La pregunta que formulo inicialmente es bastante simple: “¿Por qué la opinión de la ciencia es fundamental para la solución de problemas globales, actuales y del futuro?” Porque la ciencia es la forma más exitosa de creación de conocimiento. Trata exclusivamente con argumentos basados en evidencias y sus resultados siempre necesitan la confirmación por otros, por pares. Al basarse en evidencia es posible reproducirla y confirmarla. El sistema ético de la ciencia resulta crucial para el bienestar futuro de la humanidad. El respeto por la evidencia permite integrar una comunidad global y comunicarse con un lenguaje común, el lenguaje de la ciencia. Ese sostén en evidencias, y el ser reproductible y previsible le confieren a la ciencia un gran valor.
El siglo XXI se erige como uno de los más desafiantes para la humanidad. Hay grandes problemáticas vinculadas, por ejemplo, con el crecimiento de la población. En el año 2050 la población mundial llegará a 9 mil millones de seres humanos. Estamos enfrentando cambios climáticos que provocan gran impacto en todo el mundo. Asoman desafíos para la producción de alimentos, abastecimiento y garantía de la calidad del agua, más allá de la provisión de energía, que tendremos que afrontar en esta transición. También debemos lidiar con la degradación de la tierra, la preservación de los ecosistemas y especies, con enfermedades emergentes… Estos desafíos deberán ser afrontados por la ciencia.
¿Por qué las naciones deberían empeñarse en promover la ciencia? Las respuestas son varias. Para hallar soluciones para problemas nacionales e internacionales, por ejemplo. Para crear mano de obra capaz de competir en la economía global. Para producir ciudadanos capaces de tomar decisiones sabias en contextos democráticos. Para desarrollar un “temperamento científico” en la nación, aumentando la tolerancia y la racionalidad.
Los países pobres van quedando cada vez más retrasados en relación con los países ricos. Las inversiones en investigación y desarrollo son inferiores a un 0,5% del PIB en los países pobres, comparadas con más de un 2% del PIB en los países ricos. La capacidad científica y tecnológica se percibe como un lujo desde ciertos gobiernos. Los países ricos ostentan un promedio de 3.281 científicos e ingenieros por millón de habitantes en su población, comparados con los 788 científicos e ingenieros por millón de habitantes en los países de ingresos medianos. Los países con altos ingresos producen un promedio de 346 patentes por millón de habitantes, comparados con un número de 10 patentes por millón en los países de ingresos medios.
¿Y por qué son importantes las academias científicas? Las academias se basan en el mérito y representan el liderazgo científico dentro de un país. Generalmente son instituciones autorrenovables, libres de intervención política. Las academias cuentan con la credibilidad como para informar al público y formulan políticas ante problemas inminentes y potenciales soluciones.
¿Qué pueden aportar las academias de ciencias? Los problemas son globales, pero la implementación de soluciones debe surgir de los gobiernos nacionales o locales. La mayoría de las naciones posee academias de ciencias. Las academias personifican la voz independiente de las comunidades científicas nacionales y pueden ser el nexo entre esas comunidades y los responsables de la implementación de políticas. Existe una agenda global para las academias de ciencia. Una red global puede atravesar fronteras nacionales para proveer soluciones basadas en la ciencia para problemas igualmente globales.
Hay un nuevo concepto en lo que se refiere a construir redes de academias. La red global de academias más efectiva, que es el Panel Interacademias (IAP), se fundó al final de los años 1990 y representó una forma de intentar dotar de poder a las academias de los países menos desarrollados para que puedan cumplir la función que algunas academias de países desarrollados tuvieron en los últimos tiempos. Las academias se unieron en un intento por conformar esas redes con el objetivo de que el conocimiento generado en alguna de ellas pudiera transferirse a las naciones menos favorecidas, o menos desarrolladas, para contar con una mirada global del mundo.
Dentro de esa red global, está claro que las regiones del mundo son, de hecho, muy heterogéneas. Las distintas regiones del mundo son heterogéneas en cuanto a su cultura, al medio ambiente y también en sus diferentes niveles de desarrollo económico. En la familia IAP surgió la noción de que las redes regionales podrían resultar esenciales para abordar problemáticas específicas de cada región. Por eso, las redes regionales de academias mantienen el mismo espíritu del panel interacademias y pueden desarrollar y enfrentar la necesidad de capacitación por parte de países y de academias, basándose en las necesidades nacionales.
Una de esas redes regionales es la Red Interamericana de Academias de Ciencia, esto es, Ianas. Posee la capacidad de formular programas regionales de recursos hídricos, de educación científica, programas relacionados con la energía; y todos esos programas están funcionando bien. Quizá sea la red mundial que mejor opera como tal.
¿Cuál función cumple la red Ianas? Ella fortalece y brinda poder a las academias y comunidades científicas del hemisferio, no porque ello sea relevante en sí mismo, sino para estimular el desarrollo de academias en países que no las poseen, para desarrollar la ciencia y la innovación en países que no disponen de esas comunidades, para difundir los informes del consejo interamericano y los programas interacadémicos de la región, para relacionarse con los gobiernos regionales y organizaciones de estados americanos.
Nosotros consideramos que las academias de ciencia pueden identificar elementos de ciencia y tecnología importantes en aspectos nacionales, sintetizando aquello que es conocido y trabajando con el sector privado y con el gobierno simultáneamente. Las redes IAP e Ianas consideran a las políticas científicas responsabilidades activas, más allá de su contribución para el conocimiento y comprensión pública de la ciencia y para mejorar la educación en todos sus niveles, fundamentalmente la educación científica. Por último, aunque no menos importante, tiene como meta brindar consejos sobre prioridades y formas de soporte nacional para la investigación.
Existe una agenda para las academias que es el producto de años de reflexión. Ellas deben aportar consejos sobre ciencia y tecnología a los gobiernos. También deben proveer información al respecto de cuestiones de ciencia y tecnología que resulten relevantes para el público. Necesitan formar parte de esfuerzos nacionales para identificar objetivos y prioridades de ciencia y tecnología y ayudar al gobierno a evaluar las fortalezas y debilidades de las capacidades nacionales, a fin de poder alcanzar los objetivos de ciencia y tecnología estipulados. Deben promover nuevos centros de excelencia que aborden cuestiones de investigación necesarias en el ámbito nacional, más allá, obviamente, de actualizar los programas nacionales de educación y las instituciones científicas.
Entonces, ¿cuál es el punto clave? La clave radica en que es importante, críticamente hablando, que la ciencia y los científicos alcancen un nivel de influencia mucho mayor en todo el mundo. La clave está en lograr que las organizaciones científicas internacionales sean efectivas para que su agenda sea, de hecho, activista. La cuestión central es que la ciencia es esencial para cualquier estrategia de desarrollo global sostenible.
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