Un recurso esencial de la medicina nuclear para el diagnóstico de una serie de enfermedades ya está disponible en São Paulo. El Instituto de Investigaciones Energéticas y Nucleares (Ipen), de la Comisión Nacional de Energía Nuclear (Cnem), desarrolló una tecnología propia y comenzó a producir el iodo-123 ultrapuro, un radiofármaco que, usado en estudios específicos, facilita la localización de tumores y alteraciones en la tiroide, en el corazón y en el cerebro. Esa sustancia, bajo la forma de un líquido incoloro, tiene una vida media (período en el que la actividad radioactiva cae a la mitad) corta: 13 horas. Esto representa una ventaja para el paciente, que es sometido a una dosis pequeña de este tipo de producto, además de beneficiarse con la precisión y la rapidez de los diagnósticos.
El producto estará disponible para todos los hospitales y centros de diagnósticos que lo deseen a comienzos del próximo año. Falta poco para ello. “Necesitamos sedimentar el proceso todavía. Solo entonces podremos producir a escala totalmente comercial y establecer el precio final del producto”, informa el físico Valdir Sciani, coordinador del Grupo de Irradiaciones en el Ciclotrón del Ipen. El ciclotrón, modelo Cyclone 30, es un acelerador que costó cerca de 5 millones de dólares y genera haces de protones para la producción de radiofármacos de interés en diagnósticos médicos, como el galio-67, talio-201, indio-111, iodo-123 y flúor-18.
El desarrollo de este nuevo producto fue posible con el proyecto de auxilio-investigación de la FAPESP Desarrollo e Implantación del Método de Obtención de Iodo-123 a Partir de la Irradiación de Xenón-124 en el Ipen-Cnen, coordinado por Sciani. El apoyo financiero de la Fundación fue de 109 mil reales y 50 mil dólares. La Agencia Internacional de Energía Atómica contribuyó con 50 mil dólares y la contrapartida del propio instituto fue de 70 mil reales.
La metodología de producción del iodo-123 a partir de la irradiación del gas xenón no es nueva y también es usada por el Instituto de Ingeniaría Nuclear (IEN), de Río de Janeiro. En São Paulo, el sistema fue enteramente desarrollado en el Ipen. “El dominio de la tecnología hizo posible el desarrollo y la implementación de sistemas propios para todas las fases del proceso, en un trabajo que demandó dos años”, explica Sciani. El trabajo también contó con la participación de equipos del Laboratorio de Ciclotrones, del Centro de Radiofarmacia y del Centro de Tecnología de las Radiaciones del Ipen.
Además de las inversiones directas en el proyecto, contaron también aquellas relativas a infraestructura, como la adquisición de un distribuidor magnético con cinco salidas para una de las líneas de haces de protones del Cyclone 30. Con ello, pueden permanecer ahora instaladas hasta cinco cámaras de irradiación, una de ellas exclusiva para la producción de iodo-123. Antes, solo se usaba una cámara, que tenía que ser montada y desmontada para cada nuevo radiofármaco producido en la línea.
Iodo en el Incor
El Instituto del Corazón (Incor) de la Universidad de São Paulo (USP) es uno de los consumidores de iodo-123. Cláudio Meneghetti, director del Servicio de Radioisótopos del Incor, informa que la primera utilización del iodo-123 se llevará a cabo en el estudio de pronóstico de los pacientes que están en la fila de transplantes de corazón, para identificar a los que tienen mayor riesgo de muerte, mediante el uso de una sustancia -la metaiodobencilguanidina – marcada con el iodo-123. Con estas sustancias en el organismo, el paciente es sometido a un análisis de cintilografía, en el que una máquina especial capta la radiación concentrada en las zonas afectadas de manera similar a un equipo de rayos X.
