El hecho de que dos especies de aves que no se encuentran en ningún otro lugar del planeta vivan en una sola región ya la caracteriza como un centro de endemismo. El área ubicada entre los ríos Xingú y Tapajós, en la Amazonia, contempla ocho de esas especies exclusivas, y una de éstas fue descubierta recientemente por un equipo de investigadores de Pará. Es un trepatroncos o falso carpintero, llamado ‘arapaçu-de-carajás’ (N de la tr.: se pronuncia arapasú de carayás/Xiphocolaptes carajaensis) en referencia al lugar en el cual fue encontrado: la Sierra dos Carajás, en el estado de Pará. Mide 30 centímetros desde extremo de la cola hasta la punta del pico, pesa alrededor de 110 gramos y tiene un plumaje peculiar: su cuerpo está cubierto de plumas de una coloración marrón verdosa, con las alas y la cola en castaño. Los trepatroncos son pájaros emparentados con la familia de los horneros, pero trepan sobre los troncos de los árboles como los pájaros carpinteros, utilizando la cola como apoyo.
En comparación con las otras especies de trepantroncos del género Xiphocolaptes, las estrías blancas que tienen en la cabeza son más largas, mientras que las alas, la cola y el pico son menores. Cantan temprano a la mañana y al final del día -un canto compuesto de una serie de silbidos que se inicia con una nota más alta, más fácilmente escuchado en la época de reproducción, entre septiembre y enero.
Estas particularidades resultan en un proceso denominado especiación – que es cuando una población de una misma especie se divide en dos, y cada una de las mismas se diferencia y origina una nueva especie. La separación es generalmente ocasionada por barreras geográficas -tales como los ríos, en el caso de esta nueva especie de trepatroncos. El ‘arapaçu-de-carajás’ se habría originado hace unos 2 ó 3 millones de años, en el paso del período Plioceno al Pleistoceno, cuando se formaron los actuales cursos de los ríos amazónicos.
Antes se pensaba que la diferenciación de las especies de aves amazónicas era reciente -que habría ocurrido durante los últimos miles de años. Pero con el surgimiento de las técnicas moleculares, las estimaciones actuales indican que la diferenciación entre especies hermanas, aquéllas que descienden del mismo ancestro, se dio hace entre 1 y 3 millones de años. “Esto significa que las especies actuales son mucho más antiguas que lo que generalmente se pensaba”, dice José Maria Cardoso da Silva, profesor licenciado de la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE), uno de los autores del descubrimiento, que coordina el programa para la Amazonia de Conservation International de Brasil.
Pero hallar una nueva especie de ave no es algo común. Se identifican en promedio tres nuevas especies por año -es el menor índice entre todos los grupos de organismos. Las aves, así como otros vertebrados, ya son casi todas conocidas: en Brasil existen 1.680 especies identificadas, y en el mundo, cerca de 9 mil. Existen 50 especies descritas de trepatroncos, de las cuales 39 viven en territorio nacional.
La nueva especie fue observada por primera vez en julio de 1985, durante una expedición a un área de bosques ubicada dentro de la concesión de explotación mineral de la Companhia Vale do Rio Doce, en la Sierra dos Carajás. Durante ese viaje, Silva vio al pájaro y luego lo perdió de vista. Recién tres días después, cuando ya se aprestaba a regresar a Belém, logró capturar un ejemplar con una red de neblina, hecha de nylon fino para confundir a las aves. “Los trepatroncos se mueven rápidamente y es difícil perseguirlos durante mucho tiempo”, explica el ornitólogo, que describió a la nueva especie en un artículo publicado en septiembre en la revista científica británica Bulletin of the British Ornithologists’ Club, junto a otros dos ornitólogos: David Oren, actual director científico de The Nature Conservancy de Brasil, y Fernando Costa Novaes, investigador jubilado del Museo Emílio Goeldi de Belém.
Silva recién se cercioró de que se trataba de una nueva especie seis meses después, al comparar el ejemplar capturado con los trepatroncos de la colección de aves de Emílio Goeldi. Pero, para efectuar la descripción de una nueva especie, urgía obtener más especímenes. “Volví al bosque y tuve que capturar otro”, cuenta. Más tarde halló otros ejemplares en el Museo Nacional de Historia Natural de Washington (EE.UU.), y en el Museo de Zoología de la Universidad de São Paulo (USP), que estaban registrados como la especie más cercana, el trepador o trepatroncos gigante (Xiphocolaptes promeropirhynchus), que habita del otro lado del Xingú. Contando con cinco especímenes, pudo finalmente efectuar las comparaciones necesarias y así escribió el trabajo sobre el nuevo pájaro.
Aunque construyen sus nidos en los huecos de los árboles, escondiéndose de aquéllos los desean ver o fotografiarlos, los trepatroncos no son capaces de excavar: aprovechan los orificios ya abiertos. Una vez allí dentro, depositan su huevos sobre una especie de colchón hecho con pedazos de corteza u hojas secas. De acuerdo con Silva, pese a que cambian poco de coloración -son generalmente marrones-, los trepantroncos varían bastante de forma y con relación al tamaño de sus picos: existen especies de pico pequeño y recto, mientras que otras tienen pico largo y curvado, como el picapalo oscuro (Campylorhamphus falcularius).
En el artículo sobre el nuevo pájaro, los investigadores advierten sobre la necesidad de conservación de la especie y de su hábitat. “Los trepatroncos son muy sensibles a las alteraciones del ambiente y están entre los primeros grupos de aves que pueden desaparecer si la selva es fragmentada o con la explotación comercial de la madera”, dice Silva. Y es una amenaza concreta: ya ha sido talado alrededor de un 25% de los 394.515 mil kilómetros cuadrados del Centro de Endemismo Xingú.
Viven allí otras ocho especies o subespecies de aves endémicas: el ‘jacamim’ (Psophia viridis interjecta), una cotorra (Pyrrhura perlata anerythra), la ‘mãe-da-taoca’ (Phlegopsis confinis), el ‘papa-formiga’ (Pyriglena leuconota interposita), una ‘araponga’ (Procnias alba wallacei), el ‘chupa-dente’ (Conopophaga aurita pallida) y otros dos trepatroncos, el Hylexetastes brigidai y una nueva especie que todavía no ha sido descrita: la Dendrocincla sp.
Republicar