La zona conocida como Vale do Ribeira, situada entre las ciudades de São Paulo y Curitiba, alberga la mayor área remanente de Bosque Atlántico de Brasil. Son aproximadamente 600 mil hectáreas de monte, en gran medida preservados en unidades de conservación: parques y áreas de protección ambiental. Es un inmenso patrimonio natural que contrasta con la precaria situación económica vivenciada por un gran número de sus habitantes. La falta de alternativas al cultivo de la banana y de la yerba mate, y en menor escala la práctica de la ganadería, lleva a algunos habitantes a la extracción ilegal de madera, del palmito y de plantas medicinales y ornamentales, lo que deriva en una sensible disminución de las existencias naturales de especies autóctonas de la región.
Una de las salidas a este problema es la implementación de llamado desarrollo sostenible, que implica una explotación económica de la naturaleza con el cuidado de no destruir los bosques ni ningún otro tipo de ambiente natural, lo que redunda en beneficios sociales y ecológicos. Un buen ejemplo de la implementación de ese sistema de producción lo constituyen dos proyectos desarrollados en los últimos cuatro años por la empresa Atlântica Assessoria Agroambiental, de la ciudad de Registro, estado de São Paulo.
El primero de ellos se abocó a identificar y extraer del monte, con el uso de metodología científica, plantas medicinales que están empezando a comercializarse una vez secas y envasadas. El otro proyecto utiliza yemas (pequeños pedazos de brote) de las hermosas bromelias nativas de la región y las reproducen en laboratorio en miles de individuos idénticos, sin destruir la planta original ni sacar ejemplares del monte.
Más allá de los beneficios ambientales, científicos y económicos de estos dos proyectos, existen también réditos sociales: la población de la región se ve directamente beneficiada. El conocimiento adquirido con el proyecto de plantas medicinales, tanto en lo que se refiere a la extracción como en el procesamiento de la materia prima, se le transfiere a las comunidades de la región, poblaciones constituidas por descendientes de esclavos [quilombolas; de quilombo: nombre en quimbundo dado a las comunidades de esclavos fugitivos].
A decir verdad, en el caso de las plantas medicinales, este proceso es un retorno, en forma de nuevos beneficios, de la información que esos moradores habían suministrado al comienzo del proyecto a los investigadores de Atlântica. El conocimiento tradicional de las comunidades quilombolas sobre el uso de estas plantas como remedio dio origen a la selección de las especies extraídas del monte. El trabajo de los investigadores consistió en brindar garantías para la regeneración natural de las plantas dentro de un ciclo programado de extracción.
Para ejecutar los proyectos, Atlântica contó con financiación del Programa Innovación Tecnológica en Pequeñas Empresas (PIPE) de la FAPESP. El coordinador del proyecto de plantas medicinales fue el ingeniero agrónomo Alexandre Mariot, que inició algunos trabajos con Atlântica hace ocho años, cuando realizó una pasantía de conclusión de su carrera de grado en la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC). Fundada en 1996, Atlântica tiene como actividad principal el desarrollo de la tecnología de manejo de especies autóctonas del Bosque Atlántico con uso sostenible. Uno de sus clientes es el grupo Agroindustrial Eldorado, al cual la empresa brinda consultoría en un trabajo de manejo de palmitos jusara (Euterpe edulis ) en 18 mil hectáreas de Fazenda Colônia Nova Trieste, una propiedad rural ubicada en la localidad de Eldorado, a 259 kilómetros de la capital paulista.
La preservación del bosque
Como la sociedad entre Atlântica y el grupo empresarial permite el desarrollo de investigaciones en el lugar, el relevamiento de campo de las plantas medicinales seleccionadas para su estudio en el marco del proyecto se llevó a cabo en 2.500 hectáreas del área reservada para el manejo del palmito. La propiedad, que tiene en total 30 mil hectáreas de cobertura forestal, correspondientes a 30 mil canchas de fútbol, fue comprada en la década de 1950 por una siderúrgica del grupo como reserva de la madera que sería quemada en los altos hornos durante una de las etapas del proceso de transformación de mineral de hierro en acero. Las nuevas técnicas empleadas en la producción de acero dejaron de lado a la madera y contribuyeron a mantener preservada la propiedad.
