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ENTREVISTA

Caetano Galindo: Una lengua sin corbata

En su libro Latim em pó, el investigador reconstruye la formación del idioma portugués para defender la diversidad lingüística

Sandra M. Stroparo / TR / Companhia das LetrasCaetano Galindo: divulgación del conocimiento entre un público más amplio, sin perder por ello rigurosidadSandra M. Stroparo / TR / Companhia das Letras

El proceso de implantación de la lengua hablada en Brasil fue el resultado de siglos de lucha social, dice Caetano Galindo en su libro intitulado Latim em pó: Um passeio pela formação do nosso português [Latín en polvo. Un paseo por la formación de nuestro idioma portugués] (Companhia das Letras, 2022). Investigador y docente de la carrera de Letras de la Universidad Federal de Paraná (UFPR), Galindo reconstruye en su obra el recorrido de la formación de la lengua portuguesa a partir del latín para intentar deshacer equívocos y prejuicios que, a su juicio, obstaculizan una comprensión más profunda del idioma en nuestro país.

Con un lenguaje accesible, el libro es una de las estribaciones surgidas del espectáculo teatral Língua brasileira [Lengua brasileña] (2022), una realización del director Felipe Hirsch, basado en canciones compuestas por Tom Zé. Galindo se desempeñó como consultor del proyecto, que también dio lugar a un álbum musical con el mismo nombre, publicado por Selo Sesc, el sello discográfico del Servicio Social de Comercio de São Paulo – Sesc, el año pasado, y el documental, aún inédito, Nossa pátria está onde somos amados [Nuestra patria está donde nos aman], dirigido por Hirsch.

Galindo también es escritor y traductor. Su versión en portugués de la obra Ulises – la novela escrita por el irlandés James Joyce (1882-1941) – editada en Brasil por la editorial Companhia das Letras en 2012, ganó el Premio Jabuti en 2013. Posteriormente ha publicado Sim, eu digo sim: Uma visita guiada ao Ulysses de James Joyce [Sí, digo sí. Una visita guiada al Ulises de James Joyce] (Companhia das Letras, 2016), que, al igual que Latim em pó, apunta a llegar a un público más amplio. El año próximo, su primera novela, Lia, publicada como folletín por el periódico Plural Curitiba entre 2019 y 2021, saldrá publicada en formato de libro por la editorial Companhia das Letras.

En la siguiente entrevista concedida a Pesquisa FAPESP, Galindo aboga por la preservación de la diversidad lingüística y sugiere que la norma culta del idioma portugués se flexibilice y pase a reconocer variantes de la lengua hablada en Brasil. A su juicio, esto permitiría jubilar ciertas normas que han ido perdiendo sentido con la evolución constante del idioma en el transcurso del tiempo.

¿A qué público esperaba llegar con el libro?
Al público más amplio posible. Estoy hace 30 años en la carrera de Letras de la UFPR, contando mi época de estudiante. Sé muchas cosas sobre los orígenes y la formación del idioma, que cualquiera que lo estudia en la academia también conoce, pero el grueso de la población ni siquiera sospecha de su existencia. El libro fue pensado a partir de esta necesidad de acercar el conocimiento a un público más amplio, sin por ello perder rigurosidad, sin abaratar la información, sin pretender que tengo la respuesta para todo.

¿Cómo fue el proceso de investigación?
A lo largo de estos años en la UFPR, he sido profesor de una asignatura de lingüística histórica, que con el tiempo ha ido decantándose: comencé con las lenguas derivadas del latín, pasé a la historia del portugués y luego llegué a la historia del portugués de Brasil. O sea, el libro es una síntesis de este recorrido, pero también tiene relación con la obra Língua brasileira, de Felipe Hirsch. Comencé a escribir el libro poco después del estreno de ese espectáculo y terminé la primera versión del texto en dos semanas. Básicamente, llevé al papel la organización de mi semestre lectivo en la universidad y, mientras escribía, solamente hice consultas puntuales con expertos para confirmar algunos datos. Luego, a lo largo de tres meses, el libro fue leído por diez colegas de distintas áreas de la lingüística. El capítulo referido a las lenguas criollas, por ejemplo, tuve que volver a reescribirlo dos veces al menos, en un permanente debate con el profesor Thomas Finbow, del Departamento de Lingüística de la USP [Universidad de São Paulo].

