distancias. Para el viaje entre el Aeroclub de Santa Catarina y Lakeland, en Florida, el avión recorrió casi 8 mil kilómetros, con nueve escalas.

Además del Wega 180, Wildner también produce una versión con motor más potente, de 210 HP. Ambos modelos cumplen normas y leyes internacionales de seguridad, pero no son de uso comercial: sirven como aviones particulares. El tren de aterrizaje de los dos es retráctil, y ambos tienen alas bajas, lo que les asegura una velocidad crucero de 350 kilómetros por hora (km/ h) con buen desempeño. La empresa catarinense mantiene un convenio con colaboradores en el exterior para la provisión de algunas partes, tales como la hélice, fabricada por la alemana MT Propeller, y el instrumental de a bordo y la motorización, provistos por las estadounidenses Dynon y Superior Air Parts, respectivamente. Los aviones de Wega se venden en kits y le cabe a quien los adquiere realizar el montaje final de la aeronave. El precio estimado del kit ronda los 83 mil dólares. Para montar el avión, su dueño deberá gastar alrededor de 200 mil dólares, en total. El empresario invirtió más de un millón y medio de reales en el desarrollo de los aviones y en el montaje de la fábrica en Palhoça. Ya entregó tres unidades y tiene encargadas otras cuatro. Actualmente la capacidad de producción es tan sólo de dos aeronaves por año, pero Wildner pretende ampliarla. “Tenemos planes para elevar nuestra producción anual a 12 unidades”.

Trayectoria propia
Novaer, la segunda fabricante de aviones en instalarse en Santa Catarina, fue fundada en 1998 y ya posee una historia para contar. Es la proveedora del tren de aterrizaje del avión T-27 Tucano, producido por Embraer y utilizado por la Fuerza Aérea Brasileña y por gobiernos de otros diversos países. La empresa también participó en el desarrollo de una aeronave militar liviana de ataque para la US Aircraft Corporation, con sede en Ohio, Estados Unidos, y proyectó las alas y el tren de aterrizaje de la aeronave EV-20 de la empresa estadounidense Eviation Jets. En febrero de 2010, Novaer comenzó el desarrollo del prototipo de una aeronave propia, enfocada en los mercados civil y militar, y denominada provisoriamente T-Xc. A continuación, inició negociaciones con el gobierno catarinense para radicarse en el estado.

Novaer“Novaee es pionera en el programa del gobierno de Santa Catarina, que tiene como meta la creación de un polo tecnológico de aeronáutica y defensa, lo cual ciertamente constituye un fuerte atractivo para que otras empresas del sector se instalen en el estado”, dice Graciliano Campos, presidente de Novaer. La fábrica se erigirá en la localidad de Lages, a 220 kilómetros de la capital, y estará lista para el final de 2015. La línea de montaje está siendo calculada para producir hasta 10 aviones por mes y se dedicará exclusivamente a la fabricación del modelo T-Xc, que ofrecerá dos versiones: una de entrenamiento y un utilitario. Tendrán 8 metros de longitud y 9 de envergadura, que es la medida de las alas, de una punta a la otra. Alcanzarán una velocidad máxima de 370 km/ h con un motor de 315 HP provisto por Lycoming, de Estados Unidos, y contarán con instrumental de a bordo provisto por la también estadounidense Garmin. Todo el fuselaje y las partes dinámicas, tales como flaps y timón, son desarrollados y serán producidos por Novaer.

El primer modelo, con dos plazas se destinará al entrenamiento de pilotos civiles y militares y costará 800 mil dólares; el segundo, con cuatro plazas, bautizado con el nombre provisorio U-Xc, hará el transporte de pasajeros y cargas. También con un costo aproximado de 800 mil dólares, se venderá a personas físicas, aeroclubes, empresas de taxi aéreo y de transporte de pequeñas cargas. El T-Xc será un avión encuadrado en la categoría de aviación general, que incluye desde monomotores particulares hasta jets ejecutivos modernos. El mercado para ese tipo de aeronaves es inmenso, y Brasil es actualmente dueño de la segunda flota del género, con 13 mil aviones, tan sólo detrás de Estados Unidos. El parque estadounidense de aviación general, donde se encuadran las aeronaves que produce Novaer, es de 220 mil aviones. Según el informe anual de la Asociación de Fabricantes de Aviación General (Gama, por sus siglas en inglés), este sector de la aviación generó en 2012 un monto de 18.800 millones de dólares en ventas.

