El inmenso manantial de aguas subterráneas llamado Acuífero Guaraní, una riqueza poco conocida perteneciente a los cuatro países del Mercosur, ha sido objeto de estudios que facilitarían la preservación y aprovechamiento seguro por parte de las poblaciones de la vasta región que el mismo abarca. La calidad del agua es considerada buena en muchas áreas, pero el físico Daniel Marcos Bonotto, profesor de Geoquímica del Instituto de Geociencias y Ciencias Exactas de la Universidad Estadual Paulista (Unesp), en Río Claro, apunta algunos problemas.
En diversos pozos, Bonotto encontró tenores excesivos de los elementos radioactivos radio y radón, asociados a los cánceres de pulmón y estómago. Otra de las conclusiones es la que indica que, en las zonas de menor profundidad, el manantial está siendo contaminado con desechos provenientes de la cría de porcinos, de la minería (carbón) y con productos tóxicos de origen industrial o del agro. “Registramos incluso un aumento de nitrato en las aguas de un pozo en Ribeirão Preto, y la fuente de tal sustancia son los desagües no tratados.”
El Acuífero Guaraní, uno de las mayores reservas de agua subterránea del mundo, se extiende bajo un área de 1,2 millones de kilómetros cuadrados, dos tercios de la misma en Brasil – partes de los estados de São Paulo, Minas Gerais, Mato Grosso, Mato Grosso do Sul, Goiás, Paraná, Santa Catarina y Río Grande do Sul – y el resto en el nordeste de Argentina, este de Paraguay y norte de Uruguay. Equivale al territorio sumado de Perú, España, Francia y Gran Bretaña.
El manantial es estimado en 50 mil kilómetros cúbicos de agua dulce, suficientes para abastecer a todo el mundo todo por diez años. Su uso para el consumo humano debe supeditarse en estudios que garanticen su potabilidad o apunten la necesidad de un tratamiento previo. En Brasil, las investigaciones sobre ese manantial por parte del Departamento de Aguas y Energía Eléctrica (DAEE) del Estado se desarrollaron en especial a partir de los años 70.
Pero aún faltan datos hidrogeológicos más precisos sobre esas reservas. Por eso Brasil y los demás países del Mercosur inician en 2001 un proyecto para profundizar los estudios y crear un modelo de gestión para el uso de las aguas del acuífero y su protección ambiental. El proyecto es apoyado por el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (Global Environment Facility – GEF) y contará con una inversión de 25 millonesde dólares hasta 2005 por parte de los países intervinientes.
Radiación y contaminación
Desde 1991, Bonotto se aboca a la investigación radiométrica – detección de radioactividad – del acuífero, con el apoyo del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) del Ministerio de Ciencia y Tecnología de Brasil, de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), en Viena, y de la FAPESP, que ya otorgó recursos para tres proyectos, incluyéndose una inversión por 47,7 mil dólares para la compra de equipamientos y la modernización del laboratorio.
Los indicios de radiación se hicieron evidentes tras nueve años de trabajo de campo. El investigador reunió y analizó químicamente tres veces 80 muestras de aguas subterráneas de pozos tubulares del acuífero en casi 70 municipios de São Paulo, Mato Grosso do Sul, Paraná, Santa Catarina y Río Grande do Sul. La selección de los pozos fue realizada con la colaboración del DAEE en São Paulo y Araraquara y de la Compañía de Investigación de Recursos Minerales (CPRM) en São Paulo y Porto Alegre. La investigación también tuvo en cuenta las informaciones generadas en trabajos del género llevado adelante por el Instituto de Geociencias de la Universidad de São Paulo (USP) bajo coordinación del profesor Aldo da Cunha Rebouças, considerado una de las mayores autoridades sobre el tema.
Precauciones
Para Rebouças, los datos pueden no ser representativos, dada la posibilidad de que exista contaminación dentro el laboratorio. El investigador cree conveniente colectar una nueva serie de muestras de cada pozo para comprobar los análisis. Bonotto no cree en la posibilidad de contaminación en el laboratorio y evalúa que, en el caso del radio, los valores encontrados pueden estar incluso subestimados, debido a las pérdidas que se suceden durante el proceso. De cualquier manera, como los resultados parciales muestran que el valor de referencia del radio es alto en muchos municipios, eso puede significar comprometer el uso de las aguas del acuífero para el consumo humano en algunas localidades. Bonotto considera fundamental un control radiométrico efectivo por parte de los órganos sanitarios responsables de la distribución de agua para la población y la delimitación de las regiones donde la misma es apropiada para el consumo, para bañarse o para la agricultura.
Para Bonotto, la muestra es buena y es representativa, pero considera necesario analizar el agua de los 15 mil pozos tubulares que captan aguas del Acuífero Guaraní, muchos con una profundidad superior a los 1.000 metros. Por lo menos 200 municipios paulistas son abastecidos total o parcialmente por el acuífero, también usado para riego y en las industrias de alimentos, bebidas y textiles. Bonotto está preocupado también con la explotación exagerada del acuífero: “Si se hacen muchas perforaciones o se saca demasiada agua, puede producirse una acomodación de terreno”. Por eso la utilización de aguas subterráneas debe hacerse de manera dosificada: “Tenemos que hacer un estudio para saber cuánta agua puede extraerse de la reserva, principalmente porque las cuencas de extracción se concentran en algunos lugares, no así en otros”.
