Brasil contabilizó 183 millones de cabezas de ganado y el año pasado, y pasó así a ostentar el mayor stock comercial del mundo. Este año asumirá el primer lugar entre los países exportadores de carne vacuna. Con ventas estimadas en 1,2 millones de toneladas, pasará al frente de Australia ?cuyas ventas externas no superarán las 950 mil toneladas, debido a una intensa sequía? y de Estados Unidos, que ha mantenido su marca histórica de entre 1,05 y 1,1 millones de toneladas.
Este desempeño, nada despreciable para un país que hace 25 años registraba un déficit en la balanza comercial de ese producto, debe ponerse en gran medida a cuenta de la investigación científica desarrollada en las universidades e institutos especializados, en alianza con las asociaciones de criadores, que aseguraron el mejoramiento genético, y el incremento de la productividad y la sanidad del rodeo, agregándole valor a las exportaciones brasileñas. Solamente el año pasado, el comercio exterior de carne vacuna correspondió a 1.100 millones de dólares.
Si a esa cifra se suman los resultados de las exportaciones de toda la cadena productiva “cuero y calzados de cuero”, se llega a ingresos por 3.200 millones de dólares, sobre un total de 60.300 millones de dólares de exportaciones brasileñas en el período. Esta ventaja competitiva obtenida por el país se ampliará aún más con los resultados de las investigaciones del Genoma Funcional Bovino, lanzado el pasado día 7 mayo. Este proyecto identificará los genes bovinos de los animales de la raza nelore, la variedad cebuina (Bos indicus ) “que representa el 80% del stock vacuno brasileño” para desarrollar productos y tecnologías que permitan superar las limitaciones relacionadas con el crecimiento, la calidad de la carne, la sanidad y la eficiencia reproductiva, que impiden lograr una competitividad mayor de la ganadería nacional.
“Es un salto histórico para el país”, afirmó Geraldo Alckmin, gobernador de São Paulo, quien se hizo presente en el lanzamiento del proyecto. Los estudios serán desarrollados por investigadores del Programa Genomas Agronómicos y Ambientales (AEG), en 20 laboratorios de investigación. El proyecto cuenta con un presupuesto de un millón de dólares, financiado por la FAPESP, en asociación con Central Bela Vista de Genética Bovina.
“El objetivo final es mejorar la calidad de la carne, para lograr buenos precios y conquistar nuevos mercados”, dice Jovelino Mineiro, de Central Bela Vista. “La biotecnología abre una ventana de nuevas oportunidades para el país”, añade José Fernando Perez, director científico de la FAPESP. Al margen de ampliar la productividad del stock y sostener la posición destacada de Brasil en el comercio internacional de carnes, los estudios del genoma vacuno permitirán que el país se adelante a las exigencias de la Organización Mundial del Comercio (OMC), entidad encargada de fijar las reglas sanitarias, genéticas o zootécnicas.
Dichas normas se basan en investigaciones desarrolladas en países con conocimientos científicos más adelantados. “Con el genoma funcional podremos anticiparnos, e incluso establecer nuevas reglas, que nos asegurarán aún más ventajas en el mercado mundial de carnes”, prevé el secretario estadual de Ciencia, Tecnología, Desarrollo Económico y Turismo, João Carlos de Souza Meirelles.
De Souza Meirelles es ganadero, y es un observador cualificado: fue presidente del Consejo Nacional de Ganadería de Corte y del Comité Nacional de Salud Animal, vicepresidente del Secretariado Mundial de Carnes y coordinador del Foro de la Cadena Productiva de la Ganadería Bovina del Mercosur, entre otros cargos que ha ocupado. De los catálogos a la investigación – El estudio del genoma funcional implica un extraordinario avance en las investigaciones con reses iniciadas en el siglo pasado, cuando se elaboraron los primeros libros de registro genealógico del stock brasileño.
“La primera información necesaria para lograr la mejora genética consiste en saber cuáles son los progenitores de un animal”, comenta Antônio do Nascimento Rosa, investigador de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa, sigla en portugués) Ganado de Corte, con sede en Campo Grande, Mato Grosso do Sul. El primero de esos libros, datado en 1904, fue lanzado en Bagé, estado de Río Grande do Sul, y catalogaba reses de origen europeo (Bos taurus ). En 1918, la Sociedad Rural del Triângulo Mineiro, actual Asociación Brasileña de Criadores de Cebúes (ABCZ, sigla en portugués), publicó el libro de registro de la raza cebuina (Bos indicus ), oriunda de la India, e introducida al país por un grupo de criadores a comienzos del siglo.
