El informe sobre las causas del accidente con el Vehículo Lanzador de Satélites (VLS) ‒ocurrido el 22 de agosto del año pasado en el Centro de Lanzamiento de la ciudad de Alcântara, en el estado de Maranhão– expuso la fragilidad del Programa Espacial Brasileño. La comisión encargada de la investigación arribó a la conclusión de que el incidente empezó debido al funcionamiento “intempestivo” de un propulsor de la primera etapa, accionado por una corriente eléctrica o una descarga electrostática. Con todo, no se detectó cuál fue la “falla activa”, es decir, los errores o violaciones con resultados inmediatos. No obstante, se constató que “fallas latentes”, relacionadas con medidas tomadas antes del accidente, sumadas a la escasez de recursos humanos y materiales, contribuyeron fuertemente para la consumación de la tragedia, que cegó la vida de 21 técnicos.
La comisión efectuó una serie de recomendaciones para la reanudación del proyecto y la continuidad del programa espacial, tales como la destinación de una mayor dotación de recursos para la especialización, la capacitación y el reciclado de personal y el intercambio con instituciones externas, entre otras sugerencias. Se recomienda en carácter “obligatorio” el perfeccionamiento del modelo de gestión integrada de los sistemas y el análisis organizacional del Instituto de Aeronáutica y Espacio (IAE), vinculado al Centro Técnico Aeroespacial (CTA).
“Algunos de los organismos que forman parte del programa, como en el caso del IAE, se beneficiarían si tuviesen una relación de mayor intensidad con otros institutos, universidades y empresas en el campo de los proyectos. Esto ayudaría a avanzar más rápido y a detectar dificultades antes de que ocurran los problemas”, dice Carlos Henrique de Brito Cruz, rector de la Universidad de Campinas (Unicamp), quien integró la comisión de investigación.
Brito Cruz añade que también sería “deseable” que la Agencia Espacial Brasileña (AEB) tuviese una posición “más destacada” en el programa espacial brasileño. Y sugiere que dicha agencia, que actualmente depende del Ministerio de Ciencia y Tecnología (MCT), quede vinculada directamente a la Presidencia de la República. “Se torna complicado gestionar entes de otros ministerios”, argumenta Brito Cruz.
Un modelo desfasado
El modelo institucional del programa brasileño está desfasado, evalúa Carlos Américo Pacheco, quien fue secretario ejecutivo del MCT durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, cuando también fracasaron dos intentos de lanzamiento del VLS.
“El diseño del CTA debe revaluarse, ya que existe una obsolescencia institucional. Hay que evaluar qué nuevas instituciones podrían estar vinculadas a él”, dice. Para ello aconseja la institucionalización de un plan de carreras de ciencia y el desarrollo de proyectos junto a empresas. Sin embargo, disiente de la sugerencia de Brito Cruz sobre las alteraciones en el vínculo institucional de la AEB. “Asistí a la migración de la agencia, antes vinculada a la Presidencia de la República, al MCT. En la presidencia había grandes dificultades presupuestarias, porque las restricciones fiscales son enormes. Es una ilusión imaginar que funcionaría mejor allí”.
La AEB cuenta con el giro de 100 millones de reales para reanudar el proyecto y reconstruir la infraestructura del Centro de Alcântara. Y ya se están tomando algunas medidas: el gobierno emitió un llamado a concurso para ocupar 167 vacantes en el CTA, a los efectos completar la plantilla de personal y reponer la mano de obra perdida debido al accidente. “El camino apunta a invertir más recursos en tecnología y material humano, aparte de darles continuidad a los programas de cooperación con otros países”, dice el ministro de Defensa, José Viegas.
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