Ilustración de Laura Daviña sobre pictogramas de OTL aicherEl desempeño de los estudiantes de Brasil en varias olimpíadas científicas internacionales dio un salto de calidad en 2008. En contramano del desempeño del país en rankings internacionales de aprendizaje de ciencias, matemática y lectura, un grupo de adolescentes brasileños, la inmensa mayoría provenientes de escuelas privadas, conquistó medallas inéditas en competencias en el exterior. Tómese el ejemplo de la 39ª Olimpíada Internacional de Física, realizada en Hanoi, Vietnam, entre el 21 y el 29 de julio. Brasil obtuvo su primera medalla de plata, conquistada por Guilherme Victal Alves da Costa, de 16 años, alumno del tercer año de la enseñanza media de un colegio particular de São Paulo. El paranaense Alex Atsushi Takeda se llevó el bronce. Participaron en la olimpíada 400 alumnos de la enseñanza media de 90 países. Un total de 46 estudiantes ganaron medallas de oro. Cuarenta y siete ganaron de plata y 78 de bronce. “Quedamos en pie de igualdad con países como España, Bélgica y Suiza, y debajo de Estados Unidos y de algunos países del Este Europeo”, dijo Euclydes Marega Júnior, docente del Instituto de Física de São Carlos de la Universidad de São Paulo (USP), quien coordinó la preparación de los estudiantes.
Brasil obtuvo buenos resultados también en la 49ª Olimpíada Internacional de Matemática, realizada en julio en España. Logró seis medallas, cinco de plata y una de bronce, y se ubicó en la 16ª posición en el ranking mundial entre 103 países participantes, representados por 549 jóvenes de todo el mundo. “Nunca antes habíamos tenido un desempeño tan consistente por equipo, aunque ocasionalmente antes habíamos logrado medallas de oro”, dice el profesor Edmilson Motta, del Colegio Etapa de São Paulo, uno de los responsables del entrenamiento del grupo nacional. El país también obtuvo su mejor desempeño en la Olimpíada Internacional de Informática desde que empezó a participar en la competencia, en 1999. Los cuatro estudiantes del equipo brasileño presentes en su 20ª edición, realizada entre el 16 y el 23 de agosto, en El Cairo, capital de Egipto, ganaron medallas de bronce. “No es común que todos los alumnos enviados por un país ganen medallas”, dice Ricardo Anido, docente del Instituto de Computación de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp) y responsable del entrenamiento del equipo brasileño. Los estudiantes brasileños que participaron en la 40ª Olimpíada Internacional de Química, realizada en julio en Budapest, Hungría, volvieron con cuatro medallas (una de plata y tres de bronce) y lograron su mejor desempeño histórico en la competencia, superando a países como Estados Unidos, Francia, Japón y Dinamarca. Con este resultado, Brasil ascendió 11 lugares en la clasificación general con relación a la olimpíada anterior, realizada en Rusia.
Los buenos resultados de 2008 no fueron accidentales. Un dato importante es que ha venido creciendo el apoyo a la organización de olimpíadas científicas brasileñas, de donde salen los representantes para los torneos internacionales. Un ejemplo es la Fundación Carlos Chagas, que desde 2006 asumió el patrocinio de la Olimpíada Brasileña de Informática, lo que permitió duplicar el número de participantes en los últimos años — este año, fueron 12 mil concurrentes, ante 7 mil en 2007. Desde 2005, el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) pasó emitir un pliego anual específico de apoyo a tales iniciativas. Aunque el dinero — alrededor de un millón de reales en 2007 — sea compartido por varias iniciativas, es un hecho que se ha creado una regularidad en el apoyo a las olimpíadas. “El resultado es que las competencias se han ido sofisticando y han adquirido más visibilidad”, dice Angela Cunico, coordinadora de ciencias humanas y sociales del CNPq y responsable de la convocatoria. “Nos preocupamos en apoyar olimpíadas de carácter nacional y que estimulen el perfeccionamiento de los estudiantes y también de sus docentes”, afirma.
El objetivo de los organizadores de las olimpíadas científicas brasileñas es identificar nuevos talentos, hacer que el interés por las materias surja más tempranamente y, por supuesto, promover las respectivas carreras. Esto es especialmente importante para áreas que no atraen a tantos alumnos como antiguamente, tales como la ciencia de la computación. “Pero, si no van todos a trabajar en el área de informática, no hay problema. Si después son médicos o ingenieros con conocimiento de computación, también está bien”, dice Ricardo Anido, profesor de la Unicamp.
