La generación de energía a partir de las olas del mar ha dejado de ser una cosa del futuro. Desde hace más de un año, una central construida en Islay, en la costa de Escocia, viene generando energía suficiente como para abastecer a 400 residencias. En julio del año pasado, una segunda planta fue instalada en la Isla de Pico, en el archipiélago de Azores, en Portugal. Con 400 kW de potencia, la misma suministra energía para mil personas, o el 10% del total de la isla. Ante los buenos resultados alcanzados y por ser una fuente de energía limpia, renovable y de bajo impacto ambiental, la Coordinación de los Programas de Posgrado en Ingeniería (Coppe) de la Universidad Federal de Río de Janeiro firmó un convenio con el Instituto Nacional de Ingeniería y Tecnología Industrial (Ineti) de Portugal para seguir de cerca el funcionamiento de la central de Azores. Investigadores de ambos países también estudiarán las condiciones del litoral brasileño para evaluar el uso de dicha matriz energética. Recomendadas para pequeñas comunidades, las usinas de olas cuestan alrededor de un millón de reales y son relativamente sencillas. Son construidas en base a una estructura de hormigón armado de unos 12 metros cuadrados de superficie y 14 metros de altura, en la zona de la rompiente de las olas. El vaivén de las aguas provoca una compresión y descompresión de aire en el interior de un hueco, haciendo girar a una turbina. Ésta, a su vez, acciona al generador de electricidad. Según el profesor Antônio Carlos Fernandes, jefe del área de hidrodinámica de la Coppe, el mayor desafío para los investigadores es mantener una constancia, porque las olas son irregulares y tienen diferentes tamaños. La primera central piloto del país será construida en Arraial do Cabo, en el litoral del estado de Río de Janeiro. “Esperamos que esté lista al comienzo del próximo año”, afirmó Fernandes.
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