Solo ahora han sido definidos los probables beneficios científicos del descubrimiento de la transformación de un tipo de neutrino solar en otro, la llamada conversión de sabores, anunciada en junio como uno de los primeros resultados del recientemente inaugurado Sudbury Neutrino Observatory (SNO), un inmenso tanque de agua instalado a dos kilómetros de profundidad en Ontario, Canadá. Se asoció el resultado a la confirmación de la masa del neutrino, dato buscado hace casi 20 años, pero aún no hay consenso al respecto. Lo que ya es un hecho es la revisión de las directrices. Vuelve a escena, fortalecido, el Modelo Solar Patrón, que explica el flujo de partículas de Sol: llegan a la Tierra, en promedio, 60 mil millones de neutrinos solares por centímetro cuadrado por segundo. El modelo explicó con precisión los resultados experimentales del SNO.
De ahora en adelante, en la visión de Marcelo Guzzo, del Instituto de Física de la Unicamp y uno de los coordinadores del Grupo de Estudios de Física y Astrofísica de Neutrinos (Gefan), más importante que saber si los neutrinos tienen o no masa es descubrir cómo se da la transformación de un tipo en otro después que salen del Sol. “Existen otros mecanismos que explican la mudanza de sabor de los neutrinos, que no dependen de la masa”, recuerda Guzzo. Los físicos del Gefan crearon hace diez años una hipótesis propia: la conversión de sabores podría ocurrir por medio de una interacción de fuerzas no previstas en el modelo patrón clásico de comportamiento de las partículas elementales.
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