Los relojes más precisos del mundo son los atómicos, que funcionan con base en la pulsación natural del cesio (también existen aparatos que funcionan con calcio y rubidio) que, de esta manera, se ve desprovisto de cualquier radiación nociva. Pero todavía son muy grandes, del tamaño de un videocasete, y no pueden usarse en la muñeca o en equipos portátiles, al margen de que consumen mucha energía.
La carrera tecnológica para construir pequeños relojes atómicos llevó a los investigadores del Instituto Nacional de Normas y Tecnología (Nist, sigla en inglés) a desarrollar un minúsculo mecanismo para estos aparatos, del tamaño de un chip de computadora o de un grano de arroz (1,5 milímetros de ancho por 4 milímetros de altura).
Con este equipo, el reloj atómico portátil solamente va a atrasarse o adelantarse un segundo cada 300 años. El diminuto aparato es comparable en dimensiones y estabilidad a los osciladores de cristal de cuarzo, empleados en pequeños aparatos electrónicos o marcadores de pulso.
Las aplicaciones del nuevo reloj van de las telecomunicaciones a la navegación: se usan en aparatos de comunicación inalámbricos, en receptores de señales de localización vía satélite y en vehículos comerciales y militares. El equipo consume poca energía, que puede suministrarla una pequeña pila.
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