La biblioteca es el lugar donde se guardan libros y documentos, y para estudiar, leer o consultar. ¿Esto es verdad? No necesariamente. La experiencia del equipo coordinada por el profesor Edmir Perrotti muestra que existe un potencial mucho mayor escondido en aquellos estantes repletos de saber. Con el apoyo de la FAPESP, el proyecto Servicios de Información y Educación. Biblioteca y Escuela: Nuevos Paradigmas, ha puesto en práctica un nuevo concepto de biblioteca, más interactiva y dinámica, que ya se está desarrollando con éxito en otros países.
Através del Programa de Servicios de Información en Educación (Proesi), el Departamento de Biblioteconomía de la Escuela de Comunicación y Artes de la Universidad de São Paulo (USP), se encontraba investigando nuevos ambientes de información, mediante proyectos como la Estación Memoria, en la Biblioteca Infanto-Juvenil Álvaro Guerra, en São Paulo. Pero faltaba todavía estudiar cómo se desarrollaría la biblioteca interactiva en las escuelas, con alumnos del nivel básico. El objetivo era observar cómo el nuevo concepto podría actuar en la mejora de la relación del niño con el conocimiento escrito.
Inundaciones
La oportunidad surgió de la necesidad de la Escuela Primaria Municipal Profesor Roberto Mange, situada en Jardim Esther, un barrio carenciado de la zona oeste de la capital paulista. Después de otra de las innumerables inundaciones que afectan a São Paulo, la escuela vio su sala de lectura sumergida en un metro y medio de agua y pidió auxilio a la Universidad de São Paulo. “La escuela reunía las condiciones ideales para el proyecto, pues cuenta con enseñanza básica y cursos acelerados y una enorme rotación de alumnos en la franja de edades que van de los 7 a los 70 años, con índices muy altos de repetición y deserción”, explica Perrotti. “Además, se encuentra en un medio social altamente problemático, rodeada por tres favelas”, comenta.
Aceptado el desafío, elegida la escuela y aprobado el proyecto -que contó con la participación de cinco profesores de la propia escuela Roberto Mange en carácter de becarios- surgió entonces la necesidad de preparar el ambiente para el concepto totalmente nuevo que se aprestaba a llegar. La esencia del modelo de biblioteca interactiva es la circularidad de la información. “Con diálogo entre los repertorios culturales de la biblioteca y los de las personas que transitan por aquel medio se crea un espacio de intercambio de experiencias”, dice Perrotti. Y así se promueve el surgimiento de una nueva relación con la información.
El profesor recuerda que este concepto no disminuyó la importancia de las bibliotecas tradicionales de conservación -que almacenan la información y difusión-, que pregonan la filosofía iluminista en el sentido de llevar la cultura a las masas. “Es esencial, por ejemplo, que la Biblioteca Nacional, en Río de Janeiro, sea de conservación, pero ése no es el mejor modelo para una escuela, dado que carece de dinamismo y circularidad”, contemporiza Perrotti.
Lejos de ser apenas un concepto abstracto, dicha circularidad se aplicó, desde el comienzo, a la concepción del espacio físico de la biblioteca. Durante los seis meses iniciales, profesores de la USP y de la escuela buscaron el lugar ideal para la implementación del nuevo espacio y arribaron a la conclusión de que sería la sala de profesores. “Después que éstos cedieron la sala, realizamos una serie de actividades para que los profesores fueran apropiándose del nuevo espacio”, cuenta Perrotti. Los muebles, por ejemplo, se instalaron de manera tal que posibilitaran la composición de los ambientes conforme a las necesidades. “Todas las piezas eran intercambiables. Todo debe ser dinámico, nunca estático”, completa. Mientras se construía el espacio, los padres y alumnos también participaban de las actividades, empezando por imaginar cómo sería la nueva sala. Con la inauguración de la biblioteca, en mayo de 1997 -un año después del inicio del proyecto-, llegó la certeza de que se trataba de unmodelo exitoso. “La adhesión de los alumnos a la propuesta fue inmediata”, celebra Edmir Perrotti.
Novedades
La biblioteca trajo novedades, como la sustitución de las tradicionales horas de cuentos, en las cuales los profesores les cuentan historias a los alumnos, por ruedas de historias, cuando los niños pueden contar episodios relativos a sus vidas, de su repertorio cultural. “Algunas de las cosas que más les impresionaron a los alumnos fueron el reconocimiento de su voz y el respeto con el que fueron tratados”, relata Perrotti.
