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Especial

La informática genera nuevos recursos para la medicina

Médicos controlan pacientes vía Internet

Cuando al final del año pasado y comienzos de este año el fallecido gobernador de São Paulo, Mário Covas, estuvo internado en el Instituto del Corazón (InCor) del Hospital de Clínicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (USP), no eran los médicos que entraban y salían del área donde se encontraba el mandatario los únicos que participaban en su tratamiento. El complejo caso del gobernador, que involucraba a diversas especialidades médicas, movilizó incluso a médicos del Sloan-Kettering Cancer Center, de Nueva York, Estados Unidos. Usando un sistema de videoconferencia, los médicos del InCor y del Sloan-Kettering, y miembros de la familia del paciente discutieron largamente el caso y sus posibles tratamientos.

Escuchar una segunda opinión no es una novedad ni significaba en ese momento inseguridad por parte de los médicos que cuidaban al gobernador de São Paulo. Se trata de una práctica habitual, especialmente en casos graves. La novedad, en este caso, es que todas las consultas se efectuaron sin que el gobernador tuviera que viajar a Nova York y ni siquiera salir de su cama en São Paulo. Conferencias como ésta forman parte de la llamada telemedicina, un conjunto de recursos con base en la tecnología de la información que está alterando las prácticas y usos en varios sectores de la medicina y que gana espacio con el crecimiento y perfeccionamiento de las redes de informática. Tampoco son privilegio de políticos importantes. Siempre y cuando alguien se haga cargo de los costos, sistemas iguales al usado por Covas están a disposición de cualquier persona en el InCor.

Que el sistema se encuentre disponible en el Instituto del Corazón no es casualidad. El organismo es uno de los hospitales pioneros en Brasil en la implementación de redes de informática. La primera red del InCor data de 1980. “Pero el gran salto se dio en noviembre del año pasado, cuando un aumento en la capacidad de la red, llevado a cabo con auxilio de la FAPESP, permitió la creación del sistema de videoconferencias”, afirma el director de la Unidad de Sistemas del Servicio de Informática del InCor, Umberto Tachinardi. No es la única novedad que está apareciendo en el instituto. El sistema de prontuario online, en fase de instalación, permitirá que cualquier persona con acceso a una computadora de la red del instituto verifique todos los datos sobre un paciente, desde su registro hasta el último examen.

Centro de referencia
Los números son impresionantes. Solamente en el año 1999, el InCor atendió a más de 230 mil pacientes y realizó más de un millón y medio de exámenes, desde análisis clínicos hasta diagnósticos por imágenes. Eso exige una enorme capacidad de red, que difícilmente se obtendría si el instituto no contara con la ayuda de la FAPESP. Pero existen otros factores en juego. Como centro de referencia en cardiología en Brasil, el InCor tiene como misión difundir el conocimiento generado internamente y buscar informaciones en otras instituciones del área. Eso siempre se lleva a cabo a través de clases, cursos, seminarios, talleres e incluso grabaciones de cirugías en video. “Con la conexión por videoconferencia, eso puede ahora ser realizado a distancia, lo que va a favorecer principalmente a los profesionales que actúan fuera de los grandes centros”, dice Tachinardi.

Hay más. En las unidades de tratamiento intensivo, los monitores que registran las funciones vitales de los pacientes, tales como frecuencia cardíaca y presión arterial, fueron conectados a la red. El médico responsable puede ahora verificar, por ejemplo, si una medicación para corregir una arritmia tuvo el resultado deseado desde cualquier computadora del hospital. En principio, la rutina cambió poco. Los médicos continúan visitando a los pacientes entre tres y cuatro veces por día. “La diferencia es que ahora yo puedo seguir mejor la evolución del cuadro de cada paciente”, dice el cardiólogo clínico Carlos Vicente Serrano.

Los beneficios del sistema para un hospital como el InCor, donde muchas veces la preservación de una vida depende de acciones muy rápidas, son enormes. Serrano cita un ejemplo que ya se ha tornado parte de su rutina. Un paciente en estado grave sufre un bajón de presión, cosa que puede ser fatal en su estado. El médico le suministra el medicamento y media hora después – tiempo necesario para que el mismo haga efecto – consulta el monitor del paciente y verifica su estado. Si la presión volvió a la normalidad, él continuará siguiendo el caso por la computadora. De no ser así, enviará un mensaje vía computadora a la enfermería, indicando las medidas que deben ser tomadas. Una señal de alerta acciona a la enfermería cuando llega el mensaje. “La acción se vuelve mucho más rápida y eficiente, y se optimiza el tiempo del médico”, comenta Serrano.

