Según una proyección publicada por la revista Nature a comienzos del año pasado, la proporción de personas mayores de 60 años en la población global, que era de un 10% en el año 2000, alcanzará un 22% hacia 2050. Tendremos entonces un mundo con una población de casi un cuarto de ancianos, mientras que en Brasil, la composición etaria se habría modificado aun más velozmente: los mayores de 60 años, que actualmente representan un 9% de la población, serán un 29% en 2050, casi un tercio de los brasileños, según datos del instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). Se trata de una situación sencillamente inimaginable hace tan sólo un siglo, cuando la expectativa de vida al nacer, por ejemplo, en Estados Unidos, apenas pasaba de los 50 años, y en Brasil, se hallaba en magros 30 años, tal como se revela en Brasil e Argentina 1850-2000: um ensaio de história comparada (1850-2002), libro de 2004 de Boris Fausto y Fernando J. Devoto, publicado por Editora 34 (la fuente es un trabajo de 1998 de Rosemary Thorp, Progreso, pobreza y exclusión: una historia económica de América Latina en el siglo XX). Dicho sea de paso, Argentina se situaba entonces en ese ítem, bastante por delante de Brasil, con una expectativa de vida de algo más de 40 años.
Este importante envejecimiento de la población mundial, acompañado de una pertinente preocupación por la calidad de vida de las personas en la fase final de la vida, viene motivando el desarrollo de un campo multidisciplinario de investigación que indaga, desde múltiples enfoques, cómo envejece el cerebro. Mejor dicho, qué sucede con el cerebro de adultos mayores sanos a medida que envejecen más y más y qué estrategias pueden implementarse para mantenerlo sano para toda la vida. Los trabajos que se están elaborando al respecto, incluso en Brasil, contribuirán para que se defina con mayor precisión en los próximos años la frontera que separa las alteraciones típicas del simple envejecimiento de aquellos cambios que indican el comienzo de enfermedades neurodegenerativas dramáticas, tales como el mal de Alzheimer.
Basado en media docena de tales estudios brasileños, sumados a la lectura referencial de varios trabajos internacionales, fue que Ricardo Zorzetto, nuestro editor de ciencia, produjo el artículo de tapa de la presente edición de Pesquisa FAPESP. Mientras lo leía, pensaba que películas como la bella y melancólica Chuvas de verão [Lluvias de verano], de Cacá Diegues, con el gran Jofre Soares en el papel del anciano quien al jubilarse, se toma el hábito inmediato de vestirse de pijama y así caracterizado, sentarse en la puerta de su casa, cada vez más sonarán como un himno a un modo de vivir completamente anacrónico frente a filmes actuales que celebran, entre otros logros tardíos, el redescubrimiento del amor en edad avanzada, tales como Alguien tiene que ceder (Somethings gotta give) o Nunca es tarde para enamorarse (Last chance, Harvey) que tienden a multiplicarse, y tal vez con protagonistas cada vez más ancianos. Al cabo, el envejecimiento saludable representa una incuestionable victoria de la vida y el amor, sensiblerías al margen, una fuerte reafirmación de la vida.
Otra lectura imperdible en esta edición es el artículo sobre la Iglesia Universal del Reino de Dios, que da comienzo a la sección de humanidades. Con base en algunos estudios recientes provocados por el impresionante crecimiento del neopentecostalismo en Brasil, el editor Carlos Haag habla de la ambigua relación existente entre las iglesias neopentecostales y el diablo (no tan vinculado con los demonios de la tradición cristiana sino más bien con el orisha eshú de las religiones afro-brasileñas), y presenta algunos matices de la teología de la prosperidad, en la que se basa el funcionamiento de la Iglesia Universal. Tal como argumenta una de sus entrevistadas, la antropóloga Paula Montero, si la teología de la liberación produjo la categoría de pobre como actor político en la escena pública, la teología de la prosperidad de la Iglesia Universal produce el pobre como actor económico, tornándolo responsable de su propia salvación.
Finalmente, quiero destacar la entrevista ping-pong al matemático Jacob Palis, presidente de la Academia Brasileña de Ciencias, realizada por nuestro editor de política científica y tecnológica, Fabrício Marques. Estudioso internacionalmente respetado de los sistemas dinámicos, Palis habla de manera entusiasta y motivadora al respecto de la madurez de la investigación brasileña.
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