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Botánica

Algas en profundidad

Proyecto concluye cuatro décadas de mapeo de las especies de São Paulo

Tras cuatro décadas de investigación y más de 40 mil kilómetros de andanzas recolectando material por mar, ríos, lagos y represas, el biólogo Carlos Bicudo se apresta a concluir el mapeamiento de las algas del territorio paulista. Ese hecho comenzó hacerse realidad en julio del año pasado, con el inicio del proyecto temático Flora Ficológica del Estado de São Paulo, financiado por la FAPESP y coordinado por Bicudo, en el cual participan 42 investigadores de 27 centros de Brasil y el exterior.

Este proyecto de identificación de toda a flora ficológica (relativa a las algas) paulista, que forma parte del programa Biota-FAPESP de relevamiento de los recursos biológicos del estado, es inédito en Brasil. Ayudará al monitoreo preciso de la calidad del agua de los manantiales, además de suministrar indicadores para la conservación o la recuperación de ambientes acuáticos. Es un proyecto de taxonomía, la ciencia de la identificación y clasificación de las especies. “De la misma manera que no se puede leer sin conocer el alfabeto, no se puede hacer ciencia sin taxonomía”, enfatiza Bicudo, biólogo de 63 años.

Un pasado desconocido
Por medio de este trabajo se puede incluso conocer lo que ya no existe más: en todo el mundo se extinguen especies de la flora y la fauna y, muchas veces, no se conocen los organismos que existieron antes. El estado de São Paulo ya fue íntegramente cubierto por selvas, que hoy cubren menos del 10% del territorio. Qué existía en el río Tietê, por ejemplo, nadie lo sabe. Bicudo ya tenía eso en mente cuando fue a trabajar en el Instituto de Botánica (hoy ligado a la Secretaría de Medio Ambiente) en 1960, aún siendo estudiante. Por ese entonces empezó a organizar un herbario con sus colegas Rosa Maria Teixeira Bicudo, Marilza Cordeiro Marino y Noemy Yamagushi Tomita. Actualmente, el herbario reúne 15 mil muestras de algas marinas secas estiradas en papel y otras 3 mil de agua dulce conservadas en frascos.

Entretanto, casi todo estaba por hacerse en ese inicio. Las primeras 200 algas que fueron al herbario del instituto, por ejemplo, eran duplicados identificados durante el siglo XIX por naturalistas extranjeros, como Von Martius. Éstas estaban antes en el acervo de la antigua Comisión Geográfica y Geológica del estado de São Paulo (actual Instituto Geológico de la Secretaría de Medio Ambiente).

Las restantes fueron reunidas durante los últimos 40 años por los investigadores y pasantes del Instituto de Botánica. Con todo, se estima que las 2.642 especies de algas ya reunidas representan tan solo la mitad de lo que existe en la naturaleza. Con la reunión de más material en 400 municipios paulistas, el total de especies clasificadas ascendería a 5 mil. Bicudo revela que desde el inicio del proyecto se encontraron unas 500 especies aún no documentadas en el estado, de las cuales 40 son inéditas en el mundo. Desde el inicio de la década del 60, Bicudo y su grupo investigaron en todo el estado y reunieron las 3 mil muestras de algas de agua dulce del herbario.

Lagunas en el mar
Pero había lagunas: “El análisis de las 47 publicaciones dedicadas a la taxonomía de las algas marinas macroscópicas bentónicas del estado de São Paulo, por ejemplo, mostró que esa flora está representada por 308 especies, de las cuales 198 son Rhodophyceae, 68 Chlorophyceae y 42 Phaeophyceae“. Faltaba información sobre esa flora porque no se investigó el área más profunda del llamado infralitoral, solo accesible mediante buceo. En el caso de las algas azules (Cyanophyceae) marinas de la franja supralitoral, de aguas más playas: la literatura solo listaba 108 especies, pues el área cubierta era extremadamente restricta.

Hasta que se inició el proyecto, 2.226 especies de agua dulce estaban identificadas, cerca del 40% de la diversidad existente. Es que a lo largo de los últimos 40 años, muchos ambientes acuáticos desaparecieron y fue dándose una tendencia mayor a la búsqueda de material en los ambientes lénticos (lagos, lagunas, pantanos) y semilénticos (embalses y reservorios) que en los lóticos (ríos, arroyos y riachos).

Además de ser importantes para la preservación del ecosistema, pues forman el primer eslabón de la cadena alimentaria en lagos, represas, ríos y mares, las algas indican la calidad del agua. Las Charophyceae , por ejemplo, habitan lugares excelentes para la piscicultura. Las Cyanophyceae y las Euglenoplyceae sugieren ambientes ricos en nitrógeno y fósforo -es decir, contaminados por desagües-, mientras que las Bacillariophyceae o diatomáceas no toleran esos ambientes y su presencia es señal de agua en buenas condiciones.

Fue a partir de las algas que se constató la contaminación por desagües del lago de las Garzas, en el Jardín Botánico paulistano: “Estamos estudiando el material y las condiciones físicoquímicas del lago para después definir el proyecto de recuperación”. Al final del proyecto, el número de especies de agua dulce conocidas del estado podría llegar fácilmente al doble. Las Zygnemaphyceae , por ejemplo, pasarían de 1.053 a 1.500 ó 1.600, y las 61 Bacillariophyceae llegarían a 900.

Para tal fin se ha intensificado la cosecha. Hasta agosto, se habían realizado 18 de los 50 viajes programados. El grupo que estudia especies de agua dulce, con cuatro investigadores y seis estudiantes, realizó 15 viajes al interior y reunió material de agua corriente, poco representado en el herbario. El grupo de algas marinas, con cuatro investigadores del instituto, tres profesores de la USP y cinco estudiantes, realizó tres viajes de investigación al litoral norte: como ya había muchas muestras de buena calidad del área entre las mareas baja y alta, la colecta empezó a hacerse en las aguas más profundas de la franja infralitoral -abajo de la marea baja- y en las islas.