“El T-Xc es un avión completamente fabricado en fibra de carbono curada en autoclave, por eso puede considerársele un avión innovador”, dice Campos. “La fibra de carbono es un material conocido y cada vez más utilizado en aviación en función de ser liviano y resistente. Pero, en la mayoría de los casos, ese material se emplea en la estructura de las aeronaves junto a fibra de vidrio o compuestos metálicos”. Según informa el ejecutivo de Novaer, el país tan sólo posee fábricas que proveen al mercado de aviación general mediante las denominadas aeronaves experimentales, pero ninguna de ellas produce un avión certificado por el Reglamento Brasileño de Aviación Civil 23 (RBAC 23) de la Agencia Nacional de Aviación Civil (Anac). “Sin esa certificación, los aviones experimentales no pueden utilizarse comercialmente ni para el entrenamiento de pilotos. Nuestros mayores competidores serán los fabricantes internacionales, tales como las empresas estadounidenses Cessna, Piper y Cirrus”.

NovaerEl primer prototipo del T-Xc alzará vuelo durante el último trimestre de este año. A continuación, se construirán otros dos para la campaña de test de certificación, prevista para llevarse a término hacia el final de 2015. Según Graciliano Campos, gran parte de las piezas primarias de carbono ya están listas y el prototipo se encuentra en fase de montaje de los conjuntos. “Estamos realizando el ensamble de las partes de las alas y su integración con las piezas metálicas de articulación de las superficies de mando, tales como flaps y alerones”, dice. “El T-Xc se basa en un proyecto de concepción aerodinámica del proyectista Joseph Kovács [húngaro naturalizado brasileño con paso por el Instituto de Investigaciones Tecnológicas (IPT), el Centro Técnico Aeroespacial (CTA) y Embraer] y, debido a sus cualidades de vuelo, es capaz de realizar maniobras acrobáticas arriesgadas”.

El desarrollo del avión de Novaer fue realizado por los proyectistas de la propia empresa con la colaboración de investigadores del Centro de Estudios Aeronáuticos (CEA) de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), encargados de la realización de test, cálculos y análisis aerodinámicos. El proyecto también fue avalado por la Finep (la Financiadora de Estudios y Proyectos), por medio de su línea de Subvención Económica e Innovación Tecnológica. La empresa recibió alrededor de 10 millones de reales para la financiación de las fases del proyecto y el prototipo de la aeronave. Este valor se complementó con recursos de la propia Novaer para financiar el desarrollo del avión y, más recientemente, con inversiones provenientes del estado de Santa Catarina para el avance del programa en sus fases de certificación e industrialización.

La UFMG gana el concurso de aerodiseño

El proyecto de una avioneta para cuatro tripulantes, creado por docentes y estudiantes del Centro de Estudios Aeronáuticos (CEA) de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), fue el ganador en un concurso internacional promovido por el fabricante de motores aeronáuticos Price-Induction, de Francia. El proyecto, que exigía el uso de dos turbinas provistas por la empresa francesa, fue seleccionado entre 11 finalistas de distintos países por un cuerpo de jurados compuesto por expertos internacionales en innovación aeroespacial.

Para Paulo Henriques Iscold, coordinador del CEA y docente del Departamento de Ingeniería Mecánica de la UFMG, el premio es el resultado de las investigaciones tecnológicas en el campo de la aviación en general realizadas por la universidad en los últimos 50 años. “Pocas instituciones en el mundo poseen capacidad como para trabajar en la fabricación de un avión”, dice. “Ahora es el momento de buscar colaboradores en tecnología e inversores para que, en un futuro próximo, podamos producir este avión en la UFMG”. El equipo de graduandos que participó en el proyecto estuvo compuesto por los alumnos Julliardy Matoso y Letícia Soares, de la carrera de ingeniería aeroespacial, y Matheus Vinti y Sérgio Lopes, de ingeniería mecánica.

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