Las mediciones y los cuidados necesarios
En el caso del uranio, Daniel Bonotto constató que la radioactividad medida en las 80 muestras de agua analizadas es bastante inferior al nivel máximo recomendado, lo que es una prueba de la potabilidad del agua con relación a los isótopos de uranio 238 y 234. Pero en algunas muestras encontró metales pesados, como el cadmio, considerado cancerígeno e identificado en el agua de un pozo de 124 metros de profundidad, que es usado para abastecer a la Compañía de Saneamiento Básico del Estado de São Paulo (Sabesp). En ese lugar, el tenor de cadmio excedía en más de 20 veces el limite máximo de concentración establecido por la Norma Técnica Especial (NTA-60) sobre aguas para consumo alimentario en el estado de São Paulo, aprobada por Decreto Estadual nº. 12.486.
El investigador encontró niveles elevados de radón en las aguas de la mayoria de los pozos analizados. Como no existe en Brasil legislación sobre ingestión de radón, Bonotto comparó los resultados con el limite de 300 pCi/l (picoCuries por litro) propuesto en 1991 por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (Usepa). Más de la mitad de los pozos analizados, incluso algunos usados para el consumo humano, superaba ese límite.
Se detectaron tenores elevados de radón en aguas de pozos de Maringá (3.303 pCi/l), Londrina (2.453 pCi/l) y Cornélio Procópio (2.408 pCi/l), en el estado de Paraná, pero ninguno de ello es usado para el consumo de la población. En tanto, aguas de pozos usados para el consumo humano en São Paulo revelaron niveles de radón superiores al límite establecido por la legislación internacional en Fernandópolis (2.902 pCi/l), São José do Rio Preto (1.272 pCi/l), Catanduva (1.272 pCi/l), Lins (1.516 pCi/l) y Ribeirão Preto (718 pCi/l).
Bonotto tranquiliza con una salvedad: el tiempo estimado para la desintegración de la mitad de la cantidad original del radón es de, como máximo, cuatro días, y cuando el agua es tratada o incluso cuando es solamente alojada en piscinas, como ocurre frecuentemente, se produce un proceso de aireación que disminuye los tenores de radón, eliminando así los riesgos de radiación. Aldo Rebouças agrega que, como el “tiempo de vida” del radón es muy corto, cuando que el agua es bebida por la gente el gas ya ha desaparecido. De cualquier forma, él concuerda con que es necesario efectuar el tratamiento en el caso del agua que se extrae de los pozos y se transporta inmediatamente hacia las redes de distribución. Y aun así, según el investigador de la Unesp, incluso cuando el radón desaparece en las aguas almacenadas en reservorios o piletas, puede permanecer en ellas el plomo radioactivo, que es uno de sus ‘hijos’.
Como el índice de radón es alto, Bonotto sospecha que el elemento que da origen a éste, el radio, podría estar alto también; por eso efectuó otro levantamiento de muestras de agua en los 80 pozos. Los análisis confirmaron su sospecha en algunos pozos, con tenores de radio superiores hasta en cuatro veces al límite máximo establecido por la legislación brasileña para la radioactividad alfa total emitida por elementos radioactivos, entre ellos el radio 226. Bonotto explica que el radio tiene un alto grado de radiotoxicidad, una alta tendencia a adherirse a los huesos, larga vida promedio – 1.622 años – y grandes posibilidades de producción de daños biológicos, debido a que emite radioactividad alfa. Segundo él, el máximo de concentración de radio 226 en el agua, sugerido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), es de 1 Bequerel por litro (Bq/l). El criterio empleado en Brasil se basa en la Resolución n° 36 del 19 de enero de 1990 del Ministerio de Salud, que estipula el valor de referencia en 0,1 Bq/l (cerca de 2,7 pCi/l) para la radioactividad alfa total, y de 1 Bq/l para a actividad beta total.
Los tenores encontrados en las muestras de algunos pozos están encima de los límites sugeridos por la OMS, muy superiores al valor máximo de 0,1 Bq/l para la radioactividad alfa total en el agua – para el radio inclusive – establecido por la legislación brasileña. En São Paulo, el investigador constató, por ejemplo, que el tenor de radio en un pozo en Catanduva es de 1,8 Bq/l, casi 20 veces el nivel permitido por la legislación brasileña. En un pozo en Monte Alto el tenor de radio es de 0,7 Bq/l, en Ribeirão Preto de 0,5 Bq/l y en São Simão de 0,5 Bq/l.
LOS PROYECTOS
El Radio en el Acuífero Guaraní
Inversión
R$ 18.000,00
Comportamiento Geoquímicodel Radón en Aguas Subterráneasde la Cuenca Sedimentaria del Paraná
Inversión
R$ 11.000,00
Modalidad
Auxilio a proyecto de investigación
Coordinador
Daniel Marcos Bonotto – Unespde Río Claro