Con más apoyo, la organización de varias olimpíadas brasileñas ha logrado superar el voluntarismo para profesionalizarse. Organizar un campeonato en el ámbito nacional no es una tarea sencilla. En general se realiza una primera fase en la cual miles de alumnos hacen una prueba en sus propias escuelas, aplicadas por el propio profesor, y el material es enviado a la organización de la olimpíada. Una nota de corte selecciona a los mejores, en general algunos centenares, que se someten a una segunda fase. Eso sucede en los propios estados, pero en esta ocasión la prueba es aplicada por los organizadores de las olimpíadas. La preparación del equipo que representó a Brasil en la Olimpíada Internacional de Física muestra de qué manera la organización ha logrado avanzar. Hasta el año pasado, los campeones brasileños estaban automáticamente destinados a representar al país en los torneos internacional e iberoamericano. Pero, a partir de este año, se implantó una fase extra de preparación, en la cual los 12 estudiantes con las notas más altas en la olimpíada nacional pasaron seis días en el Instituto de Física de São Carlos (IFSC), de la USP, haciendo un entrenamiento teórico y práctico con miras a participar en las competencias en el exterior. “Fue la primera vez que hicimos eso y ha habido un reflejo en el desempeño de nuestro equipo”, dice el profesor Euclydes Marega Júnior. “Más allá del entrenamiento en sí, existe un factor psicológico importante. Los alumnos pasan casi una semana lejos de casa preparándose y no se resienten tanto de la presión cuando llegan al ambiente competitivo, en general en un país extranjero, de las olimpíadas internacionales”, dice Marega.
Cinco niveles
De los 12 que participan en el entrenamiento, solamente los cinco mejores van a la olimpíada internacional. Los demás disputan las cuatro vacantes para representar a Brasil en la Olimpíada Iberoamericana, que se realizó en Morelia, México, del 28 de septiembre al 3 de octubre. El equipo brasileño obtuvo tres medallas de oro y una de plata, además del primer puesto en la clasificación general. Por primera vez Brasil ganó tres medallas de oro en ese torneo, que contó con la participación de 68 estudiantes de la enseñanza media de 19 países.
Los 80 mejores alumnos de la Olimpíada Brasileña de Informática también adquirieron el derecho a un entrenamiento de una semana en el Instituto de Computación de la Unicamp. Y los 20 mejores de ese grupo participaron en un curso más avanzado de preparación para olimpíadas internacionales. Pero el desempeño creciente tiene también otras razones. La selección se divide en cinco niveles de dificultad y atrae a estudiantes a partir de sexto grado (antiguo quinto) de la enseñanza básica. Así, un alumno puede participar en la olimpíada brasileña de los 11 a los 19 años, subiendo en los niveles de dificultad. Otra diferencia es el compromiso de ex participantes de olimpíadas en la elaboración de las cuestiones. “Tenemos varios alumnos de doctorado que nos ayudan a formular las cuestiones. Y es común que los egresados de las olimpíadas vayan muy bien en los maratones de programación, eventos también organizados por la Sociedad Brasileña de Computación, pero dirigidos a universitarios”, afirma Ricardo Anido.
El entrenamiento intensivo de los estudiantes para los olimpíadas internacional e iberoamericana de matemática fue reforzado recientemente. Docentes que cuando eran adolescentes participaron y ganaron medallas en olimpíadas de matemática están ayudando a la nueva generación de talentos. La selección parte de un universo de más de 100 mil participantes para llegar a los 50 premiados en la olimpíada brasileña. De estos son escogidos los seis mejores para participar en los campeonatos internacionales. La preparación de los seleccionados se lleva a cabo en São Paulo en el Colegio Etapa. “Nuestros representantes tienen en promedio 16 años, pues solamente alumnos de enseñanza media pueden participar. En otros países, donde hay enseñanza de 12 años, llega a haber concurrentes de 19 años”, dice el profesor Edmilson Motta.