De acuerdo con la farmacéutica Marycel Barboza, responsable en el Ipen por la marcación de moléculas con radioisótopos, el iodo-123 es usado solamente en el diagnóstico y el monitoreo de tratamientos, a diferencia del iodo-131, utilizado en el diagnóstico y en radioterapia. Con el 123, se pueden diagnosticar disfunciones de la tiroide, como el hipo e hipertireoidismo. Insertado en la metaiodobencilguanidina, posibilita estudios precisos del miocardio y la identificación de tumores endócrinos y de la cresta neural (donde existen neuronas implicadas, centrales o periféricas), que son de baja ocurrencia, pero que afectan a niños -neuroblastoma- y adultos jóvenes (feocromocitoma). La conjunción de ambas sustancias también facilita el acompañamiento terapéutico, corrigiendo y evaluando la necesidad de aumentar la dosis de un medicamento, además de verificar la eficiencia de la línea terapéutica. El iodo-123 puede también ser usado para marcar otras moléculas, como las utilizadas en el examen deflujo neural o cerebral y estudios de neurorreceptores.
Un factor vital
En cardiología, existen varias utilidades para el iodo-123 que ayudan al médico a entender el problema del paciente. “Por ejemplo, si éste tuvo un infarto, el examen con metaiodobencilguanidina marcada puede constatar el área de arritimia. En el caso de transplantes cardíacos, muchas veces es preciso escoger al receptor de un corazón en la lista de espera. Existe un momento en el que todos los factores implicados, desde el punto de vista clínico o funcional, son similares, pero aquel que tenga menor concentración de noradrenalina en el miocardio es el caso más grave y deberá, en términos estadísticos, morir primero si no hay una solución. El examen con la molécula marcada con el iodo-123 puede identificar quiénes son esas personas de la lista de espera para transplantes de corazón.
Meneghetti destaca también el caso de personas con arritmias ocasionales, motivadas por fallas en la distribución de la red neural del miocardio y que podrán tener su caso mejor estudiado. El uso del iodo-123 en el diagnóstico de la tiroide va a ser menor que el del iodo-131, porque éste tiene una vida media mayor: de ocho días. “Eso lo hace más fácilmente disponible para las necesidades del día a día de las clínicas”, aclara el químico Jair Mengatti, coordinador de la producción de radiofármacos del Ipen. “Pero aun cuando el iodo-131 continúe desempeñando un papel significativo en el diagnóstico de la tiroide, el iodo-123 es incuestionable en la marcación de moléculas para otros tipos de estudios, debido a la excelencia de las imágenes que genera y la baja radioactividad suministrada al paciente.”
Sin impurezas
El iodo-123 era producido anteriormente por el Ipen a partir del óxido de telurio, pero esta sustancia poseía el contaminante iodo-124. El Incor ya trabajó en el pasado, académicamente, con ese iodo. Cuando le es suministrado a un paciente, aun en dosis pequeñas, el iodo-124 permanece en el organismo. Pero este iodo impuro era utilizado de forma esporádica, según Meneghetti: “Solo cuando el beneficio de su aplicación compensaba los riesgos de radiación del 124, en casos de pacientes a la espera de un nuevo corazón y con perspectivas de corta vida si el transplante no realizase”.
Con el gas xenón-124, el iodo-123 garantiza, además de la alta calidad de las imágenes, la ausencia de impurezas como el iodo-124. Actualmente, cerca de 1,5 millones de personas son beneficiadas con radiofármacos producidos por el Ipen. Mengatti informa que la utilización de esos productos en Brasil ha crecido alrededor de un 13% al año. Algunos, como el iodo-131 y el 123, presentan una tasa del 15%. “Pero aun con esa velocidad de crecimiento, estamos utilizando una cantidad de radiofármacos cercana a la de Argentina. “Considerándose que Argentina tiene 1/4 de la población de Brasil, el consumo brasileño debería crecer un 300% para equiparar al de los argentinos.
Meneghetti, por su parte, comenta que el crecimiento de la medicina nuclear ha sido grande: “Estábamos en nivel de aplicación muy bajo. La situación cambió cuando la Sociedad Brasileña de Medicina Nuclear empezó a divulgar, entre los médicos, los beneficios de los exámenes nucleares”. Con la producción del iodo-123 ultrapuro en São Paulo, se logra un nuevo avance en esa área de la medicina.
EL PROYECTO
Desarrollo e Implantación del Método de Obtención de Iodo-123 a Partir de la Irradiación de Xenón-124 en el Ipen/Cnen/SP
Modalidad
Auxilio a proyecto de investigación
Coordinador
Valdir Sciani – Instituto de Investigaciones Energéticas y Nucleares (Ipen)
Inversión
R$ 109.500,00 y US$ 50.000,00