Cuatro décadas después de haber estado detenido como subversivo, en manos de la policía política de Getúlio Vargas (1882-1954), algo aún parecía atormentar al crítico y escritor paulista Paulo Emílio Salles Gomes (1916-1977). En el año de su muerte, más que el trauma por haber perdido la libertad o haber sido obligado a buscar asilo en Francia, conservaba aún su inconformismo de militante socialista frente al comportamiento de las elites paulistas en la vida política brasileña, en los años que precedieron a la dictadura del Estado Novo (1937-1945) y, en especial, la represión comandada por Armando Salles de Oliveira.
Corría el año 1937 y Paulo Emilio consiguió huir gracias a un túnel cavado con sus compañeros de celda. Escapó a Francia, donde despertó su interés por el cine y por el socialismo democrático. Durante toda su vida, no se apartó un palmo de ese ideal al que tan adepto se hizo. Para él, aquella era una forma natural de ver al mundo. No tuvo tiempo, sin embargo, para expresar esa postura de una manera más contundente contra la misma clase dirigente que tanto lo incomodó, porque murió sin concluir su segunda novela, “Cementerio”.
El volumen, es definido por el crítico, profesor e historiador de cine Carlos Augusto Calil como un ajuste de cuentas con su primera juventud. 30 años exactamente después del fallecimiento de Paulo Emilio, la obra finalmente va a salir editada como libro, en una esmerada edición, con notas y apéndices de Calil. El texto original, en manuscrito y de difícil lectura, fue registrado en un cuadernillo de espiral. Se espera que el volumen llegue a las librerías hacia comienzos de junio.
La trama se desarrolla entre 1935 y 1937, en los momentos que antecedieron a la dictadura del Estado Nuevo. Mezcla ficción con biografía. Cuenta la historia de un empleado de una editorial que acaba responsabilizado por la publicación del libro “Cementerio”, una crítica mordaz al rol político de importantes nombres de la burguesía paulista. En determinado momento, el propio Paulo Emilio se convierte en personaje y pasa a relatar sus vivencias con la represión política de la época. “Se trata de un juego de espejos, de reflejos ejercitado en forma exhaustiva por el autor”, anticipa Calil.
Cementerio, será el segundo libro de un ambicioso proyecto de la editora Cosac Naify para reunir toda la obra de Paulo Emilio en aproximadamente 12 libros. El primero apareció en marzo, la alabada novela “Tres mujeres de tres pies”, con textos revisados a partir de las tres ediciones anteriores y con fragmentos cortados en el original del autor – ahora reunidos en un anexo. La obra está compuesta de tres novelas que incursionan en forma ácida en el mundo de los adinerados de la ciudad más rica del país, mostrados en situaciones de crisis conyugales. “Su modernidad serena y corrosiva se derrama en una prosa casi clásica, transparente e irónica, con una dosis de libertinaje en su estilo que recuerda a los ficcionistas franceses del siglo XVIII”, escribió Antonio Candido.
Para coordinar la serie, el director editorial Augusto Massi invitó a Calil, ex-alumno y orientado del crítico en la USP, y además, compañero en la lucha para reconstruir la Cinemateca Brasileña en la década de 1970. La mayor expectativa, sin embargo, se halla en la recuperación de su producción relacionada con el cine – que incluye dos guiones de cine, en colaboración con su mujer, la escritora Lygia Fagundes Telles. Pero existen más novedades.
En la misma época en que el cineasta bahiano Glauber Rocha (1939-1981), se enfrentaba con sus pares y polemizaba acerca de cine y política, y vice-versa, el crítico y escritor paulista Paulo Emilio Salles Gomes se enfrentaba en solitario para hacerse darse a conocer, en relación a la supuesta condescendencia que tenía hacia el cine nacional, en especial con la pornografía. En ambos casos, se intentó desacreditarlos, sin profundizar en la discusión. Paulo falleció en 1977. Glauber desapareció en 1981.
