Investigadores desarrollan un material que genera energía eléctrica cuando se lo presiona
Las posibilidades de uso del bagazo de la caña de azúcar se amplían. Una de las más recientes es una fibra textil con propiedades medicinales, elaborada con la celulosa de ese residuo y quitosano, un polímero elaborado a base de quitina, una sustancia extraída de los caparazones de cangrejos, camarones, langostas y otros crustáceos. Esta combinación resultó en una fibra para uso en apósitos con propiedades cicatrizantes, fungicidas y bactericidas, que además brindan confort y resistencia. El estudio coordinado por el profesor Adalberto Pessoa Júnior, de la Facultad de Ciencias Farmacéuticas de la Universidad de São Paulo (USP), contó con la posdoctoranda Sirlene Maria da Costa, actualmente investigadora del Instituto de Investigaciones Tecnológicas (IPT, sigla en portugués), y la ingeniera química Silgia Aparecida da Costa, docente de la Carrera Textil y de Moda de la Escuela de Artes, Ciencias y Humanidades de la USP, quien sugirió investigar después de haber desarrollado fibras similares con celulosa comercial de madera y quitosano.
Queremos crear una fibra textil tecnológica, y con base en ella construir telas para la fabricación de vendajes e indumentaria para portadores de discapacidades físicas, tales como parapléjicos, ancianos con dificultades de movilidad y pacientes que permanecen mucho tiempo en la cama y están sujetos al desarrollo de úlceras por presión en la superficie de la piel, dice Silgia. Como nuestra fibra actúa en la cicatrización y el combate contra bacterias y hongos, puede ser que con ella no todos los pacientes tengan en el futuro que usar pomadas o hacer curaciones en las heridas. Según la investigadora, si bien buena parte del bagazo y de la paja de la caña de azúcar es quemada para la generación de energía eléctrica, aún resta un excedente que podrá transformarse en fibra textil especial.
El proyecto redundó en una patente de la Agencia de Innovación de la USP. El desarrollo de las fibras ha concluido y ahora están concluyendo los ensayos físicos, químicos y biológicos. Queremos comprobar la resistencia de la fibra para la construcción de telas y otros materiales con capacidad de absorber la humedad de la secreción de las heridas y con acción bactericida y fungicida.
Además de la fibra híbrida con quitosano, también se están desarrollando otros tipos de fibras en los cuales se está verificando la incorporación de enzimas tales como la lisozima, presente en la clara de huevo de gallina, que tiene propiedades bactericidas, y la bromelina, una enzima extraída del ananá y capaz de limpiar heridas. La expectativa del grupo apunta a que los ensayos concluyan dentro de un año, cuando el producto estaría listo para su fabricación en escala piloto. Nuestra intención es suscitar el interés por parte de empresas tanto del sector textil como farmacéutico para desarrollar la tecnología, dice Silgia.
Los proyectos
1. Desarrollo de nuevas fibras textiles a base de celulosa regenerada y quitosano para aplicaciones médicas (n° 06/56970-4); Modalidad Ayuda Regular a Proyecto de Investigación; Coordinadora Silgia Aparecida da Costa USP; Inversión R$ 70.048,97 y US$ 17.356,00 (FAPESP)
2. Desarrollo de fibras textiles a base de celulosa de bagazo de caña de azúcar con la incorporación de fármacos y enzimas para aplicaciones médicas (nº 07/53577-2); Modalidad Ayuda Regular a Proyecto de Investigación; Coordinador Adalberto Pessoa Júnior – USP; Inversión R$ 90.787,33 (FAPESP)