A partir de los años 50, empezaron a realizarse en Brasil las llamadas Pruebas de Aumento de Peso (PGP, sigla en portugués). “Animales de diferentes rebaños eran reunidos en régimen de confinamiento o en el pasto, y expuestos a las mismas condiciones, para conocer cuáles aumentaba de peso más rápidamente”, dice Rosa. A partir de allí se efectuaba la selección de los mejores animales, utilizados para la reproducción. Genética clásica ? En la década del 60 se registró el primer gran impulso oficial a la producción brasileña, con la creación del Programa Nacional de Desarrollo de la Ganadería, cuando el país desarrolló un ciclo frigorífico y empezó a invertir en tecnologías de producción, para mejorar las condiciones sanitarias de la faena.
Diez años después se iniciaron las investigaciones clásicas de genética cuantitativa aplicada, llevada adelante por universidades, instituciones de investigación y asociaciones de criadores para el mejoramiento de los animales. Estos programas tenían por objeto producir animales con características comerciales superiores, es decir, con crecimiento más rápido, reproducción precoz y carne de mejor calidad.
“En la actualidad, tras más de tres décadas de investigación, podemos decir que Brasil es un centro mundial de referencia en investigación de mejoramiento genético”, afirma Irineu Umberto Packer, de la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz (Esalq) de la Universidad de São Paulo (USP). El Centro Avanzado de Investigación Tecnológica del Agronegocio de Vacas de Corte (antigua Estación Experimental de Zootecnia de Sertãozinho), perteneciente al Instituto de Zootecnia de la Secretaría de Agricultura del Estado de São Paulo, una de las entidades pioneras en las investigaciones para la reducción de la edad de faena, ha registrado resultados científicos y prácticos excelentes. “Constatamos una mejora de peso del orden del 1% anual, ó 3 kilogramos, en los animales seleccionados.
Así, los terneros, con 1 año de edad, pesan cerca de 60 kilogramos más que hace 20 años”, dice Alexander George Razook, que lidera el programa de selección de bovinos cebuinos (nelore, guzerá y gir) con base en el peso post destete y sus efectos sobre la conversión alimentaria, reproducción y carcaza, iniciado en 1976. “Esta diferencia se traduce en el peso de faena y de carcaza”, dice Razook. Investigadores de la Universidad Estadual Paulista (Unesp) de Botucatú también realizan investigaciones para acelerar la precocidad de los animales desde 1991.
“En Brasil, los bovinos demoran en promedio entre tres y cuatro años para llegar al momento de la faena. Con nuestras investigaciones sobre novillos superprecoces, reducimos este tiempo a 13 meses. Cuanto más joven es el animal al momento de la faena, más tierna es la carne”, explica Antônio Carlos Silveira, que coordina el proyecto temático intitulado Crecimiento de Ganado Bovino de Corte en el Modelo Biológico Superprecoz , financiado por la FAPESP. Iniciado en 1999, este proyecto cuenta con la participación de la Facultad de Ciencias Agrarias y Veterinaria (FCAV) de la Unesp de Jaboticabal, la Facultad de Medicina de la USP de Ribeirão Preto, la Esalq y el Instituto de Biociencias de la Unesp de Botucatú.
“Ahora pretendemos lograr un novillo superprecoz utilizando únicamente animales de la raza nelore, que son reconocidamente considerados tardíos. Debemos descubrir cómo acelerar la velocidad de crecimiento de los tejidos óseos y musculares del animal. En eso el Genoma Funcional Bovino nos ayudará mucho”, dice el investigador. Embrapa Sudeste Ganadería también ha trabajado para incrementar la productividad de la ganadería brasileña, con base en cruzamientos entre diversas razas, pero manteniendo la base del nelore, explica Maurício Mello de Alencar.
Están en análisis cinco sistemas de cruzamiento, con machos de las razas nelore, canchim, angus y semental, y hembras de la raza nelore o de alto mestizaje de nelore. Esta investigación forma parte del proyecto temático Estrategias de Cruzamientos, Prácticas de Manejo y Biotécnicas para la Intensificación Sostenida de la Producción de Carne Bovina , igualmente financiado por la FAPESP. “Se trata de un proyecto de producción animal que involucra el mejoramiento genético basado en los cruzamientos comerciales”, afirma Alencar. “Nuestro objetivo es producir terneros biológicamente diferentes, para estudiar su eficiencia”.
Luego del nacimiento, los animales son evaluados en varios aspectos (genéticos, nutricionales, reproductivos, sanitarios y económicos) en el transcurso de su vida. El investigador explica que los becerros son producidos en diferentes épocas del año, para que sea posible estudiar distintas técnicas de alimentación y de manejo. Es un trabajo largo, cuyos primeros resultados se verán el año próximo.