La selección de las especies empezó con visitas a los habitantes de los de los poblados de Pedro Cubas, Nhungara, Ivaporunduva y São Pedro, en Eldorado, a cargo del coordinador del proyecto. Mariot preguntaba cuáles eran las plantas utilizadas, cuales eran las áreas de ocurrencia y con qué finalidad se usaban. El reconocimiento de cada una de ellas se llevó a cabo en los alrededores de las viviendas de los habitantes que las cultivan, y en las áreas de bosque. El coordinador califica a su propio trabajo como un rescate del conocimiento tradicional, ya que la región concentra el mayor número de comunidades remanentes de quilombos del estado de São Paulo.
Son 52 en total, algunas de las cuales han conquistado el derecho a la posesión definitiva de las tierras. Con la abolición de la esclavitud, muchos esclavos que trabajaban en la minería, la actividad predominante en la zona en el siglo XVIII, permanecieron en el área como labradores. “Estas comunidades son importantes para la preservación del Bosque Atlántico, por su condición de vecinas de las unidades de conservación”, dice el ingeniero agrónomo Ronaldo José Ribeiro, uno de los socios de Atlântica. Los otros dos socios son el también ingeniero agrónomo Joanir Odorizzi y el técnico agrícola Jefferson Viana do Nascimento.
Durante las entrevistas, los habitantes apuntaron 137 especies de plantas nativas y exóticas (es decir, no originarias del lugar) del Bosque Atlántico utilizadas y en algunos casos comercializadas por las comunidades. De ellas se seleccionaron inicialmente 14 para estudios. Los criterios de selección tuvieron como base las plantas que las comunidades usan hace bastante tiempo, las especies conocidas en el mercado y aquéllas cuyos estudios farmacológicos sustentan sus usos.
La eficacia, la seguridad en su uso y el control de calidad de algunas plantas fueron confirmadas, en tanto otras continúan en estudio, sometidas a pruebas farmacológicas, toxicológicas y químicas realizadas en el Laboratorio de Fitomedicamentos, coordinado por el profesor Luiz Cláudio Di Stasi, del Instituto de Biociencias de la Universidad Estadual Paulista (Unesp) de Botucatú, que actuó en el proyecto como consultor. Di Stasi participa en estudios de plantas medicinales en la región desde 1986.
En el transcurso de la investigación, los trabajos se concentraron en ocho plantas: pariparoba (Piper cernuum ), cana-do-brejo [caña del pantano] (Costus spiralis ), pariparoba grande (Piper gaudichaudianum ), pepa-juan (Piper lhotzkianum ), amba y (Cecropia pachystachya ), ñandipá (Sorocea boplandi ), culantrillo de pozo (Adiantum sp .) y cipó-abuto (Cissampelos sp .). Estas plantas son empeladas por los pobladores para tratar los dolores de muelas (pariparoba grande), el dolor de estomago (ñandipá), la bronquitis y el resfrío (amba y), e incluso como diurético (cana-do-brejo).
Los investigadores también caracterizaron la distinción de la pata de vaca verdadera de la falsa, porque una tiene valor medicinal (Bauhinia forficata ) y la otra no (Bauhinia candicans ). Otras plantas estudiadas fueron el guaco (Mikania glomerata ), utilizado para tratar afecciones respiratorias, y la congorosa (Maytenus ilicifolia ), usada para problemas estomacales.
En la estancia del Grupo Eldorado se efectuó un relevamiento destinado a evaluar la cantidad y el potencial de exploración de cada especie. Aun siendo una propiedad particular, la investigación se llevo a cabo con autorización del Departamento Estadual de Protección de los Recursos Naturales (DEPRN), vinculado a la Secretaría de Medio Ambiente del Estado de São Paulo y responsable del otorgamiento de licencias ambientales para especies nativas. Es una autorización necesaria para llevar adelante cualquier trabajo que tenga por objeto la vegetación autóctona de Bosque Atlántico en el estado de São Paulo.
