ARQUIVO NORBERTO PEPORINE LOPESSuelen usarse tés o diversas infusiones hechas con la arnica brasileña (Lychnophora ericoides) contra la comezón, picaduras de mosquitos, cortes, dolores e inflamaciones. Y funciona. Investigadores de la Universidad de São Paulo (USP) en Ribeirão Preto decidieron buscar el porqué, y lo hallaron. Encontraron tres substancias – dos antinflamatorios y un analgésico – con probada acción farmacológica en animales de laboratorio o in vitro, directamente en proteínas. Descubrieron también qué es lo que produce cada parte de la planta: las raíces y las hojas – más intensamente – producen sustancias antiinflamatorias, mientras que los analgésicos se encuentran tan solo en la raíz. El tallo, caulescente, no produce por lo visto sustancias de interés farmacológico.
El equipo de Norberto Peporine Lopes, que coordina este trabajo, no pretende apenas aislar los principios activos de los nuevos medicamentos. El objetivo es más amplio: encontrar las mejores condiciones para el cultivo de la planta y la a producción de fitoterapéuticos con calidad y bajos costos, con al menor cantidad posible de constituyentes con efectos colaterales. Es un trayecto que incluye una revisión en las indicaciones de uso de la arnica, que debe ser apenas tópico (externo). “No recomendamos la ingestión bajo ningún punto de vista”, advierte Lopes. “Algunas sustancias pueden ser tóxicas para el hígado”. Según el propio Lopes, nadie sabe con certeza cuáles son y qué pueden hacer las sustancias de los preparados comerciales hechos con la arnica y vendidos como panaceas contra picaduras de mosquito, golpes o luxaciones.
Entre las más de 50 sustancias ya encontradas en los diferentes extractos, dos de ellas -un antiinflamatorio derivado del ácido quínico, del tejido interno de las hojas, y la lignana cubebina, con potente actividad analgésica, de las raíces- exhibieron resultados satisfactorios en tests con ratones Swiss. El segundo fue descrito en un artículo de la edición de noviembre-diciembre de 2000 de la revista Phytochemistry. Otros antiinflamatorios, llamados goiasensolido y centraterina, llegaron a un estadio más avanzado: fueron testeados directamente sobre las proteínas asociadas al proceso inflamatorio, también con buenos resultados.Lopes considera al goiasensolido y la centraterina – almacenados principalmente en la estructura de la hoja llamada tricoma glandular, una especie de pelo modificado – los más potentes furanoeliandolidos (clase a la cual pertenecen esas sustancias) inhibidores del llamado factor NF-kB, el mensajero celular responsable por el inicio de la inflamación. Al impedir que dicho factor se junte al ADN (ácido desoxirribonucleico), el NF-kB evita la formación de las proteínas iniciadoras de la inflamación.
Pero el goiasensolido y la centraterina pueden causar reacciones alérgicas en la piel, también una consecuencia indeseable de la arnica europea (Arnica montana). Por eso se intenta perfeccionarlos métodos de extracción y purificación. “Ya sabemos cómo separar esas sustancias o, por lo menos, cómo reducir la concentración de esas lactonas”, dice Lopes. “Después, queremos transferirles esos procesos a pequeñas industrias, que entonces sí sabrán producir con calidad y saber que están vendiendo”.
Los investigadores empezaron a trabajar en 1998. En campos rupestres como las chapadas (planicies) de Parecis (MT), de Veadeiros (GO) y Diamantina (Bahía) y en las sierras de Cipó y de Canastra (Minas Gerais) recolectaron y conversaron con los curanderos. El objetivo: reunir información sobre la planta y sobre la preparación de los medicamentos.
En el campo, verificaron que los recolectores de hierbas y curanderos venden tanto las partes aéreas – hojas, flores y ramas – como las raíces, todas indicadas como antiinflamatorios y analgésicos, mientras que en los preparados comerciales se utilizan únicamente las hojas. Preguntándose por qué, el equipo de la USP decidió estudiar las actividades terapéuticas de cada parte de la planta. Encontraron en las hojas tan solo sustancias con actividad antiinflamatoria, y en las raíces principalmente, actividad analgésica, aunque también éstas tengan, secundariamente, propiedades antiinflamatorias.
Inmigrantes italianos
Lopes comenta que existen productos comerciales derivados de la arnica brasileña elaborados por empresas constituidas en el fondo de la casa, sin registro en el Ministerio de Salud ni prueba de los constituyentes químicos, aunque una serie de relatos confirme su efecto terapéutico. En tanto, los medicamentos homeopáticos son elaborados con arnica europea, una especie bien estudiada y de efectos probados.
La arnica brasileña, exclusiva del país y denominada también arnica de la sierra, falsa arnica o candeia, comenzó a ser usada en el siglo XVIII por inmigrantes italianos, en reemplazo de la variedad europea, inexistente en Brasil. Debido a la semejanza del aroma del aceite esencial, testearon la especie Lychnophora ericoides, de la misma familia, la Asteraceae, y el efecto antiinflamatorio fue el mismo.Como consecuencia de esto, se popularizó el uso de este arbusto de hasta dos metros de altura, hallado en regiones de campos rupestres o ‘cerrados’ de altura, con suelo rocoso y poca humedad. La tala indiscriminada y la destrucción de sus ambientes naturales colocaron a la arnica en la condición de planta vulnerable, según la Sociedad Brasileña de Botánica. Otra razón para que Lopes decidiera estudiarla.
