Se seis meses en el comando del país no han sido aún suficientes para que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva impulse cambios de fondo en la política científica nacional. Pero los primeros movimientos del nuevo gobierno federal en el área de ciencia y tecnología, aunque están lejos de haber agradado a todos, han logrado inspirar un entusiasta editorial y otros artículos en la edición del 22 de mayo de la revista británica Nature , una de las más respetadas publicaciones científicas. En ese editorial, la publicación dice que Lula, surgido de un partido de izquierda (el PT), impresionó al lidiar con las inestabilidades de las economía brasileña, el objetivo de gran parte de la atención inicial de la nueva administración.
Nature sugiere que ahora el presidente debe apoderarse de una oportunidad única: “Que (Brasil) transforme su significativa fuerza (por la fuerza de la investigación en el país) en las ciencias físicas y biológicas en ventaja económica de largo plazo”. La revista no ahorra ejemplos sobre el dinamismo exhibido por distintos sectores de la ciencia brasileña. Asegura que, pese a los problemas sociales y educativos, el país cuenta con muchos “jóvenes talentos” dispuestos a hacer ciencia, y forma más de 6 mil doctores por año.
“La ciencia brasileña ha probado ya que puede competir en el escenario internacional, con la publicación de la secuencia completa del genoma del patógeno de los cítricos Xylella fastidiosa, en 2000″, escribió David Adams, en referencia al proyecto financiado por la FAPESP. El Sistema de Vigilancia de la Amazonia (Sivam) también fue descrito como “el más ambicioso en su tipo en el mundo”. Luego de entrevistar y darles voz a algunos científicos brasileños en sus textos periodísticos, la revista afirma que “se ha diseminado un clima de cauteloso optimismo” con relación a las acciones del nuevo gobierno federal en el área de ciencia y tecnología.
Y ejemplifica: en 2003, un año difícil para la economía brasileña, el presupuesto federal para C&T parece hasta ahora haber escapado a los recortes; el gobierno de Lula prometió duplicar las partidas para investigación y desarrollo al final de su mandato; y fueron reclutados buenos cuadros en el ministerio y en los organismos federales de fomento a la investigación. Por lo que se desprende del texto de Adams, el adjetivo cauteloso es producto de las reacciones no muy favorables expresadas a comienzos de este año por la comunidad científica nacional ante el anuncio del nombre de Roberto Amaral para el cargo de ministro de Ciencia.
Y, paradójicamente, de la intención de la administración Lula de descentralizar la investigación nacional, estimulando la instalación de centros de excelencia fuera de São Paulo y Río de Janeiro. A decir verdad, el deseo de fomentar la ciencia de punta en todaslas regiones nacionales, y facilitar el acceso a la educación por parte de los estratos más pobres de la población, es al mismo tiempo objeto de elogios y fuente de preocupación a los ojos deNature . “Los objetivos son elogiables, pero es necesario tener moderación: Lula limitará el potencial de su país si disemina iniciativas de manera excesivamente amplia por el territorio (nacional).”
Mayor peso
Para la revista, la situación de São Paulo, lejos el estado de mayor peso en la producción científica brasileña, no puede reproducirse a nivel nacional, ni siquiera a mediano plazo, visto y considerando que, en las palabras de la publicación, algunos estados tienen apenas una base científica rudimentaria. “São Paulo se destaca no solamente por su compromiso con la universidad pública y el financiamiento de la ciencia, sino también por su abordaje estratégico para ciencia y tecnología.
Esto incluye la creación de condiciones que favorecen el lanzamiento de empresas de alta tecnología, la atracción de inversiones industriales del exterior y el apoyo a centros de investigación que aportarán no solamente ciencia de alta calidad, sino que también estimularán a nuevas empresas comerciales”, dice el editorial de Nature . Según José Fernando Perez, director científico de la FAPESP, la revista británica reconoce los esfuerzos realizados por Brasil y por São Paulo para el desarrollo de la ciencia y la tecnología, y señala la necesidad de democratizar el sistema nacional de investigación. “No obstante, la expansión del sistema no puede hacerse a costa del sacrificio de los centros de excelencia”, asevera Perez.
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