El estudio se efectuó por muestreo en campo, donde se arman parcelas (cuadrados) en el bosque para estimar la cantidad de plantas de las especies seleccionadas que estarán disponibles para su explotación, de acuerdo con los criterios establecidos. Se evalúan diversos parámetros de la planta, tales como el diámetro y la altura, para verificar la dinámica de crecimiento y de reposición de la biomasa explotada (hojas, tallo y raíces). El objetivo es determinar los ciclos de corte ideales para cada especie, y con ello establecer la mejor forma de explotación del área.
También se hizo un seguimiento del comportamiento ecológico de las plantas en el propio monte, identificando las fases de crecimiento y cómo éstas se multiplican, al margen de su relación con otras especies. Uno de los criterios adoptados para la extracción de la pariparoba, una especie arbustiva con varias ramas por planta, consistió en mantener siempre las de mayor diámetro, pues poseen una mayor capacidad de producción de semillas. Mariot sostiene que es necesario conservar las plantas reproductivas en el área, que serán las responsables de las futuras generaciones explotadas. Es necesario a su vez tener un ciclo definido de corte, para que sea posible prever en cuánto tiempo y en qué cantidad el bosque puede reponer lo que fue retirado. “El manejo sostenido se basa en el carácter cíclico de la exploración”, dice.
El proyecto creó también un estándar de calidad para las plantas medicinales, que incluye una unidad de beneficiado y almacenaje. En dicha planta se hace el secado del material, siguiendo normas de procesamiento que aseguren la calidad del producto, tales como la estandarización del material vegetal que se disecará y los cuidados básicos de higiene y manipuleo de la materia prima. Antes del envasado, las plantas pasan primero por un proceso de deshidratación, que consiste en la extracción de agua de los tejidos vegetales. Esto asegura la conservación del producto durante un período de tiempo mayor, evitando así su deterioro en razón del ataque de hongos y bacterias.
Algunas plantas con mayor tenor de humedad pasan por un proceso de presecado en un ambiente ventilado y protegido del sol, antes de ir al secador a gas, desarrollado especialmente para esa etapa del proceso. Una vez secas, se las almacena en bolsas elaboradas en papel de color pardo, revestidas internamente con bolsas plásticas de polietileno atóxico. La elección del envase tuvo por objeto proteger al producto de la luz, que altera el color, como así también del ataque de plagas, y para asegurar el tenor de humedad y de principios activos de la materia prima. Con esas técnicas, el tiempo de almacenamiento puede llegar hasta un año.
El conocimiento adquirido con este proyecto, que se inició en 2001 y finalizó en febrero de este año, beneficiará inmediatamente a cuatro comunidades de pobladores (Ivaporunduva, São Pedro, Pedro Cubas y Sapatú). Juntas, éstas poseen más de 5 mil hectáreas de tierras, de las cuales más de 4 mil aún están cubiertas de bosque. Mariot fue contratado por las comunidades para elaborar planes de manejo de plantas medicinales, en el marco de un proyecto financiado por el fondo de la Biodiversidad (Funbio), una asociación civil sin fines de lucro que opera con base en los recursos donados por el fondo para el Medio Ambiente Global (GEF, del inglés Global Environmental Facility) bajo administración del Banco Mundial.
Atlântica también se aboca a acordar asociaciones con los habitantes de la zona para el manejo de las plantas en sus tierras, o en áreas arrendadas, dentro de los cánones estipulados en el proyecto. Para sacarlas al mercado, ha contactado a los grandes revendedores de té a granel y a los fabricantes de productos fitoterapéuticos.
Una biofábrica de flores
Siguiendo la misma estrategia de trabajar con un desarrollo sostenible, la empresa también preparó durante los últimos tres años un proyecto de producción de bromelias, coordinado por el agrónomo Lírio Luiz Dal Vesco. Como resultado de este proyecto, la firma erigió una biofábrica y está sacando al mercado plantas cultivadas en laboratorio con base en matrices extraídas del Bosque Atlántico, con autorización del DEPRN. El gran número de especies de bromelias, que llega a alrededor de 2.500 en el planeta, asegura una amplia diversidad de flores y formas de esas plantas ornamentales, aunque el ananá se transformó en el miembro más famoso de la familia botánica de las bromeliáceas.