Mejora de los pastajes ? Al margen de los esfuerzos para elevar la productividad de los rodeos, también se intenta mejorar los pastajes. “El promedio de productividad animal en Brasil es de 5 arrobas por hectárea anuales, y de 1.000 litros de leche por hectárea al año. Estos números podrían llegar, respectivamente, a 58 arrobas y 45 mil litros de leche, dependiendo del grado de intensificación del uso de esos pastajes”, revela Moacyr Corsi, de la Esalq, que hace 35 años investiga formas de mejorar los pastajes brasileños, y coordina el proyecto temático intitulado Caracterización y Evaluación de Pastajes Irrigados y su Manejo (Capim), financiado por la FAPESP.
La calidad de los pastos depende del incremento de la productividad de la planta forrajera y de su manejo. “En Brasil, el promedio de eficiencia en el pastoreo es de entre un 30% y un 50%, lo que significa que se pierde entre el 70% y el 50% del forraje producido. Es posible elevar el nivel de eficiencia a un 70% ó un 80%”, prevé Corsi. El aumento de la producción de pasto puede lograrse con la mejora de las condiciones del suelo, con el uso de cal y con la aplicación de fertilizantes, como el nitrógeno, el potasio y micronutrientes.
En los estados de Paraná, Goiás y São Paulo se ha alcanzado una productividad de alrededor de 60 arrobas por hectárea anual en pastajes no irrigados, y superior a las 70 arrobas en pastajes irrigados”, afirma Corsi. Los resultados económicos y comerciales de las investigaciones científicas son incuestionables. En 20 años el índice de natalidad medido en el destete, generalmente a los 9 meses de vida del ternero, cayó del 72% al 50%; la edad promedio de faena se redujo de cinco a tres años y medio, y el rendimiento de carcaza, medido por la cantidad de carne y huesos después de que la res ha sido eviscerada y se le ha retirado el cuero, aumentó de 190 kilogramos a 220 kilogramos.
Esta mejora de productividad le ha permitido al país producir 8,2 millones de toneladas de carne el año pasado, registrar un consumo interno de 37 kilogramos de carne per cápita “uno de los más altos del mundo”, de acuerdo con Meirelles, y exportar casi 1 millón de toneladas. Ese aumento constante de la productividad del rodeo le permitió a Brasil en 1978 alterar la inflexión de la curva de importación y exportación. Hasta entonces, el país exportaba carne bovina a Europa, principalmente a Inglaterra, pero importaba un volumen aún mayor desde Argentina y Uruguay.
“En 1979 nos convertimos en exportadores netos, y comenzamos a pensar de manera estratégica la ganadería brasileña”, recuerda el secretario. A partir de comienzos de la década del 80 se organizó la Cadena Productiva de la Ganadería de Corte, en el marco del Consejo Nacional de Ganadería de Corte.
El consejo organizó a los sectores productivos “de los terneros a los bifes, pasando por los calzados”, resume el secretario, impulsó la investigación científica, la producción de insumos, los frigoríficos y mataderos, las curtiembres y el sector de artefactos y calzados de cuero. “Hoy en día, ese conjunto de actividades constituye la cadena productiva con el mayor número de empleos directos del país: 8,5 millones de trabajadores”, afirma Meirelles.
La ganadería bovina representa actualmente 2 de cada 3 hectáreas ocupadas con actividades rurales, es decir que, de los 3,8 millones de kilómetros cuadrados en los que se desarrollan actividades agrícolas en el país, 2,6 millones se destinan a la ganadería. Una epopeya zoosanitaria . Pero, para conquistar el mercado externo de carne vacuna, Brasil tuvo que declararle la guerra a la tuberculosis y a la brucelosis, y también, y fundamentalmente, a la enfermedad que aterroriza a los ganaderos: la fiebre aftosa. Varios países no importan carne in natura de regiones en las que hay fiebre aftosa, entre éstos los de la Unión Europea, que es en la actualidad el principal importador de carne brasileña.
Las investigaciones científicas y las campañas oficiales de vacunación contra la fiebre aftosa garantizan hoy en día que 140 millones de cabezas, de un stock de 183 millones, crezcan en zonas libres de la enfermedad, en un circuito productor que se extiende de Río Grande do Sul a Bahía, pasando por Tocantins, Mato Grosso, Rondônia. Las expectativas indican que la enfermedad sería completamente erradicada en 2005. Investigaciones recientes también prometen avanzar en el combate contra la brucelosis bovina, que provoca abortos en las vacas a partir del quinto mes de gestación.
La vacuna más usada en Brasil es elaborada con microorganismos vivos, pero Sérgio Costa Oliveira, del Instituto de Ciencias Biológicas de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), desarrolló una vacuna de ADN que ya ha sido aplicada con éxito en ratas, y que está empezando a ser probada en reses. “En investigación genética hemos evolucionado de una manera espectacular. Desde el punto de vista sanitario, la evolución del stock bovino brasileño quizás haya sido la mayor epopeya zoosanitaria de la historia, si se considera el número de cabezas y las dimensiones del territorio nacional”, celebra Meirelles. “Hemos dejamos definitivamente de ser vendedores de mostrador.”
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