Se ha concretado un importante avance en el combate contra la brucelosis bovina: Sérgio Costa Oliveira, del Instituto de Ciencias Biológicas de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), desarrolló una vacuna de ADN (el ácido desoxirribonucleico, portador del código genético) compuesta por uno o más genes de la bacteria causante de esta enfermedad, asociados a un componente viral – el llamado adyuvante genético, que potencializa los efectos de la vacuna y puede también ser una alternativa en la terapia genética en humanos.
El descubrimiento rindió artículos en Journal of Virology y Human Gene Therapy. Causada por la bacteria Brucella abortus, la brucelosis bovina provoca abortos en vacas a partir del quinto mes de gestación, compromete la fertilidad y reduce la producción de leche hasta en un 25%. En Brasil, cerca de 8,5 millones de bovinos (un 5% del rebaño) están contaminados, y se estima que las pérdidas anuales ascienden a 100 millones de dólares.
Cuando es transmitida al ser humano, por el contacto con animales infectados o por el consumo de leche y derivados contaminados, la enfermedad se manifiesta con una fiebre intermitente que, si no es tratada – con antibióticos -, puede llevar a inflamaciones en los huesos, en el corazón y en otros órganos. No existe vacuna de uso humano. La vacuna más usada en Brasil contra la enfermedad es la B19, producida con microorganismos vivos. Pese a tener un 70% de eficacia, existen limitaciones.
Solamente debe aplicarse en hembras de entre 3 y 8 meses y puede confundir el diagnóstico: en el examen serológico que detecta anticuerpos contra la bacteria, es difícil saber si ésta se encuentra en el animal porque el mismo fue vacunado o porque está enfermo. Pero la vacuna génica, según Oliveira, podría ser aplicada a cualquier edad, tanto en machos como en hembras – por ser una enfermedad relacionada con la reproducción, los machos pueden contaminarse con las hembras e infectar a todo el rebaño. La eficiencia, constatada en un año de pruebas en 150 ratas, fue de casi un 70%.
Oliveira apunta otras ventajas: “La producción a gran escala es más barata, el mantenimiento del control de calidad es más fácil y no hay necesidad de refrigeración para almacenar la vacuna, que permanece estable a temperatura ambiente”. ¿Y las desventajas? Existe el riesgo potencial de que una vacuna de ADN se integre al genoma de la célula, animal o humana, y genere una mutación que active genes causantes de cáncer o inhiba genes supresores de tumores, por ejemplo. El investigador de la UFMG descarta esta posibilidad, citando estudios realizados en el Laboratorio Merck de Estados Unidos, según los cuales la frecuencia de mutaciones celulares normal es mayor que la ocasionalmente inducida por la vacunación con ADN.
Proteína mensajera
En su posdoctorado en inmunología celular y molecular, en la Universidad de Wisconsin, Estados Unidos, Oliveira ya trabajaba en vacunas contra la brucelosis. Fundamentado en el principio de que la inmunización génica es similar a una infección viral, en la cual el virus necesita llegar al núcleo de la célula, decidió incorporar un componente de virus. En el tegumento del virus del herpes, una enfermedad que también afecta a los bovinos, éste descubrió la proteína VP22, que es fundamental en el tránsito de moléculas entre las células y se desplaza con desenvoltura hacia el núcleo de la célula del hospedador. De esta manera, su función de adyuvante genético, integrado al gen objeto de la vacuna, es transportar al antígeno – el gen que produce anticuerpos contra la brucelosis- hacia diferentes células.
El adyuvante multiplica las reacciones: aumenta la respuesta del anticuerpo para la proteína codificada por el gen de interés de la vacuna y aumenta la respuesta celular mediada por los linfocitos T, un tipo de células del sistema inmunológico. Oliveira tuvo que salir del laboratorio y buscar recursos en las agencias de fomento a la investigación, además de asociaciones con empresas privadas, para hacer posible el próximo paso de esta investigación: las pruebas por lo menos en 50 bovinos durante un año.
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