Los materiales compósitos, conocidos popularmente como “plástico reforzado”, están hechos a base de una combinación de resina y fibras plásticas o naturales. Tienen más de 40 mil aplicaciones en sectores tales como agricultura, saneamiento, transportes, industria automotriz, aeronáutica, vestuario y construcción civil. Pero aun así, son poco todavía explotados en Brasil. Como ese mercado tiene un gran potencial de expansión, la Asociación Brasileña de Materiales Plásticos Compuestos (Asplar) y el Instituto de Investigaciones Tecnológicas (IPT) suscribieron en junio pasado un convenio para la incubación del Centro Tecnológico de Compósitos (Cetecom). Dicho centro ofrecerá cursos de capacitación básica y de gestión del proceso de innovación tecnológica.
“Estamos expandiendo el concepto de incubación hacia un sector entero con el objetivo de calificar a las empresas”, explicó el profesor Guilherme Ary Plonski, superintendente do IPT. El Cetecom llegará a toda la industria de compósitos, cuya línea de producción es amplia y diversificada. Los compósitos pueden producirse de diversas formas, tanto artesanalmente como en equipamientos de última generación. Según los técnicos del IPT, los compósitos presentan una serie de ventajas. Son leves, resistentes a la corrosión, aislantes y flexibles, y sus moldes son baratos. Además, también pueden ser reciclados. Sus residuos son usados como carga de asfalto y en la generación de energía.
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