En lugar de una persona, una organización no gubernamental obtuvo el premio de 2017: la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (Ican, según su sigla en inglés). Según la abogada noruega Berit Reiss-Andersen, del comité noruego del Nobel, que define el premio de la Paz, el Ican cumplió un rol destacado en relación con iniciativas de desarme a lo largo del último año, llamando la atención del público sobre las consecuencias humanitarias catastróficas del uso de armas nucleares. La organización, fundada hace 10 años, suma colaboradores en 101 países, incluyendo a Brasil. “Buscamos un cambio de enfoque que resultó muy exitoso”, dice el brasileño Cristian Wittmann, profesor de Derecho en la Universidad Federal de la Pampa, en Santana do Livramento (Rio Grande do Sul), e integrante del comité administrativo del Ican. “Antes, la preocupación era impedir la proliferación de las armas nucleares, no generar nuevos focos de conflicto; pero el riesgo es inminente, intencional o no, y era menester crear un tratado de prohibición”. El Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, resultado de extensas negociaciones durante generaciones de representantes de los Estados en el marco de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), fue aprobado este año y, el 20 de septiembre, comenzó la recolección de firmas, empezando por la brasileña. Luego de ser rubricado, el documento debe ser ratificado: se necesitan 50 ratificaciones para que entre en vigencia y se esperan cambios reales cuando eso suceda.
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