Un año después del inicio del Telecurso 2000, que salió al aire en 1995, la calidad del material didáctico de química ya se destacaba con relación a los de otras materias. Los investigadores que produjeron ese material se sintieron motivados a introducirlo en la red pública y, ante la oportunidad lanzada por la FAPESP, implementaron un proyecto con ese objetivo, coordinado por la profesora Reiko Isuyama, del Instituto de Química de la USP. El trabajo resultó en la capacitación de 103 profesores de la capital, que dictaron clases para 40 mil alumnos.
Sin embargo, el paso de las buenas intenciones a la práctica exigió un esfuerzo para alterar conceptos e implementar las técnicas modernas que orientaron la elaboración del material del Telecurso. Para transmitir mejor el contenido de química -dice Reiko- los profesores necesitan tener habilidades de comunicación, de razonamiento lógico y de representación gráfica. Esto quiere decir que en vez de dar respuestas listas debe saber incentivar a los alumnos a investigar. “Es necesario orientarlos para hacer experimentos en casa, cuando tengan dudas. La química no se restringe a los laboratorios”.
El trabajo de adaptación a los nuevos métodos se extendió durante los tres años del proyecto. “El Telecurso es a distancia, no cuenta con un profesor. Y los profesores de la red no estaban preparados para algo tan avanzado. Fueron formados en la enseñanza tradicional, de la química por la química misma, sin relación con la realidad del alumno”, reclama Reiko.
El material original, destinado a cursos supletorios, fue ampliado a la enseñanza regular y ajustado para atender a las dificultades de los profesores -algunos de los cuales, según Reiko, no dominaba los contenidos básicos de química y tenía una relación difícil con los alumnos. La coordinadora tiene en ahora en manos un perfil de los profesores de la red pública que puede ser usado como base para futuros trabajos. “De nada sirve esperar por la situación ideal. Conociendo las cualidades y los problemas de la red, tenemos más posibilidades de producir algo positivo”. El proyecto, que contó con la participación de 13 becarios, capacitó a otros diez profesores para que llevaran la propuesta a otras escuelas de la capital, Taboão da Serra y ABCD.
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