Las quemas de la caña de azúcar, realizadas para eliminar las hojas secas antes de la zafra, arrojan al aire moléculas precursoras de partículas ácidas que pueden permanecer en suspensión en la atmósfera durante días y ser transportadas por el viento hacia áreas muy distantes, al margen de provocar problemas respiratorios. Durante casi dos años, el equipo del químico Arnaldo Alves Cardoso, de la Universidad Estadual Paulista (Unesp), reunió muestras del aire de Araraquara, interior paulista, y dimensionó los cambios en la composición de la atmósfera entre la zafra y la entrezafra. La quema de la caña eleva hasta en un 40% la concentración en el aire de estas partículas muy finas, ricas en potasio, nitrógeno y azufre, que antes nutrían a las plantas. “Como el suelo pierde nutrientes, los agricultores deben usar más fertilizantes en la zafra siguiente”, dice Cardoso. Llevados por el viento, dichos nutrientes pueden acelerar el crecimiento de las plantas en los bosques aledaños. Los efectos de las quemas han sido detallados en tres artículos –el más reciente apareció en Environmental Sciences and Technology –, elaborados con Gisele Rocha, de la Unesp, y Andrew Allen, de la Universidad de Birmingham, Reino Unido.
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