Un sueño de mala calidad frecuente, con comienzo postergado mucho más allá de lo deseable noche tras noche, debido una inexplicable dificultad para adormecerse, o interrumpido muchas veces por apnea, perceptible o no, o incluso en ocasiones entrecortado por ese insomnio que irrumpe súbitamente en medio de la madrugada, puede crear problemas sexuales. Así lo aseguran expertos que han venido investigando seriamente el tema, directamente en pacientes humanos o en ratones sometidos a la observación. Y no se necesita tener todo el conocimiento acumulado por los investigadores del Instituto del Sueño, uno de los 11 Centros de Investigación, Innovación y Difusión (Cepids), que cuentan con el apoyo de la FAPESP en el estado de São Paulo, para imaginar que una disminución sensible de la libido y del desempeño sexual, con efectos incluso sobre la fertilidad y el embarazo, puede quitarle el sueño a mucha gente que enfrenta estos problemas. Puede vislumbrarse allí un interminable y preocupante círculo vicioso.
Pero el artículo estampado en la portada de esta edición de Pesquisa FAPESP, elaborado por la editora asistente de ciencia, Maria Guimarães, va mucho más allá de ese círculo: aparecen en él evidencias científicas recientes de una íntima y multifacética conexión entre el estrés, los trastornos del sueño y una infinidad de problemas en el campo de la sexualidad, que van desde la disfunción eréctil entre los hombres hasta significativos desórdenes en el ciclo hormonal de las mujeres. De este modo, si bien ya había pruebas abundantes de que la pésima combinación de estrés constante y sueño fragmentado constituye un gatillo poderoso de problemas cardiovasculares, neurológicos, obesidad, diabetes y otros males, ahora se empieza a conocer de qué modo también la misma afecta a esa función tan vital y placentera que es el sexo. Vale la pena leerlo, comienza en la página 16.
Quiero destacar también otro artículo de la sección ciencia de esta edición, que aborda una investigación llevada a cabo por un grupo de la Universidad de São Paulo (USP), que revela el grado de destrucción de los pulmones de pacientes que murieron en la capital paulista después de contraer la gripe porcina. Los investigadores estudiaron muestras de distintos órganos de 21 personas y vieron que en casi todos los casos — más precisamente en 20, según informa el editor de ciencia, Ricardo Zorzetto, a partir de la página 44 — los pulmones exhibían una destrucción masiva de los alvéolos, las celdas microscópicas en cuyo interior se producen los intercambios gaseosos fundamentales para la respiración y el mantenimiento de la vida. En algunos casos había también inflamación intensa y muerte celular en los bronquiolos. Ahora bien, justo en momentos en que comienza en el Hemisferio Norte la vacunación contra la infección provocada por el virus H1N1, aún rodeada de polémica, y empieza a estructurarse la vacunación en Brasil, con comienzo previsto para abril de 2010, la contribución de un grupo de patólogos a la comprensión de por qué el virus de la gripe porcina provoca una reacción tan exagerada en algunos organismos, a punto tal de llevar a su completa falencia y a la muerte de los pacientes, está muy lejos de carecer de importancia. Incluso porque, en rigor, se sabe todavía muy poco de la gripe porcina.
En tecnología, querría destacar el artículo de la editora asistente, Dinorah Ereno, que empieza en la página 64, sobre una piel artificial idéntica a la humana, desarrollada por un grupo de investigación de la USP, que se utilizará para evaluar la toxicidad y la eficacia de nuevos compuestos destinados a la elaboración de fármacos y cosméticos. Cabe registrar que no se trata de un producto inédito: en Europa y Estados Unidos, subsidiarias de la empresa francesa L’Oréal y la norteamericana MatTek producen y venden pieles artificiales. Pero esta alternativa nacional, creada con células extraídas de la piel de donadores sometidos a cirugías plásticas reparadoras, puede tal vez cubrir con ventajas una necesidad de la industria brasileña exportadora, principalmente porque en Europa ahora no se puede más probar cosméticos en modelos animales.
En el ámbito de la política científica y tecnológica, recomiendo enfáticamente la lectura del revelador artículo del editor Fabrício Marques, a partir de la página 28, sobre el complejo engranaje creado y que se encuentra en franca expansión en el ámbito nacional de investigación científica por acción de incremento significativo de los ensayos clínicos de medicamentos hechos en el país durante los últimos años. Cuando en 1996 comenzó a regir la reglamentación de los mismos, solamente 30 pedidos de autorización de ensayos de medicamentos habían sido elevados al Ministerio de Salud. En tanto, el año pasado, la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) autorizó 248. Este movimiento produce efectos que vale la pena conocer.
Para culminar, y junto con nuestros votos por un fin de año alegre y gratificante para todos los lectores, y de un estreno de 2010 pulsante, un pequeño pero soberbio regalo del equipo de Pesquisa FAPESP (sin falsa modestia, que en este caso no se aplican): cuatro páginas de “Ideas de canario”, un cuento genial de Machado de Assis [en portugués]. ¡Un deleite!
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