Para muchos, Glauber es el mayor cineasta brasileño de todos los tiempos. Y Paulo Emilio, el mayor crítico de cine. Había algo más que los unía también: una razonable correspondencia entre ambos, aún inédita, en la que discutían los rumbos del cine nacional dentro de una concepción comprometida con la cultura. No es casualidad, que luego de iniciar una completa organización de la producción escrita del director, la Cosac Naify, comience la publicación de la producción intelectual de Paulo Emilio, agrupada, revisada y organizada en su totalidad.
Está previsto, según Massi, que las dos colecciones finalicen con un volumen que reúna las cartas que esos dos apasionados por el cine intercambiaron a lo largo de décadas. Glauber contará con ocho tomos, concluidos hacia fines del año próximo; Paulo Emilio, entre diez y doce, con ediciones de entre 200 y 250 páginas – el último, saldría en 2009. Del director, la Cosac Naify lanzará hacia fin de año no sólo su diario inédito, sino también la novela nunca publicada “Adamastor” – nombre del padre del cineasta. También están en carpeta los guiones que no fueron filmados.
En el caso de Paulo Emilio, la primera tentativa de publicar un libro con la producción del crítico, sucedió durante la primera mitad de la década de 1980, cuando la editora Paz & Terra publicó cinco volúmenes, organizados por el Departamento de Documentación y divulgación de la Embrafilme: la novela “Tres mujeres de tres pppies”; “Cine: trayectoria en el subdesarrollo”; la biografía del director francés Jean Vigo; y los dos librotes “Crítica de cine en el Suplemento Literario”, con los textos que escribió para el periódico O Estado de São Paulo, entre 1954 y 1965. En 1986 Calil organizó “Paulo Emilio: un intelectual de primera línea”, para la Editora Brasiliense, con el material que quedó fuera de otras ediciones. La idea es ahora tornar a su producción, más inteligible y accesible para las nuevas generaciones.
Las críticas, por ejemplo, fueron agrupadas por la Paz & Terra en forma cronológica, lo que dificultaba la comprensión y la consulta. Además de eso, agregaba dispersión a sus ideas. En la nueva edición serán organizadas por temas – géneros, discusiones, memorias, etc. “En su producción impresiona el estilo, el tipo de militancia y compromiso, que le interesa a la editora, para poseer en su catálogo ese tipo de intelectual, de carácter preocupado”, observa Massi. Para Calil, Paulo Emilio estableció el concepto de crítica elaborada, metodológica, en la cual analizaba la ficha técnica, la construcción del filme y su inserción en el universo cinematográfico. Un estilo que ciertamente perfeccionó durante su estancia en Francia, donde se dedicó a organizar su vida y a enfatizar la importancia del joven director Jean Vigo (1905-1934).
Esos, y otros aspectos, encaminaron a Adilson Mendes a desarrollar la disertación de maestría “Escribir cine – Una crítica de Paulo Emilio Salles Gomes (1935-1952)”, con orientación de Ismail Xavier, defendida en la Escuela de Comunicación y Artes de la Universidad de São Paulo (ECA-USP). Con el apoyo de la FAPESP, el estudio intentó echar nueva luz sobre el trabajo de Paulo Emilio, con énfasis en el período de génesis y consolidación de su estilo, respecto de la crítica que hace en la revista Clima y en el libro Jean Vigo. “Considero que la incomprensión de su obra, hoy está causada principalmente por la poca atención puesta en su escritura, en la manera en como en ella se fusionan, análisis crítico, experiencia y subjetividad, que son mucho más visibles en su ficción”, afirma Mendes.
Él cuenta que intentó comprender las diversas posturas asumidas por el crítico y como se relacionaron con su escritura. “Así, fui adentrándome e investigando su estilo y su noción de ensayo”. El investigador estudió como esa prosa es influenciada por el Modernismo politizado de los años 1930 y se profundizó con el debate de la crítica francesa de pos-guerra, apoyándose en el crítico André Bazin (1918-1958) como importante referencia. “Paulo Emilio inició un estilo de crítica cinematográfica en Brasil, pues antes que él, quien se explayaba sobre el cine escribía pequeñas crónicas con el énfasis puesto en la trama del guión. Mientras en la revista Clima (1941-1944) se considera a los largos ensayos como una prosa, acabada, que mucho se inspira en los filmes que analiza”.