Menos traumas
El proceso está en su inicio, pero los investigadores del InCor también están también dando otros pasos en una nueva tecnología: el uso de la red para realizar operaciones a distancia. El método usa un robot controlado por un cirujano y ya está siendo usado en Europa. Es considerado más eficiente y en algunos casos le causa menos traumas al paciente que una cirugía normal. El InCor resolvió concentrar sus energías en un proyecto relativamente modesto. A diferencia de los robots fabricados por algunos laboratorios del exterior, el proyecto de São Paulo no tendrá tres o cuatro brazos, para sujetar y mover los instrumentos quirúrgicos.

Tendrá apenas un brazo para ejecutar el trabajo del asistente quirúrgico que maneja el sistema óptico, la cámara usada en las intervenciones. En este tipo de cirugía, los cortes son muy pequeños, suficientes apenas para la introducción de instrumentos en el cuerpo del paciente. El cirujano trabaja con base en la imágenes captadas por la óptica, transmitidas a una pantalla de computadora. Una de las mayores ventajas de este sistema es que permite una recuperación más rápida del paciente. “En una cirugía cardiovascular, como por ejemplo un by pass, el paciente puede irse a su casa al día siguiente, mientras que con el método tradicional éste tendría que permanecer internado entre una semana y diez días”, dice el cirujano Fábio Biscegli Jatene, del InCor.

El proyecto del robot está siendo desarrollado por la división de Bioingeniería del InCor, en asociación con la Escuela Politécnica de la USP, con financiamiento de la FAPESP. Idágene Cestari, directora de investigación en Bioingeniería del InCor, afirma que el sistemapodrá ser usado en cualquier cirugía, no solamente en las cardíacas. Jatene, que ya probó la técnica en un hospital de Dallas, en Estados Unidos, defiende la aproximación escogida. “Creo que en este momento vale más la pena invertir en un proyecto modesto que gastar montañas de dinero para importar un robot más perfeccionado”, declara.

Más de 36 mil páginas
En la Escuela Paulista de Medicina de la Unifesp, el énfasis está puesto en la enseñanza a distancia. Desde que se empezó a implementar la red, en 1992, profesores y especialistas en informática trabajan juntos en la elaboración de cursos sobre diversas disciplinas. El resultado es uno de los websites más completos sobre el área de salud en Internet. El sitio de la Unifesp tiene nada menos de que 36 mil páginas, que tratan desde informaciones sobre proyectos y departamentos hasta cursos completos y material de apoyo didáctico con más de 450 clases en video. El site recibe entre 8 mil y 9 mil visitas diarias, de las cuales 3 mil de son fuera de la red.

No todos los cursos a distancia están ligados directamente a las clases. Uno de los cursos de mayor repercusión es el de simulación de desastres, organizado en conjunto con el Hospital de Clínicas. El objetivo es capacitar a los profesionales del área de la salud para actuar en situaciones de catástrofe. Tiene 3.800 inscritos, entre médicos, enfermeros y profesionales de los cuerpos de bomberos de diversas ciudades, que asisten a clases dictadas por especialistas vía Internet. Como parte del curso, los alumnos reciben videos que pueden asistir en sus casas, a cualquier hora.

El jefe del Departamento de Informática en Salud de la Unifesp, Daniel Sigulem, observa que, para la escuela, eso también significa una economía. “Desarrollamos un sistema que acabó haciendo que se dejase de lado el uso del laboratorio en el curso de Histopatología”, comenta. “Las láminas pasaron a ser visualizadas en la computadora en lugar de en los microscopios, con el mismo efecto para los alumnos”, dice. De cualquier manera, no todo salió como los organizadores esperaban. Al principio, ellos creían que, con los nuevos métodos, un profesor podía hacerse cargo hasta de 500 alumnos. Se equivocaron. El límite es de entre 20 y 30. Surgió una interacción mucho mayor entre profesores y alumnos. En una clase convencional, de 50 minutos, los estudiantes solo cuentan normalmente con los diez minutos finales para hacer preguntas. Ahora el contacto con los profesores por correo electrónico es incesante.

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