La fascinación que la luz ha ejercido siempre sobre el hombre conquistó su mejor traducción hace 300 años. El físico inglés Isaac Newton (1642-1727) publicó en 1704 su Óptica: o un tratado de las reflexiones, refracciones, inflexiones y colores de la luz (Optiks: or, a treatise of the reflexions, refractions, inflexions and colours of light, según su título original en inglés). El libro fue un hito, una divisoria de aguas para la óptica. “Tras su publicación era posible encontrar una explicación plausible para la mayoría de los fenómenos ópticos, e incluso aprender sobre fenómenos nunca antes comentados”, explica el físico Vanderlei Bagnato, del Centro de Investigación en Óptica y Fotónica del Instituto de Física de São Carlos de la Universidad de São Paulo (USP).
Newton ya había publicado en 1687 una obra fundamental para la matemática: Principios matemáticos de la filosofía natural, conocida por su primer nombre en latín, Principia, plagada de fórmulas y figuras geométricas. No obstante, Óptica sigue el camino inverso: fue publicado primero en inglés en lugar de en latín, la lengua culta de la época, y la mayor parte de las figuras que aparecen son descripciones de experiencias y observaciones.
Newton aborda principalmente los fenómenos de la reflexión y la refracción de la luz, la descomposición de la luz blanca en el espectro al atravesar un prisma, los colores de los cuerpos naturales, el arco iris, el telescopio reflector, los colores producidos por los cuerpos transparentes y delgados y espesos y la difracción de la luz, entre otros estudios. La base de la teoría de Newton era la naturaleza corpuscular de la luz. “Siendo el fundador de la mecánica moderna, era natural que Newton procurase entender los fenómenos luminosos a través de las leyes de la mecánica, que opera con corpúsculos de masa”, dice Bagnato.
Esta idea chocaba de lleno contra la teoría del también físico y matemático holandés Christiaan Huygens (1629-1695), para quien la luz se propagaba por ondas. Ninguna de las dos teorías probó estar totalmente en lo cierto, aunque Huygens parece haber llegado más cerca de la verdad. A Newton nunca le agradaron las polémicas. Cuando publicó su primer artículo sobre la luz y los colores, en 1672, hubo una intensa controversia en el medio científico, de la cual participaron además de Huygens, el astrónomo John Flamsteed (1646-1719) y, principalmente, el físico Robert Hooke (1635-1703).
“Esta reacción hizo que Newton se cerrase, y en trabajos posteriores raramente volvió a exponerse de manera tan abierta y franca como en ese primer artículo”, comenta el físico André Koch Torres Assis, de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp), traductor de Óptica (Edusp, 294 páginas) al portugués. El libro fue publicado 32 años después de la polémica, pasado un año de la muerte de Hooke, su principal crítico.
Newton tenía por ese entonces 62 años, aunque había creado las teorías a los 23. “Este libro continúa siendo tan importante hoy en día como cuando se lo publicó”, sostiene Assis. La cuestión central es el estudio da luz, pero hay allí también consideraciones sobre el metabolismo y la fisiología, sobre cómo realizar experimentos, de filosofía, del vacío y del éter, de las visión y de los sentidos, entre otros temas. “Óptica debería incluso utilizarse como punto de partida para una análisis y una reflexión sobre la interdisciplinariedad en la enseñanza de la física”, sugiere Assis. “El libro llega a su 300º aniversario tan sólido como cuando fue concebido”, coincide Bagnato.
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