Mendes recuerda, en ese contexto histórico, la contribución del Chaplin Club, que en los años 1920, fue responsable por el debate de ideas cinematográficas más avanzado del país, y, desde el punto de vista teórico, no tiene nada que envidiar a los debates de la avant-garde francesa. Los escritos de Plinio Sussekind Rocha o los de Octavio de Faria, principales nombres del Chaplin Club, mientras tanto, nunca contaron con una investigación auto-reflexiva acerca del hecho de la escritura y mucho menos sobre el hecho de escribir teoría en un país subdesarrollado. “Por lo tanto, podemos afirmar que Paulo Emilio es el fundador en Brasil del ensayo cinematográfico”.
Esa disposición crítica, continúa el investigador, luego de su retorno de Francia, en 1954, fue decisiva para toda una generación de críticos y cineastas, toda vez que promovió la comprensión de las condiciones del cine en un país periférico. Si los procedimientos de análisis cambian conforme al objeto y a la experiencia del analista, ¿cuál sería el punto de vista de un crítico brasileño al comentar un filme extranjero? Esa cuestión, responde Mendes, enunciada principalmente en los ensayos publicados en el Suplemento Literario de O Estado de São Pablo, fue decisiva en la formación del pensamiento de los jóvenes de Cinema Nuevo y de toda una generación de críticos, al colocar en un conjunto las tesis estéticas y políticas.
La principal forma de expresión de Paulo Emilio, defiende el estudioso, fue el ensayo, detallista, de la misma manera como en los filmes, el cineasta manipula su material. “Mientras tanto, el análisis inmanente difícilmente es solitario y siempre se complica con elementos externos que ofrece la historia, que la experiencia del crítico condensa”. En el ensayo de Paulo Emilio, explica él, se descubre una crítica multifocal, que busca encontrar en los filmes la experiencia individual e histórica, pero que para eso recorre la prosa del crítico. “Esta, busca otorgar coherencia a ese movimiento de vaivén entre el texto y el contexto, pero sirviéndose de toda la libertad creativa”.
Paulo Emilio era un crítico atento a los más diversos géneros cinematográficos. Mientras tanto, en el final de su vida, se dedicó arduamente al estudio del magro cine nacional. “Paulo Emilio ha sido últimamente blanco de críticos apresurados, que tienden a tacharlo de ‘nacionalista’, con motivo de su postura táctica durante los años 1970 en relación con el cine brasileño. Pero lo que esos críticos no comprendieron, era que para él, se hallaba en juego la precariedad de un sistema cinematográfico – que comprendía al filme, su realización por parte del cineasta, su recepción en el público y la garantía de distribución”.
Este sistema, que hasta entonces funcionara razonablemente bien, comenzó a ser amenazado con el fin de Cinema Nuevo y las fragilidades de la Embrafilm. Por eso, prosigue el investigador, su apuesta al mal cine, sus análisis de la comedia erótica, de las películas de Mazzaropi (Amácio -actor y cineasta brasileño – 1912-1981), etc. “Aunque fueran limitados desde el punto de vista estético, cautivaban un público y atesoraban significados históricos y sociológicos que ayudan en la comprensión de nuestra mediocridad”.
Antonio Candido subrayó en la presentación de la primera edición de “Cine: trayectoria en el subdesarrollo”, que escribir demandaba un gran esfuerzo a su amigo de toda la vida. “No porque no dominase la palabra. Al contrario, su concatenación verbal era prodigiosa. Sino porque sólo escribía lo que pensaba y sentía. Y quería presentarlo del modo más lúcido y auténtico”. Hoy, cuando la crítica cinematográfica se confunde con la realización de reseñas superficiales, cuando el “convencimiento” no siempre fundamentado y las impresiones conforman un análisis, cuando camaradería y preconceptos localistas predominan sobre la lógica de una supuesta crítica, leer a Paulo Emilio se torna un deber básico y fundamental – principalmente para el aspecto educativo de las nuevas generaciones. Habrá que sentarse a esperar por sus libros.
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