Para una parte de las víctimas de la hipertensión, el arsenal de medicamentos y terapias disponibles no es capaz de controlar la enfermedad de modo adecuado. La afección resiste a los tratamientos y se presenta de manera severa, provocando lesiones en órganos como el corazón, los riñones y el sistema circulatorio. Un estudio llevado a cabo por un equipo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FMUSP) ayuda a comprender y a diagnosticar una de las causas de la manifestación refractaria de la enfermedad. Un grupo de investigadores del Instituto del Corazón y del Departamento de Radiología de la FMUSP, liderado por el profesor Eduardo Moacyr Krieger, creó una herramienta de diagnóstico y demostró cómo un problema en la anatomía del sistema nervoso -la existencia de una arteria comprimiendo una región del tronco cerebral- puede ser uno de los factores causantes de la hipertensión severa y resistente.
Esa zona, conocida como región rostral ventrolateral del bulbo, es responsable de la llamada actividad simpática, aquella que mantiene el funcionamiento del sistema cardiovascular. En la mayoría de las personas, la arteria en cuestión, en general una rama de la arteria vertebral, pasa a lo largo de esa área del tronco cerebral. Pero hay individuos que tiene dicha arteria apoyada en la región, en tanto que en otros la arteria no está solamente pegada a la región rostral ventrolateral del bulbo sino que además provoca una compresión tan fuerte que llega a deformarla. “Desde el final de los años 1970 surgieron evidencias de que las pulsaciones de esa arteria puede excitar la región y aumentar la actividad simpática, lo que conlleva a la contracción de los vasos y a un aumento de la presión arterial”, dice Fernanda Marciano Consolim-Colombo, coordinadora del laboratorio de investigación clínica de la Unidad de Hipertensión del InCor y una de las responsables de la investigación.
El equipo de la FMUSP desarrolló un método para detectar el problema anatómico y, por medio de él, asoció el grado de compresión con el aumento de la actividad simpática vinculada a la hipertensión. La investigación se realizó en dos frentes. Uno de ellos, a cargo de Claudia Costa Leite, jefa del Sector de Resonancia del Departamento de Radiología de la FMUSP, creó un estándar de obtención de imágenes por medio de una resonancia magnética capaz de mapear la existencia o no del problema anatómico. Esta etapa redundó un artículo científico divulgado en enero en la revista Neuroradiology.
Mano en el hielo
La etapa siguiente, realizada en la Unidad de Hipertensión de el Incor, consistió en relevar la actividad simpática de tres grupos de pacientes: uno que exhibía fuerte compresión de la arteria, otro que presentaba la arteria apoyada a la región, pero sin presionarla, y un tercero con la arteria pasando a lo largo. Por medio de un examen llamado microneuromiografía, en el cual un electrodo es colocado en un nervio de la pierna, se evalúa en dos situaciones: en reposo y con estimulación (colocándose la mano del paciente en un balde de hielo, lo que hace que la presión suba). Se descubrió que el grupo con fuerte compresión provocada por la arteria presentaba una actividad simpática superior a lo normal incluso durante el reposo.
En otro hallazgo, se constató que no hay diferencia en la actividad simpática de individuos en los cuales la arteria pasa lejos de la zona rostral ventrolateral del bulbo y aquéllos en que la arteria aparece únicamente apoyada; es decir: el problema se concentra en los pacientes con deformación en el tronco cerebral. Esta etapa fue descripta en la tesis doctoral de Mauricio Sendeski, orientada por Eduardo Krieger y por la médica Fernanda Marciano Consolim-Colombo, y rindió un artículo científico publicado en febrero en la revista Hypertension.
El descubrimiento de la asociación de la compresión provocada por la arteria en el sistema nervioso y la hipertensión se dio por casualidad, y estuvo a cargo de un neurocirujano estadounidense, Peter Jannetta, en ese entonces profesor del Centro Médico de la Universidad de Pittsburgh, estado de Pensilvania, que se especializara en un tipo de microcirugía para separar también en la región del tronco cerebral un vaso que comprime el nervio facial y provoca dolor o reflejos involuntarios en el rostro.
Teflón
Al hacer esas cirugías, él observó que algunas personas exhibían también la compresión de la zona rostro ventrolateral de la médula y que, entre ellas, eran comunes los casos de hipertensión severa. Jannetta propuso un tratamiento quirúrgico para el problema, que consiste en separar la arteria de la zona e instalar entre ellas un aislamiento hecho de teflón. El tratamiento quirúrgico dio buenos resultados en el 50% de los casos, en una evidencia de que, en parte significativa de los enfermos, no es la causa aislada de la hipertensión. A partir de ahí, esta variable es considerada por médicos que tratan esa enfermedad, pero no se sabía cuál era el grado de compresión provocado por el vaso capaz de generar el problema.
Uno de los méritos del trabajo de la FMUSP fue el mostrar por primera vez que únicamente los casos de compresión grave provocan la hipertensión severa. “Los descubrimientos son importantes para identificar, entre pacientes hipertensos con señales de compresión neurovascular, los individuos que tengan la actividad simpática alterada”, dice el médico Eduardo Krieger. El próximo consistirá en mapear las lesiones causadas en órganos de pacientes que presentan la compresión. Esto podrá abrir camino para encontrar tratamientos más adecuados. La descompresión quirúrgica es una de las posibilidades, siempre que se compruebe que hay una indicación clara del problema. Otra posibilidad es el tratamiento con medicamentos que actúan específicamente en el área, y el uso de dosis y cantidades mayores de drogas antihipertensivas, toda vez que se sabe que el organismo, por razones fisiológicas, es refractario a ellos.
Republicar