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Ambiente

El precio de la deforestación

Brasil se encuentra entre los mayores contaminadores mundiales

JEFF SCHMALTZ, NASA/GSFCBrasil estaba entre los cinco mayores emisores de gases de efecto invernadero entre 1990 y 1994, según el inventario divulgado al final del año pasado por el gobierno nacional. En ese período, la emisión de gas carbónico aumentó de 976 millones de toneladas a 1.030 millones. Más del 70% de estas emisiones está relacionado con cambios en el uso de la tierra y a la conversión de bosques para uso agrícola. Las emisiones de dióxido de carbono por consumo de combustibles fósiles, especialmente en el sector de transportes y en la industria, vienen en segundo lugar, ya que la participación de la energía renovable en la matriz energética brasileña es elevada. Las emisiones de gas metano son también significativas, sobre todo en el área agropecuaria: en 1994, sumaban 13,2 millones de toneladas. Por último, aparecen las emisiones de óxido nitroso, causadas por el uso de fertilizantes en suelos agrícolas.

El primer inventario brasileño fue dado a conocer en Brasil y presentado en el marco de la 10ª Conferencia de las Partes del Convenio Marco de la Organización de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP-10), en diciembre, en Buenos Aires.

Y sus resultados no sorprendieron a los especialistas. El problema está en el futuro que los mismos proyectan. “Sabemos que el número de focos de quemas ha aumentado bastante en los últimos diez años y es posible que el país ocupe hoy una posición aún peor entre los emisores globales de gases de efecto invernadero”, calcula Paulo Artaxo, coordinador del Instituto del Milenio del experimento Large Scale Biosphere – Atmosphere Experiment in Amazonia (LBA). Estados Unidos, responsable del 36,1% de las emisiones de gases de efecto invernadero, es el campeón entre los países contaminadores, seguido por China, con el 18%, y Rusia, con un 17%.

A pesar de la posición incómoda de Brasil en ese ranking, la mayor parte de las emisiones de gas carbónico en el país no resulta de la quema de combustible fósil por parte de la industria, que, perversamente, es un factor de generación de riqueza y bienestar de la población. “Al contrario, las emisiones de dióxido de carbono son el resultado de la destrucción de la Amazonia”, compara Artaxo.

Ventajas relativas
El Protocolo de Kyoto, que entra en vigor el día 16 de febrero, prevé la reducción del 5,2% en 2012 de las emisiones de gases de efecto invernadero registradas en 1990. Las naciones industrializadas son las principales responsables por el cumplimiento de esa meta. Brasil, como así también otras naciones en desarrollo, no forma parte de ese grupo, pero los resultados del inventario ubican al país en una posición delicada a partir de 2013, cuando entrará en vigor un segundo período de reducciones, que se negociará en los próximos años.

El hecho de que la deforestación sea el principal responsable de la emisión del dióxido de carbono confiere a Brasil una “ventaja relativa”, ya que el control de las emisiones ocasionadas por las quemas no requiere de altas inversiones y le aporta enormes beneficios ambientales al país. “En Estados Unidos o en Europa, la reducción de emisiones deben efectuarse por medio de cortes en el consumo y en la producción, en general con costos significativos”, observa Artaxo.

Junto con el informe de emisiones, el gobierno brasileño publicó un conjunto de medidas mitigadoras. De acuerdo con la ministra del Medio Ambiente, Marina Silva, Brasil ha logrado reducir el ritmo de destrucción de las selvas, por ejemplo. En 2003, afirmó Silva, el ritmo de crecimiento de la deforestación retrocedió un 2%, y en 2004, se proyecta un escenario de estabilidad, y luego de reducción. El lanzamiento del programa de uso comercial del biodiesel y el uso del etanol como combustible en los automóviles, de acuerdo con la ministra de Minas y Energía, Dilma Roussef, también deberán contribuir a la reducción de las emanaciones en Brasil. “Brasil tiene que estudiar de modo adecuado todas las posibilidades de reducción de las emisiones, y el juego está en manos del gobierno, que tiene herramientas estratégicas para reducir rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero”, enfatiza Artaxo.

Desarrollo limpio
El Protocolo de Kyoto prevé que los países desarrollados pueden cambiar la reducción de las emisiones de gases en sus territorios por inversiones en proyectos de absorción de carbono en países en desarrollo, por medio de los Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL). A su vez, pueden también financiar proyectos de energía renovable, para mitigar efectos contaminantes. La medida beneficiará a países como Brasil que, según Artaxo, tienen gran potencial de explotación de secuestro de dióxido de carbono.

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