En un intento por descubrir hasta qué punto los adelantados de la ciencia y la tecnología rivalizan con los artistas en el imaginario popular, la revista NewScientist (del 16 de agosto) decidió poner a prueba en Internet la popularidad de exponentes de ambos equipos. Como regla se estipuló que el ranking de los más famosos se decidiría sencillamente de acuerdo con el número de referencias encontradas de cada nombre en el sitio de búsqueda Google. Y como cualquier astro que se precie debe ser conocido por un solo nombre –como Elvis o Einstein, por ejemplo –, se decidió que los nombres en exceso serían omitidos.
Si ignoramos algunas ambigüedades – como la que indica que los resultados para Madonna ciertamente incluyen menciones a la Virgen María–, algunos resultados sorprenden. Por debajo de Dios (naturalmente digitado como God), que no tiene partido y obtuvo la impresionante marca de 44 millones de citaciones, el primer nombre que aparece es el de Ford (el pionero en cuestión en este caso es Henry Ford, fabricante de automóviles), empatado con Jesús, con “15 millones”.
Esto significa más del triple de las menciones obtenidas por la primera artista del ranking: Britney, con 4,3 millones. Es posible argumentar que Ford es un término demasiado amplio, pues designa también a una de las mayores industrias del planeta, y al final de cuentas no expresa ninguna originalidad científica. Pero, ¿qué decir entonces de la originalidad artística de Britney? Pero debe hacerse justicia: si bien el equipo de los científicos es más rico en cracks, el de los artistas tiene más cracks ricos. Y da lugar a talentos vivos.
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