daniel buenoEl índice de mortalidad de individuos mayores de 20 años de edad por cardiopatías isquémicas, como es el caso del infarto de miocardio, que había descendido en Brasil durante la segunda mitad del siglo pasado, cesó de hacerlo y aparentemente se estabilizó entre 2000 y 2010. Esa constatación forma parte de un estudio conducido por Cristina Baena, de la Pontificia Universidad Católica de Paraná (PUCPR), que evaluó el número absoluto de decesos registrados oficialmente en Brasil por esa causa y lo comparó con registros demográficos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). Pero tal alteración no es la más significativa revelada por el estudio, publicado en la edición electrónica de la revista Heart del día 25 de julio, en colaboración con otros investigadores de la PUCPR, de la Universidad de Cambridge, en Inglaterra, y de la Universidad de Róterdam, en Holanda. Los registros del Sistema de Información de Mortalidad del Ministerio de Salud indican que en las regiones sur y sudeste del país el número de personas que fallecieron como consecuencia de cardiopatías disminuyó entre 2000 y 2010, pero se verificó lo contrario en el norte y nordeste. En opinión de Baena, la diferencia no radica en la imprecisión de los registros en las áreas más pobres. “En nuestros métodos realizamos un análisis ajustado para las subnotificaciones”, explica. Las distintas tasas de mortalidad por cardiopatías reflejan las disparidades socioeconómicas que separan al norte y al sur de Brasil en función de los índices de desarrollo humano, las tasas de alfabetización y las estructuras de atención de la salud. Si esas tendencias se mantienen, según advierte el estudio, tal divergencia se acentuará para 2015. Según los autores, es tiempo de atender esa variación regional instrumentando políticas públicas que tengan en cuenta las necesidades específicas de las diferentes áreas del país como medio para combatir las enfermedades cardiovasculares.
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