Demoró dos años, pero valió la pena. Después que la nave Soyuz entró en órbita con los tres tripulantes a bordo rumbo a la Estación Espacial Internacional (ISS), americanos y rusos se abrazaron, en una escena inusitada. El lugar del despegue fue Baikonur, en Cazaquistán, el mismo local en donde comenzó la era espacial hace 42 años, con el lanzamiento del primer satélite artificial, el soviético Sputnik. El día 30 de octubre, el comandante americano Bill Shepherd y los rusos Sergei Krikalev y Yuri Gidzenko dieron inicio a la temporada inaugural de la ISS, un proyecto conjunto que está siendo considerado como el inicio de una nueva época en el conocimiento del espacio. “A partir de ahora, tendremos siempre gente orbitando la Tierra”, dijo Daniel Goldin, director de la Nasa, la agencia espacial estadounidense. “Construiremos bases en Marte, en la Luna e incluso en asteroides”. El proyecto internacional agrupa a 16 países, Brasil entre ellos, y costará 60 mil millones en total para llegar a su montaje final, previsto para 2005. En las primeras semanas, la tripulación trabajó para poner la casa en orden: instaló cables, monitores, activó los sistemas de generación de energía y oxígeno. Ellos permanecerán en la estación hasta febrero, cuando se renovará el equipo. La ISS substituye definitivamente a la Mir, la estación rusa que permaneció 14 años en el espacio, pese a haber sido proyectada para durar tan solo tres años. Durante ese período, la Mir recibió a 62 astronautas de 11 países, al margen de los cosmonautas rusos, y fue el reducto 23 mil experimentos científicos. Ahora, el gobierno de Rusia ya ha avisado que la estación caerá a cualquier momento en el Océano Pacífico y se esparcirá por un área de 9.600 kilómetros por 200 kilómetros. La mayor parte de la Mir se incendiará al entrar en la atmósfera.
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