Otra característica esencial de la biblioteca es la multiplicidad de recursos, con los propios libros -el acervo tiene cerca de 5 mil, algunos escritos por los propios chicos-, computadoras, música y televisión. Entretanto, más que simplemente yuxtaponer diferentes medios, la idea es brindar el estímulo para que los alumnos puedan aprender a relacionarse con la información en los más variados soportes. Por ejemplo, si el trabajo era sobre el agua, allí estaba Luiz Gonzaga cantando Asa Branca y las líneas de Graciliano Ramos mostrando cuán triste es la falta de ella. El retorno llegó con la misma moneda: el respeto.
Perrotti cuenta que, mientras las dependencias de la escuela eran constantemente pintadas con leyendas y depredadas, la sala de la biblioteca no tenía ni una solo mesa escrita. Cuando el nuevo espacio cumplió un año, los alumnos decidieron pintar todas las galerías de la escuela para la fiesta de celebración y eligieron los mismos colores usados en la biblioteca para las puertas de las otras salas. “Ellos estaban dando una indicación acerca de qué esperaban del ambiente escolar: algo similar a lo que encontraban en la biblioteca”, analiza. Otro indicio apareció cuando los alumnos pidieron que se usara el mismo logotipo de la biblioteca -elegido mediante un concurso entre los propias niños, estimulando una vez más la interactividad- como logotipo de la escuela. “Empezaron a tomar la parte por el todo”, agrega Perrotti.
No demoró para que aparecieranotros resultados sorprendentes. Perrotti se anima al contar la historia de un alumno, inicialmente tímido y poco participativo en las actividades escolares. A partir de las clases de educación artística y las investigaciones en la biblioteca, éste comenzó a pintar cuadros con toques surrealistas. Se especializó tanto que, actualmente, vende su producción en una feria de arte en São Paulo, y ganó una beca para estudiar música. Recientemente, Perrotti fue invitado a verlo tocar en un bar paulistano.
Otra conquista se produjo en un curso en el cual ninguno de sus 37 alumnos -con edades de hasta 14 años- lograba aprender a leer y escribir. En un año, todos ellos fueron alfabetizados, con la ayuda de la biblioteca. “Es importante remarcar que, más allá del espacio, es necesario tener capacitación, pues el profesor que trabajó con ese grupo era un participante de la investigación”, agrega.
Seminarios
Además de Perrotti, trabajaron en el proyecto otros 18 profesores de la ECA, los cinco becarios de la propia escuela, profesores de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la USP -que ayudaron en la concepción arquitectónica del ambiente- y grupos de investigadores franceses. Integrado por académicos de varias instituciones -como el Instituto de Investigaciones Pedagógicas de Francia (INRP)-, el grupo internacional discutió con los brasileños parte de la experiencia exitosa en Francia. “Aprovechamos la venida de algunos de esos investigadores, organizada por la embajada, y realizamos varias reuniones y seminarios.”
“La mayor conquista del proyecto fue la de mostrar cómo esa alteración en el modo de producción entre Universidad y escuela puede ser el impulso esencial para la transformación en la calidad de la enseñanza”, festeja el investigador. La escuela apareció en programas en la TV Futura, reportaje en diarios, revistas y TVs. El éxito fue tal que el departamento de Perrotti en la USP está abarrotado de pedidos de municipios que quieren implantar bibliotecas similares.
En São Bernardo do Campo, en el ABC paulista, el concepto de biblioteca interactiva ya está siendo implementado. Otras ciudades paulistas, como Santo André y Diadema, e incluso algunos municipios de Bahía, también han manifestado su interés. Sin embargo, Perrotti recuerda que de nada sirve desarrollar nuevas bibliotecas si no se efectúa un buen seguimiento del trabajo.
“Cuando el proyecto acaba, la USP tiene que irse”, lamenta. Por eso el departamento está creando un núcleo, una red de apoyo. “Quedó claro que, más allá de las condiciones técnicas, falta el saber para que se produzca la apropiación de esa estructura por parte de la escuela”, afirma. Mediante esta especie de comunidad “informacional”, la Universidad pretende producir conocimientos que afecten directamente a la enseñanza y a la cultura en el país.
“No queremos hacer bibliotecas modelo, sino crear referencias para que las ciudades puedan cambiar algo con los recursos disponibles”, explica. La parte física de las obras de la biblioteca de la escuela Roberto Mange costó aproximadamente 14 mil reales, pero Perrotti sabe que muchas instituciones no disponen de esa cifra para destinarla a tal fin. “Pueden comenzar con un estante de libros, pero que sea entendido bajo la perspectiva de la interacción, y no de la difusión o conservación”, concluye el profesor.
El proyecto
Servicios de Información y Educación. Biblioteca y Escuela: Nuevos Paradigmas (nº 96/02283-2); Modalidad Apoyo a la Enseñanza Pública; Coordinador Edmir Perrotti – Escuela de Comunicaciones y Artes de la USP; Inversión R$ 149.000,00