Bia Melo
De acuerdo con esta propuesta, que quedó abierta a consulta pública hasta el 28 de febrero, la modificación apunta a estimular la comunicación de todos los tipos posibles de falla, y no sólo de las formas más extremas de mala conducta, como la alteración de datos deliberada. Otro de los objetivos es evitar incluso el término “mala conducta”, el cual, según la propuesta presentada por las entidades, es peyorativo.
Pero la idea atrajo críticas. Se teme, por ejemplo, que esta determinación pueda tornar menos rigurosas las políticas y las acciones tendientes a desalentar las prácticas fraudulentas, llevando a cada institución a adoptar su propia definición de mala conducta. “Es un error justificar la exclusión del término con el argumento de que no existe una definición universalmente aceptada de mala conducta”, escribió Kerry Breen, un médico jubilado de Melbourne, miembro del NHMRC, quien participó en la creación del código australiano en 2007, en un comunicado enviado a la entidad y divulgado por el sitio web Retraction Watch. “La adopción del término ‘violación’ me parece increíblemente arbitraria y se basa únicamente en su uso corriente en Canadá”, comentó Breen en referencia al código establecido por la Secretaría de Conducta Responsable en la Investigación Científica del gobierno canadiense (SRCR, por sus siglas en inglés).
De hecho, el código de Canadá fue reformulado en 2016 y el término “mala conducta” fue sustituido por el de “violación”. Según la nueva versión, lo importante no es determinar si la falla fue intencional o fue tan sólo como consecuencia de un error, sino promover medidas para que esas violaciones no se repitan. Según la abogada Susan Zimmerman, directora del SRCR, era necesaria la adopción de una concepción más amplia para que en las investigaciones se tuvieran en cuenta otros tipos de fallas. “Algunas violaciones son fruto del olvido o de una falta de atención. De cualquier modo, pueden tener un efecto perjudicial sobre la integridad científica y minar la confianza del público y de los gobiernos en la investigación científica. Por lo tanto, debemos preocuparnos de una gama más amplia y diversa de actividades que de la simple mala conducta intencional”, declaró Susan Zimmerman a Pesquisa FAPESP.
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