Cultivo de tejidos
A sabiendas de que la arnica suscita interés comercial, lo que puede acelerar su tala y aumentar sus riesgos de extinción, el equipo de la USP comenzó a testear el cultivo de tejidos de la planta, con micropropagación in vitro y técnicas de germinación de las semillas. El resultado más importante, obtenido con la colaboración de Suzelei França y Ana Maria Soares Pereira, de la Universidad de Ribeirão Preto (Unaerp), fue la obtención del tejido callus – en un cultivo celular desorganizado – que produce el goiasensolido. Se puede así obtener por lo menos una de las sustancias a través de procesos biotecnológicos, sin extraerla de la planta.
El estudio de la germinación de la arnica indicó algo más determinante que el suelo: la planta solo crece en interacción simbiótica con microorganismos del suelo, los llamados hongos micorrízicos arbusculares, como demostró el ingeniero agrónomo Marcos Eduardo Paron durante su doctorado.
Paron, ahora profesor de la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar) en Araras, aisló 21 especies (de los géneros Glomus, Scutellospora, Entrophospora, Gigaspora e Acaulospora) que favorecen el crecimiento de la arnica. “El cultivo comercial de la arnica puede depender de estrategias tales como la inoculación de esos hongos”, dice Paron. Parece relativamente sencillo hacer que la planta crezca en ambientes no serranos: basta cultivar el hongo en plantas trampas (en este caso, el sorgo) en macetas con arena estéril y mezclarlas en el suelo usado para los plantines.
Las conclusiones tienen implicancias prácticas: “Concluimos que se puede producir arnica en cualquier lugar, no solo en la sierra -como se pensaba- siempre y cuando se tenga en el suelo el tipo de población de hongos que el arbusto necesita para hacer la simbiosis”, concluye Lopes. Faltaba conocer el período en el cual la planta contiene más sustancias con actividades analgésicas y antiinflamatorias. Los productores dicen que la arnica solo está en condiciones un poco antes y un poco después de la floración, cuando la hoja suelta un aceite pegajoso. ¿Será así? Lopes estudió durante un año una planta adulta en la Serra da Canastra. Al final, dicho y hecho: la producción del antiinflamatorio goiasensolido es efectivamente mayor en la época mencionada por los productores.
Lopes era aún muy joven cuando comenzó a interesarse por los estudios de campo con plantas. A los 12 años, acompañaba a su padre, José Norberto Callegari Lopes, que era profesor de química orgánica de la USP de Ribeirão Preto. Después de cursar la Facultad de Ciencias Farmacéuticas, realizó su maestría en la USP de São Paulo bajo dirección de Massayoshi Yoshida en el grupo de Otto Gottlieb, uno de los grandes del área. Checo naturalizado brasileño, Gottlieb desarrolló aquí la investigación con los lignoides, un grupo de compuestos químicos al cual pertenecen las sustancias analgésicas estudiadas en Ribeirão Preto.
Desde marzo pasado, Lopes está haciendo un posdoctorado en la Universidad de Cambridge, Inglaterra. Va a trabajar con cromatografía líquida acoplada a espectrometría de masas, una técnica que, cuando regrese al comienzo del año próximo, pretende aplicar en el estudio de la biosíntesis de los antiinflamatorios y analgésicos. El plan va más allá de la arnica. Según él, de ese trabajo pueden resultar técnicas de control de calidad y producción de medicamentos fitoterápicos de manera general, no solo de la arnica.
Patentes
Mientras tanto, prosigue el estudio farmacotécnico, en colaboración con Newton Lindolfo Pereira y Osvaldo de Freitas, también de la USP de Ribeirão Preto, que permitirá la producción del fitoterápico en caso de que los tests toxicológicos no revelen efectos indeseados. También se encarga de una cuestión estratégica: el patentamiento de los resultados de las investigaciones, vital para mantenerse en un mercado en crecimiento en todo el mundo. En Estados Unidos, los fitoterápicos mueven alrededor de 4 mil millones de dólares por año. Atento a esa realidad, Lopes ya ha patentado, junto con Yoshida, Massuo Kato y Sérgio Albuquerque, el proceso de producción de dos neolignanas, extraídas de la virola (Virola surinnamesis), que son 50 veces más activas que la violeta de genciana, un producto comercial utilizado en la profilaxis de la enfermedad de Chagas.
Lopes otorga gran importancia a la patente: recuerda que ciertas plantas autóctonas brasileñas – como la espinheira-santa (Maytenus ilicifolia), indicada en el tratamiento de úlcera – fueron transformadas en medicamentos patentados por extranjeros, estimulados incluso por trabajospublicados por brasileños: “Si no reglamentamos nuestra condición de investigación, tendremos que pagar royalties a otros países para poder vender un material que es originariamente nuestro”. Lopes considera fundamental el patentamiento del fitoterápico nativo, también debido a que es un medicamento eficaz y barato, que beneficiará principalmente a personas que normalmente no compran medicamentos alopáticos como consecuencia de sus altos precios.
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