Inclinado sobre una enorme hoja de papel, el alemán naturalizado brasileño Curt Nimuendaju dio el último retoque, a mediados de diciembre de 1944, al mapa trazado pacientemente con tinta china durante cuatro meses. No era un trabajo cualquiera, era el Mapa Etno-Histórico con miles de símbolos, colores y nombres representando 1400 grupos de indígenas. Inédita, la obra reunía en un cuadrado de 2 metros de lado, la primera gran síntesis del conocimiento etnológico disponible hasta aquél año, buena parte de ella recabada personalmente. Contaba con información sobre la localización, filiación lingüística y movimientos de migración de tribus extinguidas o existentes en Brasil.
Aquél fue el tercer ejemplar del mismo mapa fabricado por él, esa vez para el Museo Nacional, de Río de Janeiro. Otros dos habían sido realizados para el Museo Paraense Emílio Goeldi (1943) y para el Smithsonian Institution (1942). Un detalle: cada uno no era mera copia del otro. Con cada nuevo mapa crecía el número de datos y la bibliografía usada. El último iba acompañado de tres índices, el bibliográfico (con más de 950 indicaciones), de tribus y autores.
Curt Nimuendaju (1883-1945) es una figura fundamental de la etnografía y etnología brasileña. “Su Mapa Etno-Histórico es un hecho histórico-cartográfico de enorme envergadura, además de ser un documento precioso”, observa el antropólogo Eduardo Viveiros de Castro, del Museo Nacional de la Universidad Federal de Río de Janeiro, autor de “A inconstância da alma selvagem”, y otros ensayos de antropología (Cosac & Naify, 2002). “Nimuendaju fue un gran etnógrafo y quien más entró en contacto y vivió entre los indios”, afirma Luís Donisete Benzi Grupioni, antropólogo de la Universidad de São Paulo y autor de “Colecciones y expediciones vigiladas” (Hucitec/Anpocs, 1998).
El mapa fue su último gran trabajo, él murió entre los indios ticunas en 1945, de un modo nunca aclarado. Al comienzo de su estancia entre los indios, Nimuendaju recolectaba artefactos de tribus brasileñas para proveer a las colecciones de los museos de Gotemburgo, Hamburgo, Leipzig y Dresden, en Europa, y para los museos Paulista, Nacional y Goeldi, en Brasil. En una segunda fase, se volvió investigador de hecho al escribir notas sociológicas sobre grupos indígenas estudiados que eran utilizadas por Robert Lowie, de la Universidad de California, con la debida citación. Nimuendaju siempre publicó artículos y monografías sobre el modo de vida y las lenguas utilizadas por los muchos grupos con los cuales convivió. “Como casi siempre escribía en alemán, aún hay textos inéditos en portugués?, dice Grupioni.
Su historia es más sorprendente, cuando se conoce que él apenas si cursó los estudios secundarios y jamás frecuentó la universidad. Natural de Jena, ciudad de la región de Turingia (Alemania), a los 16 años fue aprendiz de mecánico óptico en la empresa Zeiss, donde era asiduo visitante de la biblioteca de la fábrica. Le gustaba leer sobre Latinoamérica y estudiar sus mapas. Viajó a São Paulo en 1903 y dos años después, cuando aún se llamaba Curt Unkel, se internó en las selvas paulistas contratado como ayudante de cocina de la Comisión Geográfica y Geológica de São Paulo. El objetivo era explorar el río Aguapeí y contactar a los indios guaraníes y caingangues, al oeste de São Paulo. A los 22 años, el joven fue completamente seducido por aquellas civilizaciones primitivas. Un año después pasó a convivir con los apapokuva-guaraníes y recibió el nombre de Nimuendaju — el ser que crea o construye su propio hogar. Su identificación con los indios era tanta que lo llevó a adoptar siempre ese nombre, incluso en la firma de todos los textos que escribía.
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