La contaminación atmosférica es una antiguo problema de los habitantes del Gran São Paulo. Lo que no todos ellos saben es que actualmente, entre los diversos contaminantes atmosféricos, el ozono es el que más preocupa a los especialistas del área y uno de los que con más frecuencia supera los límites de los estándares de calidad del aire. Su alta concentración en la baja atmósfera, al margen de constituirse en caldo de cultivo para las infecciones de las vías respiratorias, desencadena procesos oxidativos causantes del envejecimiento precoz, causante a su vez de daños a la agricultura y que provoca la oxidación de materiales.
Desarrollar una tecnología para prever la formación de ozono en la baja atmósfera, para implementar acciones preventivas de protección a la salud, es el objetivo de la investigación que está siendo realizada por el Departamento de Ingeniería Química de la Poli/USP, en asociación con la Compañía Estadual de Tecnología y Saneamiento Ambiental (Cetesb), con el apoyo de la FAPESP. Un equipo multidisciplinario de 18 personas, con la coordinación de Roberto Guardani, se encuentra trabajando desde el año pasado.
La formación de ozono depende en gran medida de la temperatura y de la radiación, y sufre la influencia directa del sol, de la humedad del ambiente y de la acción de los vientos. Por eso el parque Ibirapuera es una de las regiones de mayor concentración de ozono de la ciudad de São Paulo, dice Cláudio Oller do Nascimento, profesor de Ingeniería Química de la Poli/USP y miembro del equipo. Dicho parque tiene áreas de emisión de otros contaminantes en toda su superficie, que llegan allí a través de los vientos y presentan una alta luminosidad, característica de los días claros de invierno. La tecnología que está en siendo desarrollada recurre a las redes neurales para el análisis de los datos meteorológicos, de concentración de contaminantes atmosféricos precursores del ozono y de índices obtenidos hora tras hora por las estaciones de monitoreo de la calidad del aire de la Cetesb esparcidas por la ciudad.
Según Carlos Ibsen Vianna Lacava, meteorólogo de la Cetesb partícipe del proyecto, todos los datos recabados por las estaciones de medición desde 1981 se encuentran almacenados en un sistema computarizado -y constituyen la materia prima para la investigación. Durante su primera fase, en el año 2000, fue posible dotar a la Cetesb de herramientas para la previsión del ozono para el período de la tarde de un mismo día (y contará en breve con una estación móvil de medición).
Cuando el proyecto llegue a su fin, en 2002, y sus técnicos ya hayan recibido la orientación adecuada, la Cetesb estará en condiciones de divulgar en su boletín diario -dice Lacava- tanto las condiciones atmosféricas y de calidad del aire como la previsión de la formación de ozono con 24 horas de anticipación. De esta manera se crean las condiciones para acciones preventivas tales como, por ejemplo, la suspensión de eventos deportivos, actividades físicas en escuelas, parques y clubes; el incentivo al uso de transportes colectivos y la restricción de la circulación de vehículos en determinadas áreas. Y aún más: será posible elaborar políticas de control industrial y de emanaciones de vehículos e implementar programas de inspección y mantenimiento vehicular -cuestiones importantes que coadyuvan para una planificación urbana más eficiente.
Republicar