El Instituto Smithsonian, uno de los mayores conglomerados científico y culturales de Estados Unidos, pasa por una reestructuración administrativa que les quita el sueño a muchos de sus 6.300 empleados. Con sede en Washington, en donde mantiene el zoológico nacional y 14 de sus 16 museos, la entidad decidió cerrar al final de este año uno de los seis centros de investigación que patrocina fuera de la capital estadounidense. Al cerrar las actividades del Centro de Investigación de Material y Educación – que se encuentra en el vecino estado de Maryland – el 31 de diciembre de este año, los directivos del Smithsonian economizarán 2 millones de anuales. Ese valor puede no parecer muy significativo para una institución que cuenta con un presupuesto anual de cerca de 450 millones de dólares, un 70% de los cuales proviene del gobierno federal.
El problema es que el Smithsonian, fundado hace 155 años, pasa por un momento delicado: su número de empleados aumentó, las donaciones de particulares ya no son tan abultadas como antaño y una nueva mentalidad impera en la casa. Su actual mandamás, Lawrence Small, un ex ejecutivo del Citibank y el primer hombre ajeno al medio académico en administrar la institución, pretende reducir las líneas de investigación que producen ciencia de menor impacto y concentrar esfuerzos y fondos en las áreas en las cuales el Smithsonian es una referencia mundial. Además, muchos de los museos y centros están deteriorados y necesitan una refacción urgente (dos de ellos están en este momento cerrados por reparaciones). El costo de la remodelación de todo el complejo asusta: 1.500 millones de dólares.
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