Equipamiento
Los investigadores viajan munidos de red, cortaplumas, frascos y una solución fijadora para preservar el material. Llevan también tres aparatos: un GPS de localización por satélite, un medidor de PH (acidez o alcalinidad) y otro de la conductividad del agua (que indica la cantidade de iones presentes). Baja conductividad, por ejemplo, es señal de agua de buena calidad, en tanto alta conductividad indica agua contaminada.

Ya hubo investigaciones en los mayores ríos paulistas -Grande, Paraná, Tietê, Paranapanema y Turvo-, así como en las represas. El tamaño de los ejemplares va de 0,002 milímetro (es el caso de las algas del género Diogenes, de agua dulce estancada) hasta 2 metros (las caráceas, de agua dulce) e incluso a 35 metros de largo (las Macrocystis marinas, de aguas profundas).El material es analizado por los 43 investigadores brasileños y extranjeros participantes. Algunos de los extranjeros trabajan aquí y otros reciben el material en sus respectivos países. Bicudo revela que fue necesario recurrir a especialistas de la República Checa, Japón, Estados Unidos, Australia y Argentina para identificar y clasificar algunas especies de agua dulce.

Cuando realizaba su tesis doctoral, en 1969, Bicudo necesitó una nueva muestra de algunos ambientes de la capital paulista. En el Campo do Chá, en donde actualmente se encuentra el Vale do Anhangabaú, ya crecieron especies que no pudieron ser recolectadas nuevamente, pues el riacho del Anhangabaú fue enteramente canalizado. “Tenemos incluso muestras de algas diatomáceas colectadas en la avenida Paulista al final del siglo XIX, que hoy ya no existen más.”

El investigador dice que el trabajo del profesor Aylthon Brandão Joly sobre las algas de la bahía de Santos constituye un hito en el estudio de las algas en el estado: “Él identificó 100 especies de algas que aparecían allí y hoy, con seguridad, no existen ni siquiera 50 de esas especies. El lugar creció, hubo impactos en el medio ambiente, perdimos diversidad, perdimos especies”.

Trece volúmenes
Bicudo revela que ni siquiera en Estados Unidos, país que invierte 1,5 millones de dólares anuales durante cinco años en la formación de taxonomistas, no se concibió un proyecto similar al organizado en São Paulo. “Acá estamos mapeando dónde aparece cada especie”. Algunas aparecen en todo el estado, otras solamente en ciertas regiones. Además de la conservación y la recuperación ambiental, el proyecto tiene por objeto la formación de recursos humanos: 70 personas de Brasil y de países vecinos pasaron por la Sección de Ficología del Instituto de Botánica, para investigar algas de agua dulce y marinas.

El proyecto resultará en la publicación de Flora Ficológica do Estado de São Paulo, un conjunto de 13 volúmenes con la descripción de las investigaciones desde el siglo pasado hasta el año 2000. El primer volumen está listo para su publicación y refiere a 31 especies de algas Carofaceae existentes en el estado. También se producirán manuales de identificación de algas para ser usados en escuelas secundarias y universidades de todo Brasil.

Desde Von Martius
Fueron los naturalistas extranjeros del siglo XIX los primeros en identificar algas brasileñas. Entre ellos se destacó el bávaro Carl Friedrich Philip von Martius (1794-1868), integrante de la misión científica que investigó en el país entre 1817 y 1820. Von Martius reunió y listó 80 especies de algas en el libro clásico Flora Brasiliensis, de 1833. Otros extranjeros del siglo XIX identificaron algas brasileñas, en general a partir de muestras que les fueron enviadas en sus países. Después, casi nada fue hecho hasta mediados del siglo XIX.

En 1960, Carlos Bicudo y sus colegas Rosa Maria Bicudo, Marilza Marino y Noemy Tomita reunieron las primeras especies marinas en la bahía de São Vicente y en la región de Ubatuba. En esa época, seguían la carrera de Historia Natural (origen del actual Instituto de Biociencias) en la por entonces Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de la Universidad de São Paulo (USP). Y tenían clases de taxonomía de algas marinas con el profesor Aylthon Brandão Joly, considerado el creador de la ficología brasileña.

En 1957, Joly publicó Contribuición ao Conhecimento da Flora Ficológica Marinha da Baía de Santos e Arredores, el primer inventario planeado de las algas de una determinada región de Brasil. Con base en el material recolectado por su grupo, Joly publicaría en 1965 el importante estudio Flora Marinha do Litoral Norte do Estado de São Paulo e Regiões Circunvizinhas.

En 1961 y 1962, Bicudo y Rosa Maria realizaron las primeras cosechas de agua dulce en la Reserva Biológica del Parque Estadual das Fontes do Ipiranga y después publicaron dos fascículos sobre tema. Entre 1963 y 1965, Bicudo realizó su residencia y su maestría sobre algas en la Universidad de Michigan (EE.UU.), dirigido por Gerald W. Prescott. Volvió al país con diez cajas de fotocopias de todo lo que se había publicado sobre algas brasileñas en Estados Unidos y comenzó a reunir material de agua dulce en el estado. De allí en adelante, fue desarrollando el estudio que derivó en el ambicioso proyecto actual de mapeamiento.

EL PROYECTO
Flora Ficológica del Estado de São Paulo
Modalidad
Proyecto temático
Coordinador
Carlos Eduardo de Mattos Bicudo – Instituto de Botánica
Inversión
R$ 87.750,00 y US$ 83.786,00

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