En Brasil se fabrican anualmente alrededor de 160 mil toneladas de envases de larga vida, destinados al fraccionamiento de leche, jugos de frutas, pulpa de tomate y hasta agua de coco. De dicho total, tan solo el 25% se recicla, mediante un proceso que aprovecha únicamente papel, para luego descartar en los rellenos sanitarios los dos otros componentes de estas pequeñas cajas, que son el plástico y el aluminio. Pero este escenario ha comenzado a pasar por alteraciones. Todo empezó en mayo de este año, con la inauguración de una planta fabril construida en la localidad de Piracicaba (São Paulo), destinada al completo procesamiento de estos materiales. Dicha fábrica lleva a adelante un proceso tecnológico inédito en el mundo, capaz de efectuar la separación total del aluminio y el plástico que forman parte de las paredes de las cajitas larga vida, conocidas en Brasil también como “cartonadas”. El desarrollo de esta nueva técnica fue posible mediante la unión de cuatro empresas: Alcoa, que produce aluminio; TSL, de ingeniería ambiental; Klabin, productora de papel y Tetra Pak, fabricante de envases. Éstas esperan ver el porcentaje de reciclaje aumentar hasta un 65% del total producido en el país inicialmente.
“Fueron siete años de investigación y desarrollo para arribar a este nuevo proceso”, dice Nelson Findeiss, presidente de la empresa Tetra Pak. La nueva planta ubicada en la ciudad de Piracicaba insumió inversiones por valor de 12 millones de reales para quedar lista. Dicha cuantía salió del aporte de las cuatro empresas que componen la sociedad. TSL, que construyó y opera la unidad de 2.200 mil metros cuadrados, cuenta con un plazo de cuatro años para devolver el dinero que invirtieron las otras tres empresas. A su vez, se hace cargo del procesamiento del material y la venta de los productos resultantes: los lingotes de aluminio, el papel y la parafina que se obtiene del plástico. La fábrica es capaz de procesar 8 mil toneladas anuales de plástico y aluminio, el equivalente a 32 millones de toneladas de envases larga vida. De acuerdo con Fernando von Zuben, director de medio ambiente de Tetra Pak, con el inicio de la operación de la planta, será posible elevar el volumen de esta modalidad de reciclaje, expandiendo así la cadena que participa en la actividad, con generación de empleos e ingresos. “Estimamos que, con la implantación del reciclaje total, el valor de los envases larga vida recogidos por los cirujas, que actualmente es de 250 reales la tonelada aproximadamente, aumentará un 30%”, dice Von Zuben. La unidad de reciclaje de Piracicaba se abastecerá con el material recolectado por cooperativas de cartoneros y pequeños chatarreros, y por los programas municipales de recolección selectiva de residuos.
Plasma en la materia
La tecnología creada por TSL, con base en la noción de desarrollo sostenible, echa mano del plasma como principal agente del reciclaje. Cabe aclarar que el plasma es un gas producido a alta temperatura y parcialmente ionizado, con pérdida de electrones y modificaciones moleculares y atómicas. Estas características lo transforman en algo distinto que los demás estados existentes: el sólido, el líquido y el gaseoso. Viene a ser, por lo tanto, un cuarto estado de la materia. El gas inductor del plasma en este caso es el argón. También se le conoce con el nombre de plasma químico o industrial, y actúa a temperaturas elevadas: alrededor 15.000°C, generadas mediante el empleo de electricidad, en las llamadas antorchas de plasma presentes en el reactor.
Para entender cómo transcurre el proceso de reciclaje con plasma, es preciso saber antes que los envases del tipo larga vida, compuestos de papel (un 75%), plástico tipo polietileno (un 5%) y aluminio (un 20%), se procesan primeramente en un tanque conocido como hydra-pulper, que donde se realiza la separación del papel. Una vez separadas, las fibras de papel se reciclan y se la utiliza luego en la fabricación de cartón. Esta primera etapa del reciclaje transcurre en una planta de la firma Klabin, emplazada junto a la unidad de reciclaje por plasma. Dicha empresa tiene una capacidad como para producir 400 mil toneladas anuales de papel reciclado.
Durante la segunda etapa del proceso, se transporta tanto el aluminio como el plástico resultantes de la separación hasta el reactor de plasma térmico de TSL Ambiental. Se rompen los compuestos plásticos en cadenas menores y se los volatiliza, por lo cual salen del reactor en forma de vapores. Posteriormente, estos vapores de hidrocarburos generados en el proceso con plasma se condensan, generando así un compuesto de parafina, que ha de vendérseles a las industrias petroquímicas, donde se utiliza entre otras cosas como aditivo para lubricantes. El aluminio presente en el material, constituido por láminas de 6 micrones de espesor (un micrón es la milésima parte de un milímetro), se funde y se recupera bajo la forma de lingotes de alta pureza. Luego la empresa Alcoa adquiere estos lingotes, y los reutiliza en la producción de hojas de aluminio, destinadas a la elaboración de nuevos envases larga vida.
Al margen de hacer un efectivo reciclaje total, con innegables beneficios ambientales, sociales y económicos, esta tecnología con empleo de plasma tiene otra ventaja: es un proceso limpio, pues no hay emisión de ningún tipo de contaminante. Esto se debe a que el procesamiento del plástico y el aluminio dentro del reactor se realiza sin presencia de oxígeno o cualquier otro tipo de quema. Por otra parte, los eventuales efluentes líquidos resultantes del procesamiento se tratan de modo de remover las impurezas, y el agua puede reutilizarse por consiguiente en la propia fábrica. La eficiencia energética de este proceso, que llega a casi el 90%, es otro atractivo de la tecnología. “La transferencia de calor de la llama de plasma a los productos que se reciclan (el plástico y el aluminio) es del 90%. Para hacerse una idea acerca de cuán alta es dicha transferencia, basta con saber que, cuando calentamos agua en la hornalla, la eficiencia energética es de tan sólo el 30%”, explica Fernando von Zuben.
Según el ingeniero Roberto Szente, del Instituto de Investigaciones Tecnológicas del Estado de São Paulo (IPT, por sus siglas en portugués), contratado para evaluar la nueva tecnología, el proceso de reciclaje por plasma es una variante del proceso de tratamiento de residuos de petróleo y suelos contaminados con hidrocarburos, desarrollado hace cinco años por TSL Ambiental. El análisis y la verificación de su adaptación al tratamiento de material plástico y aluminio estuvieron a cargo del Grupo de Plasma del IPT. “Una vez que el uso de la tecnología para el procesamiento del plástico y el aluminio de los envases larga vida demostró su factibilidad técnica y económica, se concretó la sociedad entre las cuatro empresas para construir y equipar la planta de reciclaje en el interior de São Paulo”, afirma Szente. TSL registró la patente del proceso en Estados Unidos, y ha elevado idéntica solicitud en diversos países europeos.
El éxito de la tecnología ha suscitado interés en el exterior. En tal sentido, cabe informar que antes del final del corriente año ha de inaugurarse la primera planta industrial fuera de Brasil. TSL construye una unidad en Valencia, España, en alianza con la papelera Nessa, que realiza el reciclaje del papel de los envases larga vida. Asimismo, cabe destacar que misiones de diversos países, entre los que se cuentan Suecia, China y la India, han visitado ya la unidad industrial de la localidad de Piracicaba y la planta piloto de TSL Ambiental en la ciudad de Osasco, Gran São Paulo, y han demostrado interés en asociarse a la empresa para la construcción de nuevas unidades de reciclaje en sus respectivos países.
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