¿Por qué ha definido al proceso de implantación de la lengua portuguesa en nuestro territorio como un drama?
En general, la gente piensa que cuando los portugueses llegaron aquí implantaron la lengua portuguesa sin mayores inconvenientes. Pero en el libro intento demostrar que este proceso fue mucho más complicado. Durante los primeros dos siglos de la colonización, la convivencia de los portugueses con los pueblos indígenas que habitaban aquí suscitó el surgimiento de al menos dos lenguas generales de la familia tupí. Estas lenguas fueron convirtiéndose en las principales utilizadas por la población local: eran habladas por indígenas, negros, blancos y mestizos. Existía una lengua general derivada del tupiniquim, que era conocida como la lengua del sur, de la costa, o paulista, que se hablaba en el litoral y en la zona de influencia paulista en el interior. Y otra que más tarde pasó a denominarse nheengatu, que en tupí significa “buena lengua”, derivada del tupinambá paraense, que surgió en la Amazonia. Por lo tanto, quienes observasen nuestra situación sociolingüística en aquella época podía apostar que este país, si algún día llegaba a serlo, se convertiría en una nación que hablaría una lengua originaria, como el guaraní en Paraguay.

Si examinamos el pasado, podemos ver que la lengua de una generación, en algún momento de su historia, se vuelve incomprensible para sus descendientes

¿La imposición del portugués abortó el desarrollo de una lengua brasileña?
Todavía nos llevará un tiempo entender mejor cómo sucedió esto. Pero la interpretación que propongo en el libro es que el establecimiento del portugués como lengua oficial de uso efectivo de una nación que aún no se había unificado como tal contribuyó efectivamente para desbaratar el movimiento para establecer una lengua derivada del tupí como idioma oficial. Pero ello no obedeció solamente a la decisión de la Corona portuguesa de acabar con la lengua que todo el mundo hablaba y adoptar el portugués como obligatorio en nuestro territorio a partir del siglo XVIII. Es importante señalar que Brasil recibió un gran número de africanos esclavizados desde el ciclo económico del azúcar, entre los siglos XVI y XVIII. Se concentraron en la región del nordeste, donde las lenguas generales no tenían tanta preeminencia y se empleaba mayormente el portugués. Fueron esos esclavizados quienes asimilaron el portugués europeo, transformándolo en algo diferente, y propagaron esta versión por todo Brasil. Resulta irónico: el sector de la población más vilipendiado, más maltratado de la historia de Brasil, fue el responsable principal del proceso de construcción de la lengua en nuestro territorio. Si sobre todo somos brasileños porque hablamos portugués, hay que reconocer que el portugués que hablamos en nuestro país es básicamente un legado de los africanos esclavizados.

¿Habría sido mejor el desarrollo de una lengua brasileña que la adopción del portugués?
Es difícil decirlo. Una parte mía, pensando como hablante, no como lingüista, supone que quizá hubiese sido mejor ser parte hoy en día de una tradición que nos es más propia y hablar una lengua local. Por otra parte, nuestra pertenencia lusófona, para bien o para mal, también nos ha abierto puertas, en términos culturales y económicos. Ostentamos actualmente esta condición rarísima en todo el mundo, en cualquier época de la historia de la humanidad, de ser un gran contingente poblacional, en una inmensa extensión territorial, en la que prácticamente todos los habitantes hablan la misma lengua. Y algo todavía más relevante: prácticamente todos utilizan solamente este idioma en su vida cotidiana. Por consiguiente, Brasil mantiene una conexión muy fuerte y visceral con este idioma y por esto mismo resulta muy difícil imaginar cuán diferente podría haber sido nuestro futuro.

Usted brega por un cambio de las normas que no expresan adecuadamente el uso de la lengua. ¿Hasta qué punto las desigualdades de la sociedad brasileña alejan a la población de la norma culta?
En cualquier lugar del mundo, la norma culta y la exigencia de utilizarla en los contextos formales forman parte de un proceso de exclusión, que separa a quienes han asistido a la escuela y quienes que no han ido. Y el período escolar, sobre todo cuando este se extiende por un tiempo más largo, es un privilegio en la inmensa mayoría de las sociedades del planeta. En otras palabras, se trata siempre de un proceso de violencia simbólica, de exclusión, y esto forma parte de lo que la norma culta representa. No sirve de nada intentar soslayarlo. Lo que podemos hacer, como usuarios de la lengua, es intentar dejar claro a los demás usuarios lo sujeto a convención y lo restricto de la naturaleza de este proceso. Lo que ocurre en Brasil, debido a esta gran disparidad en el acceso a la educación, es que la norma se ha convertido en un bien muy preciado para una pequeña élite, celosa por conservar sus privilegios. En lugar de observar la norma culta y darnos cuenta que tan solo se trata de una forma engominada del idioma, de una lengua con corbata, elegida para ser utilizada en contextos formales, pensamos que esa es la única forma correcta y que todas las demás denotan ignorancia. Esto es lo que necesitamos combatir. Cuando decimos “as coisa”, en lugar de “as coisas” [“las cosa y las cosas, respectivamente], resulta incorrecto según las normas de la lengua portuguesa estándar. Pero lingüísticamente no es un error, no es algo malo ni peor que otra cosa. Hay innumerables idiomas en todo el mundo que funcionan exactamente así, incluso algunos muy respetados. El portugués brasileño está avanzando en una dirección parecida a la del francés culto, donde este tipo de marca del plural no se hace como en el portugués erudito, sino de una manera más cercana al portugués hablado informal. No vamos a poder resolver la cuestión del prejuicio lingüístico, el acceso a la educación, el tema de hasta qué punto las marcas de esta falta de acceso a la educación dejan su marca en las personas generando distanciamientos y violencia en la sociedad brasileña. Pero podemos tratar de relativizar lo que se plantea como absoluto en este dictamen sobre lo que es correcto, porque no lo es.

