¿Cuál es actualmente el porcentual de inversión de Chile en C&T?
– En Chile, en 1999, el aporte de recursos en C&T era del 0,6% del Producto Bruto Interno (PBI). Actualmente éste es del 0,7%. Y el presidente Ricardo Lagos se ha comprometido a llegar al 1,2% en 2006. Y llegar al 1,2% significa pasar de 500 millones de dólares en 1999 a 1.300 millones de dólares en 2006. Lo crucial en este contexto es lograr que el sector privado y empresarial haga un aporte, que no sean solamente recursos públicos. Pero eso no es fácil. Gran parte del esfuerzo para llegar al 1,2% tendrá que ser, por lo menos en esta primera etapa, un esfuerzo público. Es necesario impulsar un cambio cultural en el sector privado. Sabemos que los países desarrollados tienen una participación de entre el 50% y el 60% de inversiones privadas en C&T.
En Chile tenemos que ver las cosas desde otro punto de vista. Debemos hacer que nuestros jóvenes adquieran un espíritu emprendedor que los lleve a crear empresas. El venture capital en Chile está apenas comenzando. Existe ya un organismo estatal que está haciendo eso y algunas otras instituciones de capital de riesgo. Pero los jóvenes se reciben y buscan trabajo. No se trata apenas de crear centros de excelencia, necesitamos también un buen sistema de divulgación en todo el país, una gran cantidad de becas de doctorado y de maestría, proyectos individuales para concursos de ciencia, proyectos globales y apoyo a la estructura académica de las universidades. Es decir, tenemos que crear un mecanismo que contenga diversas herramientas. Y ese conjunto de acciones tiene que caminar junto, sino cualquier inversión es dinero tirado a la basura.
¿Cuál es la importancia estratégica de la cooperación científica y tecnológica para los países latinoamericanos?
– El gobierno de Chile tiene claro que es necesario reforzar nuestra colaboración en el ámbito científico y tecnológico regional. América Latina es muy poco responsable por lo que se hace actualmente en C&T en el mundo. Participamos de pocas conversaciones en los diversos ámbitos y, solos, nada lograremos. Tenemos que unirnos, y esto implica la necesidad de contactos bilaterales y multilaterales. Estamos asociándonos con diversos países con objetivos de cooperación. Con Brasil, Chile mantiene múltiples acuerdos, en particular con el Ministerio de Ciencia y Tecnología (MCT), pero también con la FAPESP y con el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq).
¿Cómo prosigue la marcha de los convenios con la FAPESP?
– Los convenios con la FAPESP son amplios. Estamos en conversaciones para, de alguna manera, complementar nuestras iniciativas en el área de genómica. En Chile, hace seis o siete meses, creamos un programa en este sector, el Genoma Chile, por medio del cual estamos secuenciando bacterias biolixiviantes que ayudan en la producción de un cobre más limpio o más económico. También estamos haciendo genómica vegetal. Hay una serie de virus que tenemos que estudiar. Otro punto importante: Chile es un gran exportador de frutas, de manera tal que este tipo de investigación es muy importante. Invertimos en biología y en genómica para obtener mejoras en la producción de frutas y alimentos y asegurar una mayor competitividad en el mercado externo.
También estamos muy cerca de convertirnos en el mayor productor mundial de salmón. Pero han surgido enfermedades propias de nuestros salmones. Ya secuenciamos el gen de una de las bacterias que atacan la producción. Tenemos conocimiento de que, paralelamente, los grupos vinculados a la FAPESP están realizando la anotación de muchos organismos y acumulando más experiencias en genómica. Además, esos grupos utilizan laboratorios bien equipados, con los cuales podremos asociarnos. Con Brasil, y en particular con São Paulo y la FAPESP, podremos llevar adelante una aventura muy interesante. En el caso del cobre, por ejemplo, el emprendimiento podría tener la forma de un consorcio del cual participarían científicos, organismos del Estado y empresas ligadas al sector del cobre. Nos interesaría llegar a algo muy concreto en términos de colaboración en el área de bioinformática durante este mismo año.