Durante las últimas décadas, el aumento de la demanda, producto de la elección de diversas especies ornamentales para proyectos paisajísticos, derivó también en la extracción ilegal de grandes cantidades de especies autóctonas del Bosque Atlántico. Y motivó a la empresa a implantar la biofábrica, porque en la región no existe ningún proyecto de producción de bromelias de carácter comercial. Así, luego de la recolección en el monte de las plantas matrices, se las selecciona y se las multiplica.
Para llevar a cabo el proceso de micropropagación de los plantines de bromelias, los investigadores emplean dos técnicas: la de la extracción de semillas o vía multiplicación de yemas, que son los brotes de las plantas recién nacidas; éste último es el método más utilizado por Atlântica. Con guantes y bisturí, se extraen las yemas y se las traslada a un ambiente totalmente esterilizado en el laboratorio, donde se disponen en un medio de cultivo con nutrientes. Cuando los brotes empiezan a desarrollarse, se efectúa la separación según su tamaño y las nuevas plantas son trasladadas a un ambiente a temperatura, humedad y luminosidad controladas. Cuando llegan a alrededor de 7 centímetros de altura, se las lleva a ambientes adecuados en condiciones controladas e irrigación intermitente.
A gran escala
A medida que crecen, las bromelias se plantan en macetas pequeñas y se las traslada a viveros dispuestos en ambiente externo. A partir de ese momento, los plantines están listos para salir para su venta a los productores, que solamente los revenden al consumidor final cuando florecen. Uno de los clientes de la empresa es la municipalidad de Ilha Comprida, que emplea bromelias en sus proyectos de paisajismo. Para la multiplicación a gran escala, las yemas se replican cada dos meses, lo que permite la proliferación de brotes múltiples. “Con un solo plantín es posible producir otros 50 mil”, dice Dal Vesco, que finalizará el proyecto este mismo mes de agosto.
La importancia de las bromelias como plantas ornamentales no ha caído ni siquiera durante las campañas contra el dengue, en años anteriores, cuando se las trató como criaderos del mosquito Aedes aegypti , el principal difusor de la enfermedad. Se decía que las larvas se proliferaban en el agua de lluvia acumulada entre las hojas de la planta. Esta conexión está siendo ahora rebatida por los expertos en fisiología de las bromelias, con el argumento de que en la base de sus hojas se liberan enzimas que hacen que el agua no sea receptiva al desarrollo de las larvas.
Por lo tanto, el líquido elemento se convierte así en una fuente de nutrientes de “agua sucia”, al contrario de la preferencia del Aedes , que gusta de agua límpida. Esto no quiere decir que las larvas del mosquito no proliferen en las bromelias, sino que, de acuerdo con la investigación realizada por la Comisión Ejecutiva del Plan Municipal de Erradicación del Aedes de la ciudad de Río de Janeiro, este tipo de depósito representa alrededor del 10% de los focos, ante el 70% de las larvas halladas en los platos que hacen las veces de soportes de las plantas.
La explotación racional del Bosque Atlántico, tanto con el manejo de plantas medicinales como de bromelias reproducidas en laboratorio, permite que en Vale do Ribeira se utilicen los recursos naturales sin devastar el ambiente. Mariot cree que el mantenimiento de lo que sobró de los remanentes de Bosque Atlántico de Brasil solamente será posible con el manejo sostenido de un conjunto de especies. “Los dueños de la tierra pueden obtener ingresos trabajando en el propio bosque. Por eso están interesados en mantenerlo en pie.”
Los proyectos
1. Relevamiento de Parámetros Técnicos para el Manejo Sostenible de Especies de Plantas Nativas del Bosque Tropical Atlántico con Potencial Medicinal (00/07623-3); Modalidad: Programa de Innovación Tecnológica en Pequeñas Empresas (PIPE); Coordinador: Alexandre Mariot – Atlântica; Inversión: R$ 148.185,00 (FAPESP)
2. Estudio de Factibilidad Técnica para la Instalación de una Biofábrica de Bromelias en Vale do Ribeira (00/07624-0); Modalidad: Programa de Innovación Tecnológica en Pequeñas Empresas (PIPE); Coordinador: Lírio Luiz Dal Vesco – Atlântica; Inversión:
R$ 175.880,00 (FAPESP)