En los libros y en las películas de ciencia ficción, los vuelos espaciales pueden ser amenazados por choques con meteoritos y sabotaje, e incluso por ataques alienígenas. En la vida real, los riesgos pueden ser más prosaicos, pero no menos destructivos. Una de las mayores preocupaciones de los especialistas de la Nasa consiste en evitar que los astronautas sufran con piedras en los riñones, según informa la revista New Scientist (del 10 de noviembre de 2001). Quien ya padeció este mal lo sabe: el dolor provocado por un cálculo renal puede dejar inactivo incluso al ser humano mejor entrenado para soportar condiciones adversas – y tan solo un miembro de una tripulación espacial incapacitado puede echar a perder toda una misión. Estudios realizados en la extinta estación espacial rusa Mir muestran que los astronautas son más susceptibles a tener piedras en los riñones que los seres humanos que pisan la Tierra. En los vuelos que duran más de 18 días el riesgo es aún mayor. Fueron colectadas muestras de orina de astronautas de la Mir antes, durante y después de varias misiones realizadas entre 1995 y 1999. Los investigadores descubrieron que el volumen de orina de los astronautas era significativamente menor que lo normal durante e incluso un mes después de los viajes. La pérdida de masa ósea que se produce en condiciones de microgravedad es una de las causas de este problema. El calcio liberado por los huesos puede ir a parar a la orina, llevando a la formación de cálculos. Una forma de tratamiento y prevención sería tomar litros de agua y eliminar gran cantidad de orina, una medida casi imposible de adoptar en el espacio. Una solución más práctica puede estar en los suplementos de citrato de potasio y magnesio. El citrato, hallado en las frutas frescas de las que los astronautas carecen, inhibe la formación de cálculos.
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