La Olimpíada Brasileña de Matemática es un proyecto conjunto de la Sociedad Brasileña de Matemática (SBM) y del Instituto de Matemática Pura y Aplicada (Impa). En lo que dependa del esfuerzo de la SBM y del Impa, aumentará la participación de alumnos de escuelas públicas en la olimpíada brasileña. Ambas instituciones, aliadas a los ministerios de Educación (MEC) y de Ciencia y Tecnología (MCT), empezaron a organizar en 2005 la Olimpíada Brasileña de Matemática de las Escuelas Públicas (Obmep). En la 4ª edición del torneo, realizada este año, se inscribieron 18 millones de alumnos de la enseñanza básica y media en 40.377 escuelas. Según Ildeu Moreira, responsable del Departamento de Popularización y Difusión de Ciencia y Tecnología del MCT, uno de los objetivos de la Obmep es impulsar la mejora de la enseñanza de la asignatura y promover el surgimiento de nuevos talentos. “Lo que la olimpíada está significando como estímulo podrá evaluarse a largo plazo. Pero pronto quedará claro cuánto que está atrayendo a los jóvenes hacia las áreas de ciencia y tecnología”, dijo. Además de ganar medallas, los alumnos con mejor desempeño compiten por tres mil becas de Iniciación Científica Jr. por valor de 100 reales mensuales para seguir estudiando matemática.
Escuelas de Fortaleza
Existe un denominador común en el perfil de los alumnos que salen mejor en olimpíadas científicas. La inmensa mayoría proviene de escuelas privadas, aunque los alumnos de las escuelas públicas participen en una buena cantidad en los procesos de selección. La calidad deficiente de la enseñanza pública brasileña ayuda a explicar este fenómeno, aunque sea común que alumnos de escuelas técnicas se destaquen y que no todas las escuelas privadas provean alumnos. La experiencia demuestra que las escuelas que efectivamente se comprometen en la preparación de sus alumnos para las olimpíadas, con clases específicas fuera del currículo, son aquéllas que obtienen los mejores resultados. El caso más curioso es el de la Olimpíada Brasileña de Biología: el 80% de los participantes y casi la totalidad de los seleccionados para representar a Brasil en torneos internacionales salieron de dos escuelas privadas de Fortaleza, el Ary de Sá Cavalcante y el Farias Brito, que se esmeran al entrenar a los alumnos para olimpíadas científicas de toda índole. De la misma manera, redes de enseñanza tales como Objetivo y Etapa, cuentan con programas de entrenamiento y ofrecen becas a alumnos que andan bien en esos torneos. La rivalidad entre escuelas privadas puede ser saludable, de acuerdo con los organizadores de las olimpíadas, siempre y cuando sus estrategias no superen ciertos límites. “Hay escuelas en las que no computan las faltas de los alumnos para que se dediquen a la preparación de las olimpíadas. Eso no está bien”, dice Ricardo Anido, del Instituto de Computación de la Unicamp. La dedicación a los torneos no suele complicar a los alumnos. “Ellos casi siempre salen muy bien en el examen de ingreso a la universidad y no es raro que se destaquen en la universidad. Además, una medalla conquistada en olimpíadas suele calificarlos para vuelos más altos”, dice Euclydes Marega Júnior. La estudiante Thaís Macêdo Bezerra Terceiro Jorge, de Fortaleza, conquistó en 2006 la medalla de oro en la Olimpíada Iberoamericana de Química y el año pasado la medalla de plata en la Olimpíada Internacional de Química, en Moscú. Tales victorias contaron puntos cuando intentó ingresar en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) de Estados Unidos. Hoy en día es alumna del Departamento de Química de ese instituto.
Una buena noticia es que a partir de este año el valor del pliego del CNPq de apoyo a las olimpíadas ascenderá de un millón a un millón y medio de reales. De este modo, además de competencias tradicionales en matemática, física, química, astronomía, biología y robótica, que disputaron el pliego y fueron contempladas, se realizará también la primera Olimpíada de Historia de Brasil. Claudia de Moraes Russo, docente de la Universidad Federal de Río de Janeiro y responsable de la organización de la Olimpíada Brasileña de Biología, celebra. “Va a ser posible mejorar nuestra difusión y atraer a más estudiantes”, afirma Claudia, refiriéndose a la 6ª edición de su olimpíada, que se realizará en 2009. Aunque sin la misma tradición de otras olimpíadas, la de biología también celebra logros. En las dos últimas olimpíadas iberoamericanas, el equipo brasileña logró el mismo resultado: una medalla de oro, una de plata y dos de bronce. Y en la internacional, realizada en julio en Bombay, en la India, el estudiante cearense Pedro Bessa obtuvo una inédita medalla de bronce. La victoria tuvo un sabor especial porque en el torneo de 2007, en Canadá, Brasil no pudo mandar representantes. Faltando una semana para la olimpíada, los ministerios de Educación y de Ciencia y Tecnología, que habían prometido pasajes aéreos para el equipo de estudiantes de biología, se los negaron alegando que ellos no eran estudiantes de la red pública. Este año la organización obtuvo apoyo de otras fuentes para el viaje.
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