La investigación genómica, cuando es realizada correctamente, puede generar cambios en los sistemas de salud de todo el mundo, y abrir el camino para la prevención y el tratamiento de enfermedades que acaban con la vida de millones de personas, principalmente en los países en desarrollo. Pero se debe evitar el riesgo de que los conocimientos generados aumenten la diferencia de calidad de la asistencia médica entre los países. Ésa fue una de las principales conclusiones del informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), intitulado Genómica y Salud Mundial, divulgado el pasado día 30 de abril. Dicho informe reúne informaciones sobre las investigaciones genómicas en todo el mundo, analiza perspectivas y elabora escenarios para el futuro uso de la genética.
La OMS empezó a investigar los posibles impactos de la revolución genómica sobre la salud y sus implicaciones en los países en desarrollo inmediatamente después de anunciado el secuenciamiento del genoma humano a comienzos de 2001, con el objetivo de definir sus estrategias de actuación con relación a este nuevo campo de investigación. Luego de 13 meses, un grupo de 14 médicos, investigadores y especialistas en ética, coordinado por Tikki Pang, director de la OMS para Política de Investigación y Cooperación, realizó un estudio detallado de 241 páginas de extensión, sobre el estado actual y las perspectivas de desarrollo de las investigaciones en los diversos países.
El grupo constató que las informaciones generadas por la genómica pueden ser utilizadas para producir en los próximos años un espectacular avance en la lucha contra enfermedades mórbidas como la malaria, la tuberculosis y el Sida, de alta morbilidad en los países en desarrollo. También ofrecerán pistas importantes para la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades de origen genético o crónicas, como las cardiovasculares, el cáncer y la diabetes, entre otras. “La investigación del genoma de agentes patógenos nos ayudará a comprender mejor la transmisión de enfermedades y los mecanismos de su virulencia, así como la manera por la cual los agentes infecciosos destruyen las defensas del portador. Estas informaciones deberían posibilitar el desarrollo de nuevas formas de diagnóstico, vacunas y agentes terapéuticos”, indica el informe.
No obstante, la OMS constató que la mayoría de las investigaciones en genómica y biotecnología está siendo desarrollada en el mundo industrializado, y siempre dirigida al mercado. El informe apunta algunas excepciones y menciona los casos de China, India, Cuba y Brasil, que están utilizando las posibilidades abiertas por la genética para desarrollar investigaciones de enfermedades locales. “Existe el peligro de que esos avances acentúen la disparidad en la asistencia médica dentro de cada país y entre países”, advierte el informe.
La situación se agrava cuando se considera la falta de incentivos para que la industria farmacéutica realice investigaciones con el objetivo de combatir enfermedades no asistidas, que diezman a la población de los países más pobres. “El potencial de la genómica para combatir esas dolencias no se consumará y las desigualdades de salud se agravarán si estos países no aumentan su capacidad biotecnológica o si no se fomentan mecanismos que estimulen las inversiones por parte de instituciones públicas o privadas, tanto en los países desarrollados como en aquéllos en desarrollo”, recomienda la OMS.
Para evitar ese riesgo, el informe endosa “enfáticamente” la recomendación de la Comisión de Macroeconomía y Salud de la OMS en pro de crear un Fondo Global de Investigación en Salud, con un capital inicial de 1.500 millones de dólares, para el financiamiento de I&D en países en desarrollo. Y pide que un valor idéntico sea puesto a disposición de los países e instituciones que trabajan en nuevas vacunas y en el desarrollo de drogas contra el Sida, la tuberculosis y la malaria.
Ética y genética
El informe también examina el papel de la ética en las investigaciones y en la medicina genética. Las prácticas éticas habituales, como el consentimiento informado o la confidencialidad deben ser revisadas, en función de la naturaleza de la información genética. Cada país debería establecer su propio marco ético y crear una legislación basada en principios definidos internacionalmente, indica el informe.
