Un grupo de 61 jóvenes de cinco estados brasileños, con edades entre 15 y 19 años, dedicó una semana de sus vacaciones escolares al estudio de la resonancia magnética nuclear, la biotecnología, la teletermografía y otros temas que no suelen constar en el currículum de la enseñanza media. Entre los días 13 y 20 de julio, los chicos ocuparon el Instituto de Física de São Carlos de la Universidad de São Paulo (USP). En dicho período, funcionó en el local la Escuela Avanzada de Física, creada por medio de una sociedad con la Asociación Paulista de Profesores de Física (Aprofi). Durante 14 horas diarias, los estudiantes asistieron a clases teóricas y experimentales y al dictado de conferencias, y realizaron observaciones astronómicas y seminarios.
Para medir su desempeño, tuvieron que elaborar un trabajo de final de curso, presentado bajo la forma de un seminario ante una mesa de especialistas, en los mismos moldes que en los congresos internacionales. “El objetivo de esta escuela es mostrar a los alumnos talentosos cómo es el mundo de la investigación y cómo funcionan algunos de los principales grupos de investigación en el país”, dice Luiz Antonio de Oliveira Nunes, coordinador.El curso es dictado por docentes e investigadores del instituto. La programación aborda tópicos de la Física Clásica y de la Física Moderna, pero incluye incursiones en otras áreas del conocimiento, tales como la biotecnología y la electrónica. “Apostamos por la multidisciplinaridad”, explica el coordinador.
Existe también la intención de llamar la atención de los alumno hacia el emprendedorismo; tanto es así que, entre las actividades programadas, se realizó una visita a Opto Eletrônica – una empresa dirigida Jarbas Castro, profesor titular del Instituto de Física -, fabricante y exportadora de equipamientos y dispositivos ópticos sofisticados.Las escuelas avanzadas, creadas en la extinta Unión Soviética durante la década de 60, y que desde hace mucho tiempo funcionan en Estados Unidos, están comenzando a surgir también en Brasil. En el caso de la unidad de São Carlos, la gran diferencia reside en el criterio de selección de los alumnos: todos deben haber participado en competencias estudiantiles, como por ejemplo olimpíadas paulistas de física y matemática, o presentar una carta de recomendación redactada por sus profesores.
“Nuestros alumnos son todos talentosos”, dice orgulloso Nunes. O curso, que ya va por segunda edición, es bastante concurrido. “El primer año tuvimos un grupo de 42 estudiantes. Ahora en 2003, cerramos las inscripciones cuando llegamos a la marca de 250 alumnos y ampliamos el número de plazas, previstas para ser 50, pues no teníamos más criterios para recortar”, comenta el coordinador.La difusión del curso es realizada por la Aprofi y repercute en todo el país. Los alumnos del último grupo, por ejemplo, provienen de 32 ciudades. La gran mayoría estudia en escuelas particulares: tan solo uno es aluno de una escuela pública. El curso es pago. La inscripción cuesta 630 reales por alumno, e incluye alimentación y estadía en dos hoteles de la ciudad. “Pero eso no impide que aquéllos que no están en condiciones de pagar participen del curso, pues nosotros ofrecemos becas de estudio”, dice Nunes.
También existen empresas que financian matrículas. Es el caso de Embraer, que mantiene una escuela en São José dos Campos, y pagó el curso de un alumno. Como este trabajo no tiene por objeto generar ganancias, el dinero que sobra en caja se utiliza en premios para los mejores estudiantes. “Estamos persuadidos de que este esfuerzo atraerá a buenos talentos hacia las carreras científico-tecnológicas, y a su vez, contribuirá en la elevación del nivel de la educación brasileña”, afirma Nunes.
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