El ministro Ronaldo Sardenberg estuvo recientemente en Chile, junto al presidente Fernando Henrique Cardoso. ¿Se firmaron algunos acuerdos?
– Se discutieron algunas alianzas. Suscribimos un memorando de entendimiento entre Brasil y Chile en Arica, que es una nueva señal política de integración entre ambos países. Chile, por ejemplo, va a comenzar a participar de la Plataforma Lattes, del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico, y la adoptará en nuestro sistema nacional. Otra cuestión muy importante es que, en Chile, pese a que el número de becas de doctorado esta creciendo, se reciben 100 doctores por año. Ese número debe crecer. Brasil, por ejemplo, forma alrededor de 3 mil doctores por año. Es una barbaridad. Nuestro objetivo es facilitar la movilidad de los doctores entre Brasil y Chile. Debemos trabajar en esa dirección.
¿Brasil es, por tanto, un aliado estratégico para el desarrollo de la C&T en Chile?
– Desde hace por lo menos 25 años mantenemos acuerdos con Brasil, por medio de los cuales grupos de científicos y tecnólogos de ambos países han colaborado en conjunto. Tanto en Chile como en Brasil estamos invirtiendo en Centros de Excelencia. Ya contamos con diez centros que son núcleos de investigadores en una materia específica y con calidad reconocida por instituciones como la National Science Foundation , etc. Estamos invirtiendo mucho dinero para que en diez años se conviertan en una referencia mundial en áreas tales como astronomía y astrofísica, matemáticas, biología celular, ecología, oceanografía, biomedicina y ciencia de los materiales. Cada una de esas áreas está asociada a los centros de formación de doctorado. Queremos crear una red de Centros de Excelencia en la cual la circulación de investigadores sea fácil, y necesitamos que esos centros se articulen con organismos similares en los demás países de América Latina, sobre todo con Brasil.
¿Cómo evalúa usted las propuestas de la Alcue presentes en la Declaración de Brasilia?
– Hay una intención política clara: queremos y vamos a relacionarnos con la Unión Europea. Queremos que nos reconozcan como un espacio importante de Ciencia y Tecnología. Además, tanto Brasil como Chile tienen relaciones bilaterales muy buenas con los países europeos. Chile tiene una relación de primera línea con Francia en C&T. Queremos pasar a tener relaciones multilaterales. Tenemos capacidad para tener un programa complementario al nuestro en Europa o en aquellas áreas que están en un nivel superior. Tenemos que mirar hacia Europa, no con una mirada de hermano menor, sino de igual a igual. Un ejemplo de ello está en la astronomía.
El cielo chileno, por razones naturales, es el mejor del Hemisferio Sur para la investigación astronómica. Estados Unidos comprendió eso, por medio de la National Science Foundation . Desearía que esto fuera comprendido de la misma manera por los países europeos. Podemos formar más astrónomos y ganar fuerza en la ciencia pura. La parte política está cumplida. No obstante, necesitamos desarrollar herramientas específicas para esa nueva modalidad de relación. Pero tengo la impresión de que la Unión Europea aún no está madura para la idea de que también para ellos es importante la cooperación con América Latina.
¿Cuál es su expectativa con relación a los resultados de la Conferencia de la Alcue y de las propuestas de la Declaración de Brasilia?
– Solamente me voy a convencer del éxito de esa relación multilateral entre ambos bloques cuando dispongamos de herramientas específicas para financiar Ciencia y Tecnología. Este proceso que está siendo impulsado por la Alcue podría ser un poco más rápido. No es bueno para el mundo que tengamos en América Latina muchos países en los cuales la noción de hacer Ciencia y Tecnología es aún incipiente. Actualmente, la educación y el conocimiento constituyen una variable crucial para garantizar la identidad de un país. Brasil, Chile y México comprendieron eso. Quisiera también que la comunidad europea comprendiera eso.
Eric Goles Chacc Presidente de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica de Chile (Conicyt)
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