La OMS llama la atención también hacia el hecho de que algunas características de la tecnología del ADN recombinante, particularmente cuando ésta es utilizada en la manipulación de genomas humanos y animales, requieren una reglamentación en términos de seguridad pública, salud del investigador, riesgos para el medio ambiente y contra la posibilidad de usos sociales y políticos inadecuados.
Los países deben estar preparados para encarar perspectivas radicalmente nuevas con relación a la investigación y a la práctica médica, recomienda la OMS, y evaluar su capacidad biotecnológica y bioinformática actual para establecer prioridades estratégicas. La OMS se dispone a apoyar a las naciones que quieran ampliar ese campo de investigación, mediante la prestación de asistencia técnica y el apoyo a la creación de centros de genética clínica y programas de investigación genética volcados a problemas de salud específicos.
También podrá facilitar la transferencia de tecnologías, la creación de programas de formación entre el norte y el sur y el desarrollo de redes regionales de investigación. La tecnología genómica podrá ayudar en el combate a enfermedades transmisibles, comunes en países en desarrollo. Ese sector de la investigación, afirma el informe, debería agrupar a universidades, instituciones de investigación públicas y empresas en programas de I&D que permitan obtener nuevos productos de asistencia a la salud. Pero esta estrategia requeriría el establecimiento de acuerdos entre los socios, además de incentivos fiscales y una amplia red de investigación.
La OMS recomienda también que los países inviertan en la acumulación de una masa crítica de conocimientos especializados, para que puedan así participar de las investigaciones y tener acceso a los bancos de datos genómicos, parte de los cuales son ofrecidos gratuitamente al público. La OMS está dispuesta a ofrecer asistencia técnica a los Estados para la implementación de carreras de corta duración, por ejemplo. Se dispone también a asumir un “papel crucial en la vanguardiade la bioética”, particularmente en lo que se refiere a la genómica y a la salud mundial, y a asesorar a los gobiernos acerca de la mejor manera de establecer sistemas de reglamentación para la amplia gama de tecnologías que están siendo generadas por las investigaciones.
Vacío en la investigación
Los países que financian la investigación genómica se encuentran en una posición privilegiada para entender y debatir las implicaciones clínicas, éticas y legales resultantes de los avances obtenidos en dicha área de conocimiento. La opinión es del médico Tikki Pang, director de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para Política de Investigación y Cooperación, que coordinó los trabajos del informe Genómica y Salud Mundial. “No coincidimos con la idea de que solamente las naciones ricas deben producir investigación genómica, que es cara por naturaleza”, dice Pang, en entrevista concedida a Pesquisa FAPESP.
Pang no considera que las inversiones nacionales en biotecnología y genómica constituyan un lujo. “Los países en desarrollo también deben hacer eso”. Para el director de la OMS, las sociedades que logren una mejor comprensión de los profundos impactos de la genómica podrán beneficiarse de manera más efectiva con los descubrimientos y tecnologías creadas por ese sector de la ciencia. “Las naciones que entiendan de manera más clara el impacto de la genómica e inviertan en ese sector podrán maximizar sus beneficios”, afirma Pang.
En la mayor parte del mundo en desarrollo, casi no existe investigación genómica. Ese cuadro de reducidas inversiones en ciencia en las regiones más pobres del planeta, preocupa a la OMS, pues en muchos rincones del globo corren el riesgo de quedarse al margen de las novedades producidas en esa línea de investigación. No obstante, cuatro naciones periféricas figuran como excepciones a esa regla: China, India, Cuba y Brasil, que han invertido en el sector. Entre esos cuatro países, Brasil ocupa una posición de destaque. “En términos de investigación genómica aplicada al área agrícola, Brasil no está atrás de nadie, ni siquiera de los países ricos. China parece haber centrado más sus esfuerzos en el área de salud”, comenta Pang.
Para reducir la distancia entre el nivel de las investigaciones realizadas en países ricos y pobres, la OMS defiende el establecimiento de formas alternativas de financiamiento de la investigación genómica en los países no desarrollados. Según Pang, la creación del Fondo Global de Investigación en Salud -un mecanismo para el financiamiento de estudios científicos (genómicos también) en países en desarrollo, que contaría con una partida inicial de 1.500 millones de dólares- dependerá de la captación de recursos en dos fuentes: los países desarrollados y la industria farmacéutica.