Pero, ¿qué debemos hacer con la norma escrita? ¿Usted qué opina, debemos seguir pugnando por mantener las reglas uniformes en la lengua o habría que aceptar variantes como parte de la norma?
La norma escrita es de alguna manera un mal necesario. Si pretendemos conservar cierto grado de intercomunicabilidad, de inclusión, es interesante que mantengamos estas formas que no son de nadie y, en cierto sentido, son cuasi artificiales y convencionales. Cumplen un papel. Pero aceptar las variantes no significa dejar de lado la noción de una norma estándar y sustituirla por una informalidad total. Sencillamente se trata de recordar que la variabilidad también está presente y puede aceptarse. En Brasil, tenemos un grado de madurez suficiente, incluso desde el punto de vista de la alfabetización, como para no exigir que todos los locutores de la televisión tengan la misma pronunciación o que todas las personas escriban conforme a las mismas reglas. Existen normas gramaticales que son absolutas. Por ejemplo: en portugués ponemos el artículo delante del sustantivo y decimos “o menino” [el niño], y no “menino o” [niño el], como sucede en el idioma rumano. Pero hay reglas que podrían ser variables. Se acepta el uso o no del artículo delante de los nombres propios. Podemos decir que hablamos “com o Pedro” [con el Pedro], o bien “com Pedro” [con Pedro], dependiendo del lugar de Brasil donde se esté, del contexto social, del tipo de texto que uno esté redactando.

Al reivindicar la diversidad lingüística de los pueblos indígenas como un patrimonio que hay que preservar, usted ha comparado su importancia con la de la biodiversidad de la selva para el descubrimiento de nuevos medicamentos. ¿Por qué?
Porque creo en el valor intrínseco de la diversidad, en cualquier sentido y, obviamente, también en lo que respecta a la lingüística. Un mundo en el que la gente hable más lenguas, donde necesitemos de la traducción, me parece más interesante que un mundo homogéneo. También considero que en la diversidad hay un valor objetivo. Como lingüista, estudio el mecanismo del lenguaje humano, así que cuantos más datos tenga, más posibilidades tendré de entender cómo esto sucede. La diversidad nos garantiza que dispondremos de un archivo con formas lingüísticas interesantes preservadas. Si el lenguaje es una cuestión tan fundamental para la experiencia humana como yo creo, me parece interesante procurar comprenderlo de la manera más profunda y variada posible.

En su libro, usted dice que el poeta portugués Luís de Camões (c. 1524-1580) no reconocería el portugués que hoy en día se habla en Lisboa. ¿Es posible imaginar un futuro en el que el portugués que hoy conocemos cambie tanto que nuestra lengua se torne incomprensible para nuestros descendientes?
Toda lengua es un proceso en constante evolución. La gente pasa todo el tiempo inventando nuevas palabras, formas de pronunciación, construcciones diferentes. Si examinamos el pasado, podemos ver que la lengua de una generación siempre, en algún momento de su historia, se vuelve incomprensible para sus descendientes. El punto en cuestión es la escala temporal en que esto se produce, si a corto, mediano o largo plazo. Tenemos razones para suponer que en el mundo actual, estos cambios son mucho más lentos. A diferencia de la generación de Camões, en la actualidad tenemos acceso, por ejemplo, al registro sonoro de formas anteriores de nuestra lengua a través de las grabaciones, videos, películas y transmisiones radiales. Es difícil predecir el futuro, pero si las cosas siguen como hasta ahora, es probable que ahora tengamos que esperar un poco más para llegar a este tipo de incomprensión.

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