Una deuda de 2,5 millones de dólares provocó la paralización de las investigaciones del Instituto de Inmunología de Bogotá (IIB), en Colombia. El centro es dirigido por el controvertido bioquímico Manuel Patarroyo, que trabaja desde hace muchos años en una vacuna contra a malaria. El BBVA Banco Ganadero, de España, retiró del local equipamientos en razón de una deuda de la Fundación Hospital San Juan de Dios, en la cual el instituto está instalado. Según informa la revista Nature (edición del 1º de febrero), en enero el banco se hizo cargo del control de supercomputadoras, secuenciadores de DNA y máquinas de resonancia magnética nuclear, equipos utilizados para determinar estructuras tridimensionales de proteínas. El presidente del BBVA, José Maria Ayala, reconoce que el IIB solo está asociado a la fundación, deudora del dinero. Pero alega que, después de numerosas tentativas para recibir o confiscar la propiedad del hospital, “no había más nada de valor para ser aprehendido”. Ayala le sugirió a Patarroyo dejar la asociación con la fundación e irse a otro lugar. El científico reaccionó afirmando que el banco no tenía derecho a involucrar al IIB en la disputa. Y argumentó que el IIB es prácticamente independiente de la fundación que mantiene al hospital y apenas el edificio y la mitad del salario de 20 investigadores sobre un total 168 es solventada por el hospital. El instituto percibió 3 millones de dólares en recursos el año pasado. La actitud del banco dejó indignados a estudiantes e investigadores. Los periódicos colombianos han publicado cartas de los lectores solicitándoles a clientes e inversores que cancelen sus cuentas en el BBVA. “El episodio provocó un sentimiento anti España en la población”, comenta Patarroyo. Ayala afirmó que espera encontrar una solución que permita devolver los equipamientos, tal vez con la intervención de la Presidencia de Colombia. Patarroyo se volvió famoso cuando creó una vacuna sintética a partir de proteínas del protozoo Plasmodium falciparum, pero fue blanco de críticas por parte de la comunidad científica por usar una metodología considerada dudosa e involucrar a 20 mil colombianos en tests. El investigador trabaja en una nueva vacuna y espera efectuar los tests clínicos en dos años.
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