Tokio afronta un grave problema de salud, difícil de resolver mediante acciones públicas comunes. Los árboles de cedro, que cubren 20 mil hectáreas de la ciudad, liberan una gran cantidad de polen en el aire y hacen que uno de cada cinco moradores de la capital japonesa padezcan reacciones alérgicas, de acuerdo con la revista Nature (31 de mayo). Experimentos con árboles jóvenes mostraron que una inyección de un regulador del crecimiento de las plantas (hidrazida málica) en el tronco reduce en un 96% el número de flores que diseminan el polen. La Estación Experimental de Agricultura Metropolitana de Tokio planea extender la investigación a otros árboles durante los próximos meses. Si todo sale bien, el programa de inyecciones abarcará a toda la ciudad. Grupos ambientalistas ya han manifestado preocupación con la iniciativa. Dicen que nadie sabe cuáles son los efectos a largo plazo.
Republicar