“No es fácil convencer a los contribuyentes de esos países, que al final son los que pagan la cuenta, a poner ese dinero”, comenta Pang. “Es más difícil aún doblegar a la industria farmacéutica, que está más interesada en obtener utilidades y en producir para los grandes mercados.”De acuerdo con el director de la OMS, Brasil, debido a su posición de liderazgo en la ciencia de América Latina, es una de las naciones que pueden recibir parte de los recursos del fondo. “Brasil posee centros de excelencia en investigación, el gobierno ha invertido en ciencia y el país reúne las condiciones para ser un centro irradiador de conocimiento hacia sus vecinos de la región”, afirma Pang.
Más allá del mayor o menor grado de inversión en investigación genómica, todos los países adolecen de un problema universal, en la visión del director de OMS: existe siempre un descompás entre los últimos avances de la investigación y la legislación que regula la práctica científica. “Los cambios generados por los nuevos descubrimientos son muy rápidos y las sociedades se mueven lentamente para crear mecanismos de regulación”, dice Pang. Para el médico, ese problema afecta indistintamente tanto a los países ricos e industrializados como a las naciones en desarrollo.
El ejemplo de Brasil
El informe Genómica y Salud Mundial dedica la página 95 y parte de la 96 al relato de las estrategias de desarrollo de las investigaciones genómicas en Brasil, que en los últimos cinco años pasó a integrar el primer escalón entre los países que desarrollan investigación en genómica, utilizando el modelo de investigación en red, un ejemplo para las otras naciones.
Recuerda que, en 1997, la FAPESP tomó la “decisión estratégica” de iniciar un gran programa de investigación que comenzó con el secuenciamiento del genoma de la bacteria Xylella fastidiosa. En lugar de construir un centro para la realización del trabajo, la FAPESP puso en funcionamiento un “instituto virtual de genómica” -la red Onsa (Organization for Nucleotide Sequencing and Analysis)-, con aproximadamente 200 investigadores trabajando en 30 laboratorios en el estado de São Paulo, mantenido con recursos iniciales del orden de los 13 millones de dólares.
La red secuenció en menos de un año -subraya el informe-, el 90% de los 3 millones de genomas de la Xylella, y publicó la secuencia completa en la revista Nature, en julio de 2000. Ese suceso contó con una considerable atención por parte de los medios de comunicación, tanto en Brasil como en todo el mundo, según afirma el informe.
El segundo gran programa de la red Onsa, evalúa, fue el proyecto del Genoma del Cáncer, que contó con 10 millones de dólares de la FAPESP y del Instituto Ludwig de Investigación, utilizando una técnica pionera para el secuenciamiento, denominada Orestes. “El proyecto tuvo un éxito arrollador: una semana después del anuncio del secuenciamiento de la Xylella, el Proyecto del Cáncer anunció que había mapeado 500 millones de ESTs”, según consta en el informe. En octubre de 2001, el grupo publicó en el Proceeding of the National Academy of Science, de Estados Unidos, la identificación de 700 mil fragmentos activos en 24 tejidos normales y con cáncer.
“Ese trabajo sugiere que las estimaciones iniciales sobre el número total de genes humanos pueden haberlo subestimado”, se acota en el informe. Brasil ostenta ahora, junto a Estados Unidos y al Reino Unido, la condición de líder mundial en investigación genómica del cáncer. Menciona también los proyectos de secuenciamiento de los genomas del Schistosoma manzoni y de la caña de azúcar, éste último ya concluido.
El informe menciona también que el Ministerio de Ciencia y Tecnología lanzó un programa nacional de investigación genómica en asociación con el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq), que reúne en una red a 25 laboratorios de todo el país. La red ya ha secuenciado el genoma de la Chromobacterium violaceum. Y concluye que no existen dudas acerca de que otros países pueden aprender mucho con la capacidad brasileña de construir estrategias exitosas de investigación.
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